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lunes, 27 de noviembre de 2017

La ceremonia de entronización papal según el Liber Censuum


Después de haber examinado en la entrada anterior la fábula sobre el examen genital de los futuros papas durante la ceremonia de su entronización, ahora toca leer una genuina descripción detallada de esa ceremonia tal como se realizaba en el s. XII y que ha llegado hasta nosotros en el “Liber Censuum” de Cencius.
Cencius fue canónigo de Santa María la Mayor, más tarde fue nombrado camarero papal en tiempos del papa Clemente III (1187-1191) y Celestino III (1191-1198). En 1192 empezó a recopilar y ordenar documentos administrativos y financieros relativos a los privilegios y prerrogativas de la Santa Sede, en especial una lista de aquellos obispados, monasterios, etc., que en toda la Cristiandad le debían pagar tributo, indicando las cantidades respectivas. Además de esta “Tabla de censos”, también reunió en su obra otras materias diversas: una lista de obispos y monasterios que tenían derechos o deberes especiales con la Santa Sede; copia de una descripción de los monumentos de Roma conocido como “Mirabilia Urbis Romae”; una obra litúrgica sobre las ceremonias pontificias titulada “Ordo Romanus”; copia de dos breves crónicas de vidas de los papas; y una colección de cartas y documentos relativos a cuestiones económicas y prerrogativas de la Santa Sede. Por lo tanto la obra de Cencius en parte es copia de otros autores, en parte reelaboración de obras ajenas y en parte trabajo propio. Tras la muerte de Cencius su obra sirvió a otros autores como punto de referencia en materia administrativa y financiera de la Santa Sede y en los siglos siguientes al corpus original se fueron añadiendo nuevos documentos.

Coronación de Pío III. Obra del pintor italiano Pinturicchio ( 1513) en la Catedral de Siena. Imagen de José Luiz Bernardes Ribeiro en Wiki Commons
 
A finales del s. XIX el erudito francés Paul Fabre ( 1899) emprendió la colosal tarea de editar no solo los dos mejores manuscritos (Vat.lat.8486 y Riccardianus 228) de la obra de Cencius sino todos aquellos manuscritos posteriores que contenían diversos añadidos. Por desgracia tras publicar los dos primeros fascículos la muerte le sorprendía a los cuarenta años de edad y dejó la tarea inconclusa. La tarea fue continuada y acabada eficazmente por el notable erudito francés Luois Duchesne ( 1922). La introducción y las notas de esa edición están en francés pero el texto está solo en latín.
A continuación traduzco aquella parte del “Ordo Romanus” en la que se habla sobre las ceremonias relativas a la elección y consagración del papa.



Liber Censuum, editado por Paul Fabre - Louis Duchesne, fasc. 3 (París 1905), p. 311 - 312.
LVIII. En qué modo se debe elegir al sumo pontífice. Y sea que sea elegido en la Urbe, es decir elegido y consagrado, o una vez electo venga a la Urbe sin consagrar, qué se debe hacer después.
LVIII. Quomodo debeat summus pontifex eligi. Et siue eligatur in Urbe, seu electus et consecratus, uel electus et non consecratus ad Urbem accedat, quid faciendum postmodum sit.

En la basílica lateranense los cardenales eligen al futuro papa
77. Después que el romano pontífice ha muerto y ha sido sepultado, todos los cardenales vuelven a sus casas según una antigua costumbre.
77. Mortuo romano pontifice et sepulto, omnes cardinales ad propria reuertuntur secundum antiquam [consuetudinem].
Pero al segundo día se reúnen en la iglesia, y tras cantar la misa de difuntos, todos del mismo modo se marchan según una antigua costumbre.
Secunda uero die conueniunt in ecclesia, et missa mortuorum cantata, omnes similiter secundum consuetudinem antiquam recedunt.
Al tercer día reunidos todos de nuevo en la iglesia y tras celebrar primero la misa del Espíritu Santo ahí mismo, tratan sobre la elección.
Tertia autem die iterum omnes in ecclesia congregati et missa Sancti Spiritus ibidem primitus celebrata, tractant de electione.
Y después que ha sido escrutada la voluntad de todos los cardenales por algunos de ellos mismos, a quien la mayor y mejor parte ha elegido el primero de los cardenales diáconos lo cubre con el pluvial rojo y le impone el nombre elegido por él mismo; y después dos de los más ancianos cardenales lo acompañan hasta el altar, donde adora postrado, mientras el primicerio con los cantores y los cardenales cantan el “A ti Dios te alabamos”.
Et perscrutata omnium cardinalium uoluntate ab aliquibus de ipsis, in quem maior et melior pars conuenerit cardinalium prior diaconorum ipsum de pluuiali rubeo ammantat, et eidem electo nomen imponit; ipsumque deinde duo de maioribus cardinalibus adextrant usque ad altare, ubi prostratus adorat, primicerio cum scola cantorum et cardinalibus cantantibus “Te Deum laudamus”.
Una vez hecho esto, es conducido por los cardenales obispos a la sede tras el altar, y en ella es colocado, tal como corresponde. Mientras está sentado en ella, el electo recibe a todos los obispos y cardenales, y los que él quiera, para [que le besen] los pies después del beso de la paz.
Quo facto, ab episcopis cardinalibus ad sedem ducitur post altare, et in ea, ut dignum est, collocatur. In qua dum sedet, electus recipit omnes episcopos et cardinales, et quos sibi placuerit, ad pedes postmodum ad osculum pacis.

El elegido es presentado ante el pueblo para ser aclamado
78. Y alzándose de la sede es conducido por los cardenales a través del pórtico a una sede pétrea, la cual se llama “sede estercolada”, la cual se halla en el atrio de la basílica del Salvador del patriarcado Lateranense; y en ella los mismos cardenales sientan al elegido de modo honorífico, para que de verdad se diga: “Elevando al necesitado del polvo, y alzando al pobre del estiércol, para que se siente con los príncipes, y ocupe un trono de gloria”.
78. Surgensque de sede ducitur a cardinalibus ad sedem lapideam, per porticum, que sedes dicitur “stercorata”, que est ante porticum basilice Saluatoris patriarchatus Lateranensis; et in ea eumdem electum ipsi cardinales honorifice ponunt, ut uere dicatur: “Suscitans de puluere egenum, et de stercore erigens pauperem, ut sedeat cum principibus, et solium glorie teneat”. [I Sam 2, 8].
Después de un momento, poniéndose de pie junto a dicha sede el electo recibe de manos del camarlengo tres puñados de monedas, y los arroja [al pueblo] diciendo: “No tengo plata y oro para mi deleite, sino que lo que tengo, te lo doy”.
Post aliquantulam horam, stans iuxta eamdem sedem electus accipit de gremio camerarii tres pugillatas denariorum, et proicit dicens: “Argentum et aurum non est mihi ad delectationem, quod autem habeo, hoc tibi do”.
Entonces recibe al electo el deán de la basílica del Salvador del patriarcado Lateranense con uno de los cardenales o uno de los canónigos. Y mientras van por el antedicho pórtico junto a la misma basílica del Salvador [el pueblo] proclama: “San Pedro ha elegido a nuestro señor Celestino”.
Tunc autem accipit ipsum electum prior basilice Saluatoris patriarchatus Lateranensis, cum uno de cardinalibus uel uno de fratribus suis. Uenientibus autem per eumdem porticum iuxta ipsam basilicam Saluatoris adclamatur: “Domnum Celestinum sanctus Petrus elegit”.
Y así es llevado por ellos hasta las escaleras de la puerta, la cual es la entrada del palacio yendo desde la iglesia al palacio; y ahí los notables del pueblo, que reciben al elegido, lo conducen a través del palacio hasta la capilla de San Silvestre.
Sicque ducitur ab illis usque ad gradus porte, que uidelicet porta est introitus palatii uenientibus de ecclesia ad palatium ipsum; ibique iudices, eumdem electum accipientes, ducunt eum per palatium usque ad basilicam sancti Siluestri.

El elegido toma posesión del palacio Lateranense
79. Cuando ha llegado ante esta capilla, sobre cuyo arco, que se sostiene en dos columnas de pórfido, hay una imagen del Salvador (la cual en otro tiempo al ser golpeada por un judío derramó sangre de la frente, tal como hoy se ve), el electo se sienta a la derecha en la sede porfídica, donde el rector de la capilla de San Lorenzo le da la vara palaciega, que es signo de gobierno y corrección, y las llaves de esta basílica y del sacro palacio Lateranense; ya que a Pedro, príncipe de los apóstoles, de modo especial se le dio la potestad de cerrar y abrir, de atar y desatar, y a través de él a todos los romanos pontífices.
79. Ubi uero uentum est ante basilicam ipsam, super cuius arcum, qui sustentatur de duabus columpnis porfireticis, est ymago quedam Saluatoris (que a quodam iudeo percussa olim in fronte sanguinem emisit, sicut hodie cernitur), idem electus sedet ad dexteram in sede porfiretica, ubi prior basilice sancti Laurentii de palatio dat ei ferulam, que est signum regiminis et correctionis, et claues ipsius basilice et sacri Lateranensis palatii; quia specialiter Petro principi apostolorum data est potestas claudendi et aperiendi, et ligandi atque soluendi, et per ipsum apostolum omnibus romanis pontificibus.
Y con esa vara y llaves pasa a la otra sede que es igual y de la misma piedra; y entonces devuelve al rector tanto la vara como las llaves. En esa sede, tras una breve pausa, el rector le ciñe un cinturón rojo de seda, en el cual cuelga una bolsa púrpura, en la cual hay doce sellos de piedras preciosas y [un frasco de] almizcle.
Et cum ipsa ferula et clauibus accedit ad alteram sedem similem et eiusdem lapidis; et tunc reddit eidem priori tam ferulam quam et ipsas claues. In qua dum aliquantula mora pausat, cingitur ab eodem priore zona rubea de serico, in qua dependet bursa purpurea, in qua sunt XII sigilla pretiosorum lapidum et muscus.
En verdad el electo debe sentarse en aquellas dos sedes como si se pusiese entre dos altares, o sea como si se sentase entre el primado de Pedro príncipe de los apóstoles y la predicación de Pablo maestro de las naciones. Con el cinturón se representa la continencia de la castidad, con la bolsa el cofre del que se nutren las viudas y pobres de Cristo. Con los doce sellos se significa la potestad de los doce apóstoles; el almizcle se incluye para perfumar, tal como dice el apóstol: “Para Dios somos el buen olor de Cristo”.
Qui siquidem electus illis duabus sedibus sic sedere debet, ac si uideatur inter duos lectulos iacere, id est ut accumbat inter principis apostolorum Petri primatum, et Pauli doctoris gentium predicationem. In zona notatur continentia castitatis, in bursa gazophylacium, quo pauperes Christi nutriantur et uidue. In XII sigillis XII apostolorum potestas designatur; muscus includitur ad percipiendum odorem, ut ait apostolus: “Christi bonus odor sumus Deo”. [2 Cor 2, 15].
Mientras está sentado en esta segunda sede el electo recibe a todos los oficiales de palacio a sus pies y después para que le besen [los pies]. Y después, sentado ahí mismo, recibe de manos del camarlengo denarios de plata por valor de 10 sólidos de Campania y los arroja al pueblo; esto lo hace tres veces, diciendo: “Ha repartido, ha dado a los pobres, su justicia permanece por siempre”.
In qua secunda sede dum sedet electus, recipit omnes officiales palatii ad pedes, et postea ad osculum. Et deinde sedens ibidem recipit de manu camerarii denarios argenteos ualentes X solidos prouenienses et proicit eos super populum; hoc facit tertio, dicendo: “Dispersit, dedit pauperibus, iustitia eius manet in seculum seculi”. [Sal 112, 9].

El elegido se retira a sus aposentos privados
80. Hechas estas cosas, es conducido por el mismo pórtico bajo las imágenes de los apóstoles (que por mar vinieron a Roma por sí solas), y entra en la capilla de san Lorenzo, en la cual después de realizar una larga oración ante su altar personal, se dirige a la cámara papal, donde tras descansar según su voluntad, se dirige a la mesa.
80. Istis peractis, ducitur per ipsam porticum sub yconas apostolorum (que per mare Romam uenerunt nullo ductore), et intrat basilicam Sancti Laurentii, in quam postquam peregerit prolixam ante proprium et speciale altare orationem, pergit ad papalem cameram; ubi cum pro sua uoluntate pausauerit, pergit ad mensam.

Ceremonia de consagración en la basílica de San Pedro
81. Después de esto, al domingo siguiente el electo con todos los estamentos del sacro palacio y los nobles romanos va a la iglesia de San Pedro, y ante el altar mayor, tal como está en el ritual, es consagrado ante todo por el obispo de Ostia y otros obispos de la curia; pero esto añado: que si quizás el obispo de Ostia no estuviese presente, debe participar en la consagración el archipresbítero de Ostia o Velletri.
81. Post hec autem in proxima die dominica electus cum omnibus ordinibus sacri palatii et nobilibus romanis uadit ad ecclesiam Beati Petri, et [ad] altare maius, prout in ordine continetur, ab episcopo hostiensi specialiter et aliis episcopis de curia consecratur; hoc addito: quod si forte episcopus hostiensis presens non fuerit, archipresbyter hostiensis seu uelletrensis interesse debet consecrationi.
Una vez acabada la consagración, el rector de la sagrada basílica de San Lorenzo pone la capa sobre el altar, la cual el rector debe colocar con sus propias manos; y de inmediato el archidiácono con el segundo diácono lo dan al pontífice; y solo el archidiácono dice al pontífice: “Recibe la capa, es decir la plenitud del oficio pontifical, en honor de Dios omnipotente y de la gloriosísima Virgen, su Madre, y de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de la santa Iglesia romana” y nada más.
Qua consecratione finita, prior Sancti Laurentii sacri palatii ponit palleum super altare, quod ipse prior propria manu debet parare; et statim archidiaconus cum secundo diacono dant in manu pontificis; et solus archidiaconus dicit pontifici: “Accipe palleum, plenitudinem scilicet pontificalis officii, ad honorem omnipotentis Dei et gloriosissime Uirginis, eius Genitricis, et beatorum apostolorum Petri et Pauli et sancte romane Ecclesie” et nichil aliud.
Y de inmediato el mismo archidiácono con el rector de la basílica colocan la capa sobre el pontífice, metiendo tres alfileres de oro, delante, atrás y a la izquierda, en la cabeza de los cuales hay tres zafiros. Y así engalanado el pontífice se acerca al altar, y ahí celebra solemnemente la misa.
Statimque ipse archidiaconus cum priore basilicario aptat idem palleum super pontificem, intromissis spinulis aureis tribus, ante et retro et sinistro later, in capite quarum sunt innixi tres iacinthini lapides. Et sic ornatus accedit pontifex ad altare, et ibi celebrat honorifice missam.

Las ceremonias de entronización pontificias han ido variando a lo largo de los siglos. El siguiente video muestra la elección y presentación al pueblo tal como se realizaba a mitad del s. XX.


jueves, 7 de septiembre de 2017

El mito del examen genital de los papas


Tras las vacaciones veraniegas (aquí en el hemisferio occidental) volvemos a poner manos a la obra en nuestro blog. Durante los meses pasados he estado absorbido por otras tareas y especialmente por los últimos retoques a mi edición sinóptica de las memorias del rey Jaime I en la parte referida a la conquista de Valencia, es decir el texto catalán (el Llibre del Fets, c. 127-289) y la traducción latina de Marsili (el Liber Gestorum, III, 1-41), que espero publicar muy pronto.
Sin embargo durante este tiempo mi mente siempre ha tenido un ojo puesto en posibles temas para publicar en nuestro blog de latín. Casualmente tropecé con una publicación en Internet en la que abordaban el tema de la “sedes stercoraria” y el supuesto examen de los genitales a los que se sometía a los futuros pontífices. Aunque esta fábula forjada a finales del s. XIII no la toma en serio ningún estudioso, sin embargo sigue divulgándose por algunos blogueros que unen la audacia a su ignorancia.

Plano del actual conjunto de edificios del Laterano, que fue el centro del poder papal antes de ser desplazado por el Vaticano. Captura de pantalla de Google Maps.

Según esta fábula los elegidos al pontificado debían someterse a un examen genital para verificar que eran varones (y evitar que volviese a ocurrir el caso de la papisa Juana). Como toda buena fábula tiene un objeto o hecho real y verificable que sirve para darle un aura de veracidad: en este caso se trata de un par de tronos con un gran agujero en el asiento, los cuales se hallaban en el palacio papal Lateranense y que se usaban durante la ceremonia de entronización papal.
Antes de entrar a examinar los textos más antiguos que recogen esta leyenda hay que aclarar algunas nociones previas:
1) Las ceremonias de elección y consagración del sumo pontífice han ido variando a lo largo de los siglos. En los primeros siglos la ceremonia poco se debió diferenciar de la elección y consagración de cualquier obispo. A lo largo de los siglos IV al VII se fue afianzando el poder temporal de los papas, que en el s. VIII alcanzaron plena autonomía del control bizantino: a partir de entonces se asienta la idea que el papa no solo tiene autoridad espiritual sino que es señor temporal de la ciudad de Roma y los territorios vecinos que le están sometidos.
(Si quieres saber cómo era la ceremonia en el s. XII, lee esta entrada).
2) En la etapa más antigua la elección del obispo de Roma debió ser un asunto en el que el pueblo participaba activamente junto con el clero. Con el paso del tiempo solo los clérigos realizaron la elección, pero el elegido debía ser presentado al pueblo para ser aclamado, y solo después de esa aprobación popular se procedía a la consagración. Este sistema de tres pasos (elección clerical - aclamación popular - consagración) ha subsistido hasta la actualidad, aunque con infinidad de variantes. Es probable que en el s. VIII, cuando se afianzó la idea del papa como señor temporal, fue cuando se introdujo un cambio en la ceremonia de entronización para reflejar mejor su función como príncipe gobernante, por ello se introdujo un cuarto paso que consistía en la recepción de los signos de su poder temporal y la toma de posesión del palacio lateranense.
3) Hay que saber que la basílica lateranense y el palacio lateranense eran dos edificios distintos que estaban uno al lado del otro, y alrededor de ellos habían otras edificaciones formando todo un conjunto. También téngase en cuenta que este conjunto recibió múltiples reformas a través de los siglos, y que su configuración actual es la que asumió a mitad del s. XVII, aunque después se hicieron más reformas internas y externas. Del conjunto medieval queda muy poco: la capilla papal llamada “Sancta Sanctorum” y el claustro y patio principal del monasterio benedictino.
3) La basílica de San Juan de Letrán fue durante siglos el sitio habitual de la elección papal durante la Edad Media, aunque también se verificaron elecciones en otros lugares. El clero se reunía en dicho templo y realizaba la elección; luego el elegido era llevado a la entrada del templo y se sentaba en un trono que estaba afuera, junto a la entrada. Ahí se proclamaba el verso bíblico: “Dios levanta del polvo al pobre, y del estiércol ensalza al menesteroso, para hacerlo sentar con los príncipes y heredar un trono de honor” (I Sam 2, 8). Por eso se llamaba a ese trono en latín “sedes stercoraria”. Ahí el elegido era aclamado por el pueblo mientras lanzaba monedas a los presentes. Es probable que este trono es el que actualmente se conserva en el claustro del Laterano. Las siguientes ceremonias no siempre han conservado el mismo orden pero básicamente siempre incluían estos dos pasos: a) el elegido es llevado triunfalmente a la basílica de San Pedro y ahí es consagrado; b) el elegido toma posesión del palacio lateranense como expresión de su poder temporal: esta ceremonia se realizaba junto a la capilla papal (llamada “Sancta Sanctorum”) que había en el piso superior del palacio; ahí habían dos tronos “de pórfido” los cuales tenían los asientos agujereados, en los cuales el papa se sentaba sucesivamente mientras recibía las insignias de su poder temporal. Esos tronos se conservan hasta hoy: uno en el Museo Vaticano (llevado ahí por orden de Pío VI) y otro en el Louvre (se lo llevó Napoleón como botín en el s. XIX).
4) Todos los estudiosos están de acuerdo en que los dos tronos “de pórfido” (en realidad es mármol rojo) eran letrinas de época romana, quizás del palacio de Constantino I. ¿Por qué los llevaron al palacio papal y los usaron en la ceremonia de entronización? Seguramente atendiendo a su belleza artística y al hecho que su color recordaba el distintivo de los emperadores romanos de quienes los papas se sentían sucesores como señores de Roma. Seguramente esto ocurrió en una época en que ya se desconocía su función original, probablemente en tiempos del papa León IV ( 855), si se habla de estos tronos en el pasaje que dice: “prudentissimus papa sedilia in ingresu de marmoribus patriarchii construxit” (Louis Duchesne, Liber Pontificalis, París 1892, t. II, p. 108). Por lo tanto al inicio debió verse como un detalle menor el que aquellos “tronos” tuviesen un agujero en el asiento, que además era fácil de obviar con cojines y otros paramentos durante la ceremonia. Cuando la sede pontificia se trasladó a Avignon (Cautiverio de Avignon: 1309 - 1377) el palacio lateranense estuvo abandonado y en la mente de la mayoría se debió volver borroso el recuerdo de las distintas ceremonias que ahí se realizaban y su significado: a partir de entonces debió tomar más fuerza las fábulas y explicaciones antojadizas sobre aquellos extraños “dos tronos de pórfido”. Incluso muchos confunden hasta hoy estos dos tronos con la “sedes stercoraria”.

La llamada "sedes stercoraria" que originalmente estaba en el atrio de la basílica y actualmente se expone en el claustro benedictino del Laterano. Foto del sitio web "roma.mysupersite.it".

Ahora pasemos revista a los textos más antiguos que nos informan sobre la aparición y difusión de esta leyenda. La primera noticia cierta sobre la existencia de esta fábula la hallamos en la crónica de la abadía de Saint-Pierre-le-Vif de Sens escrita a finales del s. XIII en Francia por el monje Gaufridus, el cual, tras narrar la fábula de la papisa Juana (puedes leer el texto completo en mi entrada del 30/10/2015), dice que hay el rumor que desde entonces los romanos hacen un examen genital al elegido papa:

Geoffroy de Courlon, Cronica (c. 1295), tab. XXIII, editado por Gustave Julliot, Sens 1876, p. 298
Ella fue llamada Juan durante su papado. Rigió durante dos años, siete meses y cuatro días. La sede quedó vacante un mes.
Ista uocata fuit in papatu Iohannes. Sedit annis duobus, mensibus septem, diebus quatuor. Cessauit papatus mense uno.
No se inscribe entre los otros [papas] a causa del engaño sobre su sexo.
Non scribitur inter ceteros propter deceptionem sexus.
Se dice que de ahí los romanos tomaron la costumbre de comprobar el sexo del elegido por el agujero de una cátedra de piedra.
Unde dicitur quod romani in consuetudinem traxerunt probare sexus electi per foramen cathedre lapidee.

Otro autor casi contemporáneo, el fraile dominico Robert de Uzés ( 1296), también francés, incidentalmente nos dejó testimonio de la difusión de esta creencia, mientras relataba sus visiones místicas, las cuales puso por escrito en 1292:

Robertus de Usetia, Liber uisionum, cap. 3, en Liber trium virorum et trium spiritualium virginum, f. 25r, editado por Jacobus Fabrus, París 1513.
El año del Señor 1291, cuando yo moraba en la ciudad de Orange ..... retirado eso, fue puesta ahí una imagen de plata de santa María con su hijo.
Anno Domini millesimo ducentesimo nonagesimo primo, cum in Aurasica ciuitate morarer .... illoque amoto, posita fuit ibi imago beatae Mariae cum filio argentea.
Mientras la estaba mirando, el Espíritu me llevó al palacio Laterano y me puso en el pórtico delante de los tronos de pórfido, donde se dice que se averigua si el papa es varón; y todo estaba lleno de polvo, y ahí no se veía ningún viviente.
Haec dum inspicerem, duxit me Spiritus ad Lateranense palatium et posuit me in porticu ante sedes porphyrii, ubi dicitur probari papa an sit homo; et omnia puluere plena erant, et uiuens ibi non uidebatur.

La sede "de pórfido" que se conserva en el Museo Vaticano. Foto de la "Academia de Liturgia Sao Gregório Magno" en su web movimentoliturgico.org.

En una edición de las “Mirabilia” (que era una especie de guía turística y curiosidades sobre Roma) del a. 1375 encontramos una referencia a nuestra leyenda.

ms. Vat. lat. 4265 (a. 1375), en Gustavus Parthey, Mirabilia Romae, Berlín 1869, p. 51 - 52.
.... en [la basílica] Lateranense, delante del atrio, está la “sede del estiércol”, donde se dice que el papa se debe sentar cuando es consagrado [en el puesto de] san Pedro. Y dice: “Plata y oro no tengo, pero lo que tengo, te doy”.
... in Laterano, ante ambitum, est sedes sterquilinii, ubi papa ducitur ad sedendum, cum ad sanctum Petrum est consecratus. Et dicit: “Argentum et aurum non est michi, quod autem habeo, hoc tibi do”. [Hech 3: 6]
En el piso superior del palacio [lateranense], ante [la capilla de] el “Santo de los Santos”, hay dos sedes, en las que se investiga si el papa es hombre o mujer.
Supra palatium, ante “Sancta Sanctorum”, sunt due sedes, in quibus consideratur papa, an masculus sit an femina.

Entre abril de 1402 y junio de 1406 estuvo en Roma el canonista inglés Adam de Usk ( 1430), donde se había exiliado voluntariamente tras haber sido indultado de una condena por asaltar a un transeúnte y robarle un caballo y dinero. Durante su estancia en Roma, en octubre de 1404, ocurrió la elección y entronización del papa Inocencio VII, las cuales narra como testigo lejano en desorden y de modo fragmentario, mezclándolo con relatos populares que corrían en boca del vulgo.

Ada de Usk, Chronicon, editado por Edward Thompson, London 1904, A.D. 1404, p. 90
Pero por abominación a la papisa Agnes, de la cual hay una imagen de piedra con su hijo cerca de [la iglesia de] San Clemente por la vía recta, hace un rodeo, y el papa, bajando del caballo, entra en esa iglesia para su entronización.
Ad detestacionem tamen pape Agnetis, cuius ymago de petra cum filio suo prope Sanctum Clementem in uia recta existit, per obliquum declinans, pro sui intronizacione, eandem ecclesiam papa, ab equo descendens, ingreditur.
Ahí toma asiento en una cátedra de pórfido, horadada por la parte [inferior] para que el cardenal más joven [compruebe] que tiene testículos. Y con el canto “Te Alabamos” es llevado al altar principal.
Ubi in porphirea cathedra, ob hoc forata ex parte per iuniorem cardinalem quod habet uirilia, sedet. Et cum cantu “Te Laudamus” ad summum altare defertur.

Encontramos un relato más fidedigno de las ceremonias de entronización en una carta del humanista Iacopo di Angelo da Scarperia ( inicio 1411), famoso por sus traducciones del griego al latín. El 3 de diciembre de 1406 había sido elegido papa Gregorio XII y poco después Iacopo escribía una carta a Crisolora, su maestro de griego, narrando en detalle la ceremonia de entierro del papa difunto, y las solemnidades que rodean la elección y consagración del nuevo papa. En aquel entonces Iacopo, gracias a la protección de un cardenal, había obtenido el puesto de “escritor apostólico” en la curia pontificia y por ello su testimonio es plenamente fidedigno respecto a la ceremonia de entronización papal. Casi al final de su relato narra las ceremonias de la toma de posesión del palacio lateranense.

Iacobi Angeli epistola ad Emanuelem Chrysoloram, en L. Mehus, Leonardi Dathi epistolae XXXIII, Florencia 1743, p. 92.
Después, dentro del palacio sube [las escaleras] y va directo a la sagrada capilla de san Silvestre.
Intra regiam deinde ascenditur iturque continuo usque sacellum beato Silvestro sacratum.
Junto a ella hay dos sedes iguales labradas en pórfido, sobre las cuales, ya que están perforadas, el vulgo narra la demencial fábula que se examina al pontífice [para saber] si es varón.
Iuxta hoc geminae fixae sunt sedes porphyretico incisae lapide, in quibus, quod perforatae sint, insanam loquitur vulgus fabulam quod pontifex attrectetur an vir sit.
Sentándose en la sede derecha primero recibe una vara, luego unas llaves de manos del rector de la capilla, la cual se llama “Santo de los Santos”.
In dextera sedens sella baculum primo, deinde claves per praesidem sacelli, quod Sancta Sanctorum appellatum, assumit.
Cuando se levanta, las lleva en sus manos [e.d. la vara y las llaves] hasta la otra sede, en la cual es ceñido por el mismo rector con un cinturón rojo, del cual pende una bolsa que contiene doce piedras de incalculable valor.
Haec, quum surrexit, manibus portat usque alteram sedem, in qua ab eodem praeside rubra cingitur zona, cuius in pendenti loculo conduntur lapides duodecim precio incredibili.
Vista actual de la capilla papal llamada "Sancta Sanctorum". Foto de Gaspa en Wikimedia Commons.

Otro ejemplo de cómo se difundía irreflexivamente esta fábula lo tenemos en la historia de Milán escrita por Bernardino Corio ( c. 1519) un autor que escribió en un italiano latinizante, que copia en abundancia otras fuentes con poco o nulo sentido crítico y que en su obra acoge muchas fantasías, y en general escribe en desorden, mezclando los hechos importantes con minucias. En la última parte de su obra Corio describe la elección y entronización del papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) que ocurrió el 11 de agosto de 1492. Ya que Corio ni era eclesiástico ni pertenecía a la alta nobleza describe superficialmente las ceremonias propiamente religiosas mientras que nos narra con gran detalle los festejos y cortejos en las calles de Roma de las cuales fue testigo presencial. Por último, concluyendo su relato de la entronización, escribe las siguientes líneas:

Bernardinus Corius, Mediolanensis patria historia, Milano 1503, Pars VII, (folios sin número, cuadernillo Riiii-v)
La basílica de San Juan estaba cerrada, y ahí había gente de armas de modo que al abrir no dejaron entrar tras el pontífice a nadie mas que a los prelados. Y el señor Virginio Orsini estaba custodiando la puerta.
Il templo di Sancto Giouanne era serato, e quiui stauano le gente d'arme in modo che aprendose non lassarono entrare dreto al pontifice se non li prelati. E il signore Virgilio Vrsino era ala custodia de la porta.
Finalmente habiendo realizado las usuales solemnidades en [la capilla de] el “Sancta Sanctorum”, y examinarle en privado los testículos, y dada la bendición, regresó al palacio.
Finalmente essendo fornite le solite solemnitate in Sancta Sanctorum, e dimesticamente tochatoli li testiculi, e data la benedictione ritornò al palacio.
Alejandro VI entró en el pontificado manso como un buey, pero lo ha gobernado como un león.
Entrò al pontificato Alexandro Sexto mansueto come boue, l'ha administrato come leo.

Es obvio a partir de sus propias palabras que Corio no fue testigo presencial del supuesto examen genital del pontífice, sino que él imagina que dicho examen se habría realizado en privado en o junto a la capilla papal (que se solía llamar “Sancta Sanctorum” por la calidad y cantidad de reliquias sagradas que ahí se depositaban). Dicho en otras palabras: ya que él no pudo ver en ningún momento de las distintas y largas ceremonias de la entronización el supuesto examen genital, entonces Corio imagina que debió realizarse en privado, cuando el papa estaba a solas con los eclesiásticos. Parece que al escribir estas líneas Corio olvida que Alejandro VI entonces ya tenía al menos siete hijos y una larga lista de amantes, y que en Roma y toda Italia nadie dudaba de su virilidad.
Tras el estallido de la Reforma protestante las fábulas de la papisa Juana y el examen genital de los papas tomaron nuevo impulso y aunque desde entonces ha sido refutadas muchas veces y todos los estudiosos niegan su historicidad, sin embargo hasta hoy se sigue propalando como un hecho cierto en parte por la ingenuidad de algunos y en parte por la falta de información fidedigna.

lunes, 30 de mayo de 2016

Historia de la Biblia en latín



Últimamente me han planteado varias preguntas referidas al cambio de escritura en oraciones y textos bíblicos en latín. De hecho, mucha gente imagina que la Biblia ha sido y es algo inmutable. Quizás pueden aceptar que en las traducciones a lenguas modernas haya variaciones, pero se piensa que los textos de la Biblia en latín son algo definitivo y que nunca han variado. Por eso vamos a dar una rápida mirada a la historia de los textos bíblicos en latín, desde su origen hasta hoy. Ojo: no vamos a ver la historia de toda la Biblia, sino solo de la Biblia en latín.
Los libros más antiguos de la Biblia fueron escritos, como es lógico, en lengua hebrea: así se formó la mayor parte de libros del Antiguo Testamento. A causa de diversas guerras, parte de la población hebrea fue desterrada (la primera gran Diáspora fue el a. 586 a. C.) y se fundaron colonias judías fuera de Israel, especialmente en la zona de territorio del imperio babilónico-asirio y en Egipto. Después de las conquistas de Alejandro Magno ( 323 a. C.) todas esas regiones quedaron imbuidas con la cultura helenística y el griego (junto al arameo) se convirtió en una lengua internacional. En este ambiente cultural es cuando en algunas comunidades judías de la Diáspora se escribieron algunos libros del Antiguo Testamento y también se realizó la primera traducción al griego de aquellos libros escritos en hebreo: es la llamada Biblia de los LXX o Septuaginta.(s. III - II a. C.). También hubo pequeñas secciones escritas en arameo.
Cuando surge el cristianismo, aunque los apóstoles y evangelistas eran todos hebreos y hablaban arameo, sin embargo no escribieron en esas lenguas, sino en griego (quizás algo en arameo), en parte porque la cultura helenística dominaba en esa región, en parte porque su propósito era llegar a ese público: así aparecieron todos los libros del Nuevo Testamento (s. I).

Ms ottob. lat. 74 (a. 1014 - 1022). Carta de san Jerónimo al papa Dámaso

Es lógico pensar que a medida que se extendió el cristianismo surgieron traducciones de los textos sagrados al latín (que era la lengua oficial del imperio y dominante en Inglaterra, Galia, Germania, Hispania, Europa oriental y norte de África) y a muchas otras lenguas regionales. En los tres primeros siglos, bajo la amenaza de las persecuciones, la traducción fue un trabajo sin duda entusiasta y sincero pero parcial y de irregular valor: alguno traduciría los salmos, otro los evangelios, alguno lo haría con más devoción que talento, pero también hubo buenas traducciones.
Después del triunfo del cristianismo (s. IV) aumentó el número de ediciones y traducciones de los textos bíblicos, pero al mismo tiempo la Iglesia se encontró con numerosos problemas internos, es decir con herejías o dudas sobre cómo interpretar diversas cuestiones de fe. El problema se agravaba por el hecho que no existía una “lista oficial” que indicase qué libros eran sagrados, ni existía una “edición oficial” de la Biblia. Además la praxis litúrgica también reclamaba uniformidad.
A estas antiguas traducciones latinas se les denomina con el título colectivo de “Vetus latina”. El primero que intentó recopilarlas de modo científico fue el monje benedictino Pierre Sabatier ( 1742). Actualmente un instituto de investigación está recopilando todos los fragmentos de esas antiguas traducciones. Hasta hoy ya han reunido 27 volúmenes.

Fue el ambicioso e inescrupuloso papa Dámaso I ( 384) quien tuvo el mérito de encargar el a. 382 a san Jerónimo ( 420) una edición fidedigna de los Evangelios y los Salmos. San Jerónimo dedicó el resto de su vida a traducir y comentar, no solo esos, sino todos los libros bíblicos. El fruto de todo su esfuerzo fue la llamada Biblia “Vulgata”.
Pero téngase en cuenta que un trabajo tan extenso no debe verse como un todo monolítico: hubo muchos libros en los que san Jerónimo casi mantuvo la misma traducción anterior a él (por ejemplo en el Nuevo Testamento solo hizo una nueva traducción de los Evangelios y una revisión más a fondo de las Cartas de san Pablo), algunos libros no los tradujo (Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, Macabeos I - II) y en el caso de los Salmos hizo tres traducciones distintas: la primera (c. 384, llamado Salterio Romano) que fue más bien una revisión de una antigua traducción latina, otra (c. 391, llamado Salterio Galicano) a partir de la versión griega de los LXX, y la tercera (c. 399, llamado Salterio iuxta hebraicum), que él consideró la mejor, a partir del texto hebreo.
A partir del s. VII la versión de san Jerónimo se convirtió en la versión dominante que todos siguieron en el mundo latino, en parte gracias a su buena acogida en la praxis litúrgica y en la jerarquía católica latina. En época carolingia se amplificó la difusión del Salterio Galicano, y quedó relegado el Salterio iuxta hebraeos que san Jerónimo había considerado el mejor. El texto dominante entonces fue la edición del erudito Alcuino de York. En el s. XIII fue la Universidad de París la que producirá la edición predominante de la Biblia de san Jerónimo.

Prólogo e inicio del libro de Isaías en una biblia carolingia (s. IX). BNF ms lat. 8847

Aunque la obra de san Jerónimo aportó un texto bastante fidedigno y una razonable uniformidad, sin embargo con el paso del tiempo se fue corrompiendo. Ya que en aquella época los libros se escribían a mano, era cosa fácil que el cansancio o el descuido introdujeran erratas en los textos. Era fácil que el siguiente copista repitiese el error y añadiese otros nuevos. Durante los claroscuros de la Edad Media y la decadencia en el conocimiento del latín, las cosas empeoraron, de modo que unos mil años más tarde, en el s. XVI, en tiempos de la Reforma de Lutero y el Concilio de Trento, de nuevo surgió la necesidad de una edición fidedigna de la Biblia y que esta vez tuviese una explícita aprobación oficial.
El 8 de abril de 1546 el Concilio de Trento decretó la revisión de la Vulgata, pero poco se hizo hasta que Pío V lo impulsó en 1569. Tras la muerte de ese papa, de nuevo la obra quedó suspendida. En 1586 de nuevo se volvió al trabajo gracias al impulso del devoto franciscano Felice di Peretto, teólogo y humanista, que con el nombre de Sixto V había sido elegido papa en 1585, y que ya había trabajado en una nueva edición de la biblia griega de los LXX y su traducción latina. Las prisas por publicar una obra tan extensa y compleja le jugaron una mala pasada y cuando publicó su Biblia el 1º de marzo de 1590, fue recibida con numerosas y justificadas críticas debido a que el texto presentaba numerosas y evidentes erratas y omisiones. Sixto V reconoció que se necesitaba una nueva edición pero la muerte (27/agosto/1590) le impidió concluir su proyecto. Siguieron en rápida sucesión tres papas, mientras la pugna entre Francia y España acrecentaban el clima de inestabilidad. En 1592 fue elegido Clemente VIII, que entre sus primeras decisiones ordenó la publicación de la llamada Vulgata Sixto-Clementina o tridentina (9/noviembre/1592). Por las circunstancias, esta edición no fue mejor que la anterior, pero no se quiso mantener una cosa así en suspenso más tiempo, quedando en el aire la idea que más adelante se volvería a realizar una revisión más a fondo. Pequeños retoques se hicieron en 1593 y 1598, pero en los siglos siguientes nadie más tuvo el valor de acometer una obra tan necesaria como dificilísima.

Adán y Eva en la Biblia de Moutier-Grandval (BL Add ms 10546, c. 830-840). Esta Biblia, producida en Tours, sigue el texto revisado por Alcuino de York
Fue recién a principios del s. XX cuando los nuevos problemas planteados por el Modernismo sobre la Biblia impulsaron al papa León XIII a crear la Pontificia Comisión Bíblica y en 1907 el papa Pío X ordenó que se iniciase una revisión crítica de la Biblia en latín. La tarea se encomendó a un grupo de eruditos benedictinos.
Pronto se vio que la tarea era de una magnitud colosal, lo cual se agravó con el estallido de la Primera y después la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo por una serie de dificultades doctrinales que impedían avanzar la obra en la dirección adecuada. Así en marzo de 1945 papa Pío XII apenas podía publicar un nuevo Salterio latino, que no contentó ni a los nostálgicos ni a los impulsores de lo nuevo, y tuvo poca repercusión. La obra prosiguió con lentitud y la comisión de benedictinos solo llegó a publicar a duras penas los libros del Antiguo Testamento.
La nuevas perspectivas en materia bíblica instauradas por el Concilio Vaticano II (1962 - 1965) finalmente despejaron las dificultades doctrinales y en 1965 Pablo VI creó una comisión que reanudase los trabajos con todo el material acumulado. Entretanto muchos estudiosos se adelantaron y sacaron sus propias ediciones, entre las cuales hay que mencionar la edición crítica de la Vulgata (Bibliae sacrae iuxta Vulgatam versionem) dirigida por Robert Weber y publicada en Stuttgart 1969 (quinta edición en 2007), y que hoy es reconocida como la mejor edición científica de la Vulgata de san Jerónimo.
La comisión vaticana publicó en 1969 el Salterio y en 1971 el Nuevo Testamento. Finalmente el 25 de abril de 1979 Juan Pablo II publicó la edición oficial de la “Nova Vulgata Bibliorum Sacrorum Editio”.
En 1986 se publicó una segunda edición de la Neovulgata latina con algunas correcciones. En 1998 se volvió a reimprimir esta última edición.

El salmo 23 en el ms Vat. lat. 17 (s. XIV), f. 181v

Para mejor visualizar las diferencias entre estas distintas ediciones, veamos el famoso Salmo 23 que en castellano comienza con las palabras “El Señor es mi pastor”.
En la primera columna la versión de la edición científica de R. Weber que es la mejor aproximación al texto original de la traducción de san Jerónimo (iuxta hebraicum). En la segunda columna la versión de la Biblia tridentina que recoge la versión más difundida en la liturgia de la Iglesia, que es traducción de la versión griega de los LXX y revisada por san Jerónimo. En la última columna la versión de la Neovulgata, que es el actual texto oficial de la Biblia católica y que debe usarse también en la liturgia en latín.

Vulgata Weber (Sal 22)
Sixto-Clementina 1592 (Sal 22)
Neovulgata (Sal 23)
1 Canticum David
1 Psalmus David.
1. Psalmus. David.
Dominus pascit me nihil mihi deerit
Dominus regit me, et nihil mihi deerit:
Dominus pascit me, et nihil mihi deerit;
2 in pasculis herbarum adclinavit me super aquas refectionis enutrivit me
2 in loco pascuae, ibi me collocavit. Super aquam refectionis educavit me;
2. in pascuis virentibus me collocavit, super aquas quietis eduxit me,
3 animam meam refecit duxit me per semitas iustitiae propter nomen suum
3 animam meam convertit. Deduxit me super semitas justitiae propter nomen suum.
3 animam meam refecit. Deduxit me super semitas iustitiae propter nomen suum.
4 sed et si ambulavero in valle mortis non timebo malum quoniam tu mecum es virga tua et baculus tuus ipsa consolabuntur me
4 Nam etsi ambulavero in medio umbrae mortis, non timebo mala, quoniam tu mecum es. Virga tua, et baculus tuus, ipsa me consolata sunt.
4 Nam et si ambulavero in valle umbrae mortis, non timebo mala, quoniam tu mecum es. Virga tua et baculus tuus, ipsa me consolata sunt.
5 pones coram me mensam ex adverso hostium meorum inpinguasti caput meum calix meus inebrians
5 Parasti in conspectu meo mensam adversus eos qui tribulant me; impinguasti in oleo caput meum: et calix meus inebrians, quam praeclarus est !
5 Parasti in conspectu meo mensam adversus eos, qui tribulant me; impinguasti in oleo caput meum, et calix meus redundat.
6 sed et benignitas et misericordia subsequetur me omnibus diebus vitae meae et habitabo in domo Domini in longitudine dierum
6 Et misericordia tua subsequetur me omnibus diebus vitae meae; et ut inhabitem in domo Domini in longitudinem dierum.
6 Etenim benignitas et misericordia subsequentur me omnibus diebus vitae meae, et inhabitabo in domo Domini in longitudinem dierum.


jueves, 28 de enero de 2016

La leyenda de la Papisa Juana (IV): redención


Este es el cuarta (y última) entrada que dedicamos a la leyenda de la Papisa Juana. Hemos visto los testimonios escritos más antiguos que se conservan y su multiforme desarrollo a lo largo del s. XIV, cuando alcanzó su máximo auge. No repasaremos las primeras voces críticas en el s. XV y las primeras refutaciones formales del s. XVI y su reaparición en el mundo protestante.


Ilustración del “De claris mulieribus” de G. Boccaccio, f. 73v, Berna 1539 (E-rara).
Para este última entrada he escogido una versión de la leyenda que aparece en una hoja agregada a un manuscrito del s. XIV, según dice el editor del Chronicon de Martín de Opava: “haec leguntur alia manu conscripta in schedula assuta in cod. 8” (i. e. biblioth. regiae Berolinensis, mss. lat. 4, n. 70, f. 141v - 224v, s. XIV).
Lo peculiar de esta versión de la leyenda es que aquí Juana no muere en el parto, sino que entra a un convento donde vive en penitencia, afirmando el autor que en su tumba se obran muchos milagros, y que incluso su hijo llegó a ser obispo.
Es el más sorprendente desarrollo de la leyenda y (creo yo) expresión genuinamente popular. Aquí el final de castigo es reemplazado por la redención: el oyente no quiere el final trágico y desesperado de la heroína; es más agradable pensar que ella se arrepintió y pudo ver a su hijo convertido en obispo, e incluso que Dios la perdonó, prueba de lo cual son los milagros obrados en su tumba: engañó a todo el mundo, destacó en sabiduría, ocupó el papado, y al final también logró evitar el castigo divino: es el encumbramiento del ingenio, de nuestra ingenua fe que de algún modo, sea lo que sea que hagamos o nos ocurra, al final siempre nos libraremos y todo saldrá bien. Nos gusta condenar enfáticamente el mal, y se espera que tras el delito llegue un castigo, pero cuando el gusto popular detecta que el delito consiste básicamente en tomarle el pelo a los ricos, sabios, santurrones y poderosos, en el fondo simpatiza con la heroína y quiere que viva y triunfe.

Interpolación (fin del s. XIV o principios del XV) en el Chronicon de Martín de Opava, en MGH, SS, t. 22, p. 428-429.
Aquí no se debe olvidar que Juan, el inglés, maguntino de cuna, se sentó [en la sede papal] ... años, 5 meses y 4 días; y [después la sede] estuvo vacante 1 mes y 3 días.
Hic pretermittendum non est quod Iohannes Anglicus, nacione maguntinus, sedit annis ...., mensibus 5, diebus 4; et cessauit mense 1, diebus 3.
Ella, siendo una muchacha, fue llevada a Atenas por un amante suyo. Ahí vistió ropa de hombre de modo que todos la creyeron varón.
Hec, puella existens, a quodam suo amasio Athenis ducta. Ibi in habitu hominis conuersa ita quod ab omnibus masculus crederetur.
De tal modo progresó en las artes liberales y en el estudio de las ciencias que no tenía igual en ningún saber.
In arcium liberalium studio et aliis scienciis sic profecit quod parem in omni sciencia non inueniebat.
Y, viniendo a Roma, enseñaba de modo tan egregio la tercera parte del trivio que los maestros de retórica de Roma se consideraban discípulos de él entre todos los filósofos.
Romamque ueniens, triuii partem terciam sic egregie legebat quod, inter philosophos, urbis Rome rethorice magistri sibi discipuli censebantur.
Y en el cuadrivio mostraba su excelencia no solo de palabra sino por la realización de muchas maravillas. Por su arte y consejo muchos prodigios se hacían en Roma.
In quadriuio uero non tantum sermone sed plurium mirabilium opera se excellentem monstrabat. Cuius arte et concilio multa de mirabilius Rome fiebant.
Finalmente este, elegido papa por unanimidad, superaba a sus predecesores en saber, conducta y obras.
Hic tandem unanimiter in papam electus, sciencia, moribus et gestu predecessoribus preminebat.
Pero al fin, vencida por la fragilidad femenina, fue preñada por cierto diácono, secretario suyo.
Tandem tamen, fragilitate feminea deuicta, a quodam dyacono, secretario suo, impregnata est.
Y ya que ignoraba el tiempo del parto, mientras venía del Laterano hacia San Pedro, en la vía que lleva al Coliseo, asaltada por los dolores del parto, parió en medio del camino.
Et cum ignorasset tempus partus, ueniendo de Laterano uersus Sanctum Petrum, in uia que ducit ad Colliseum, angustiis partus correpta, in media uia peperit.
En memoria de lo cual hasta hoy permanece una inscripción en piedra, y aquella vía se llamó “calle de la papisa”.
Cuius memoria in lapidibus sculpta usque hodie manet, uocatusque uicus ille “uicus papisse”.
Ella, tras ser recluida en un convento y tomar los hábitos, vivió tan entregada a la penitencia que su hijo llegó a ser obispo de Ostia.
Ipsa uero, in continenti deposita et religionis habitu suscepto, tam diu sub penitencia uixit, quod filius eiusdem episcopus Hostiensis effectus est.
Ella, viendo en sus últimos días que iba a morir, ordenó que se le enterrase en el lugar que parió.
Que, cum ad dies ultimos se morituram uidisset, precepit se in eo loco quo peperit, sepeliri.
Pero su hijo, no queriendo tolerar tal cosa, trasladando su cuerpo a Ostia, la enterró de modo honorífico en la iglesia mayor. Y por los méritos de ella hasta el día de hoy Dios opera muchos milagros.
Quod tamen filius eius nolens tolerare, corpus eius, apud Hostiam deferens, in maiori ecclesia honorifice tumulauit. Cuius meritis Deus usque in hodiernum diem plurima operatur miracula.
Pero ya que la genealogía de las mujeres no se inscribe en la historia sagrada, por eso en las crónicas ella no es enumerada entre los papas.
Sed quia mulierum genealogia in sacra scriptura non texitur, ideo in cronicis inter papas non enumeratur.

La vida de la papisa Juana tachado en un ejemplar de la historia papal de Plátina. Hasta ese punto llegó el celo de algunas autoridades eclesiásticas. Pero una leyenda no se puede borrar así.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La Leyenda de la Papisa Juana (III): en el s. XIV/2



Hemos visto en la anterior entrada como esta leyenda se difundió rápidamente entre la última década del s. XIII y las primeras décadas del s. XIV. Y no hemos puesto todos los autores que hacen eco de esta leyenda, pero espero que sí estén todos los más importantes.
En la segunda mitad del s. XIV la leyenda, que ya cuenta con la bendición de las crónicas e historiadores (como hemos visto en la entrada anterior), se difunde sin contradicción alguna, asumiendo el carácter de hecho histórico cierto.
Pero algo falla. No existe un único relato coherente. Los historiadores trataron de delimitar el perfil de este relato y pulirlo de los detalles más excesivos; pero era como querer dirigir el viento. El relato se había transmitido oral y libremente duramente mucho tiempo. La variedad que reflejan los textos escritos (como ya hemos notado en la primera entrada) son reflejo de lo multiforme que eran los relatos orales, cada uno subrayando uno u otro aspecto, dando una u otra explicación.
Por eso en la segunda mitad del s. XIV seguimos viendo aparecer nuevos detalles, nuevas explicaciones. Cada autor tenía un amplio menú (de los libros y lo que corría oralmente por las calles) con el cual construir la leyenda. Y algunos probablemente no dudaban en añadir algo de su propia cosecha.
Para ilustrar este período solo vamos a presentar tres obras.
N) La primera es una “Mirabilia Romae” (= Cosas dignas de ver en Roma), una especie de guía turística para los peregrinos que visitaban la ciudad. Ahí se ofrecían datos históricos, artísticos o curiosidades sobre acueductos, murallas, palacios, termas, iglesias, etc. La primera “Mirabilia” fue escrita a mitad del s. XII y tuvo mucho éxito, así que fue copiada y ampliada en los siglos siguientes. Otros también escribieron obras similares, como por ejemplo el “Itinerarium Eisidlense” (que proponía al lector ocho rutas para pasear por Roma, explicando las maravillas que encontraría en cada recorrido) u otras que indicaban las iglesias, sus reliquias y las indulgencias que se ganaban en cada una de ellas.
En una edición ampliada de las “Mirabilia” del a. 1375 encontramos un par de referencias a nuestra leyenda.

ms. Vat. lat. 4265 (a. 1375), en Gustavus Parthey, Mirabilia Romae, Berlín 1869, p. 51 - 52.
.... en la [basílica] Lateranense, delante del atrio, está la "sede estercolera", donde se dice que el papa se debe sentar cuando es consagrado [en el puesto de] san Pedro. Y dice: “Plata y oro no tengo, pero lo que tengo, te doy”. (Hech 3: 6)
... in Laterano, ante ambitum, est "sedes sterquilinii", ubi papa ducitur ad sedendum, cum ad sanctum Petrum est consecratus. Et dicit: “Argentum et aurum non est michi, quod autem habeo, hoc tibi do”.
En el piso superior del palacio [Lateranense], ante [la capilla de] el “Santo de los Santos”, hay dos sedes, en las que se investiga si el papa es hombre o mujer.
Supra palatium, ante “Sancta Sanctorum”, sunt due sedes, in quibus consideratur papa, an masculus sit an femina.

Ibidem, p. 56
Ítem, junto al Coliseo, en la vía, está puesta una estatua que se dice es la papisa con su hijo; cuyo cuerpo está sepultado en el campo junto a San Pedro.
Item, iuxta Caliseum, in platea, iacet ymago que dicitur papa femina cum puero; cuius corpus ad Sanctum Pitreum in bonio [= bonna] est sepultum.
Ítem, ahí mismo, en la vía está la Majestad [= ángel] del Señor, que cuando ella pasaba le dijo: “De ningún modo pasarás”. Y ya que ella pasó, rompió aguas y arrojó del vientre al infante; por eso hasta hoy el papa no transita esa vía.
Item. ibidem, in platea est Maiestas Domini, que ei transeunti dixit: “Quomodo non transibis”. Et cum transiit, rupta fuit et reiecit de uentre infantem; unde papa adhuc non transibit uiam illam.

Notemos esta variante en la que se incluye (además de la estatua de la supuesta papisa y su hijo) otra estatua situada en las inmediaciones que es interpretada como figurando un ángel. Además no se alude a la inscripción y el sepulcro se traslada a las inmediaciones de San Pedro.

Representación de la papisa Juana. Boccaccio, Des Cleres et Nobles Femmes, BNF, ms fr 599 (s. XV), f. 88r

O) La segunda es el texto de Boccaccio sobre la papisa. Esta versión alcanzó gran difusión en su época por la fama del autor. El pasaje es largo pero quiero exponerlo completo porque aunque es un texto muchas veces citado, sin embargo es prácticamente imposible encontrarlo on line para el lector en lengua castellana.
Aparte de algunas pequeñas variantes (la más notable es que la llama Gilberta, conectando con la leyenda del papa-mago Gilberto), lo más interesante es el esfuerzo del autor para conciliar los datos y que el relato suene coherente (lo de inglés y de Maguncia, el primer amante muere, se subraya la tentación y la lujuria para explicar su error y descubrimiento). También es interesante desde el punto de vista del latín, por la elegancia del autor.

Giovanni Boccaccio, De mulieribus claris, cap. 98, BNF ms. lat. 6069N, f. 46v / ms. lat. 6069O, f. 61r - v; ambos del s. XV.
Sobre la papisa inglesa Juana
De Iohanna anglica papa
Juan, aunque por nombre parezca ser varón, sin embargo por sexo fue mujer. Su inaudita temeridad hizo que fuese famosísima en todo el orbe y recordada por la posteridad.
Iohannes, esto uir nomine uideatur, sexu tamen femina fuit. Cuius inaudita temeritas ut orbi toto notissima fieret et in posterum nosceretur effecit.
Aunque algunos dicen que su patria fue Maguncia, apenas se sabe sobre su verdadero nombre. Aunque hay quienes dicen que se llamaba Gilberta.
Huius etsi patriam maguntinam quidam fuisse dicant, quod proprium fuerit nomen uix cognitum est. Esto sint qui dicant fuisse Gilibertam.
Esto consta por el testimonio de algunos: siendo ella una doncella se enamoró de un joven estudiante; al cual dicen que amaba tanto que, dejando la timidez juvenil y el temor femenino, huyó a escondidas de la casa paterna, y cambiando de ropas y su nombre de joven, siguió a su amante.
Hoc constat assertione quorundam: eam uirginem a scolastico iuuene dilectam; quem adeo dilexisse ferunt ut, posita uerecundia uirginali atque pauore femineo, clam e domo patris effugeret, et amasium adolescentis in habitu et mutato sequeretur nomine.
Estudiando con él en Inglaterra, creyendo todos que era un clérigo, se consagró a Venus y al estudio de las Letras.
Apud quem in Anglia studentem, clericus existimatus ab omnibus, et Ueneri et litterarum militauit studiis.
De ahí, tras morir su joven amante, sabiendo ella el valor de su ingenio y atraída por la dulzura de la ciencia, reteniendo su ropa varonil, no quiso entregarse a otro hombre ni confesar que era mujer.
Inde, iuuene morte subtracto, cum se cognosceret ingenio ualere et dulcedine traheretur scientie, retento habitu, nec adherere uoluit alteri nec se feminam profiteri.
Todo lo contrario; aplicándose con tesón al estudio, hasta tal punto progresó en las artes liberales y estudios sagrados que era considerado superior a todos los demás.
Quin immo; studiis uigilanter insistens, adeo in liberalibus et sacris litteris profecit ut prae ceteris excellens haberetur.
Y así, dotada de una admirable erudición, ya en edad madura, se dirigió de Inglaterra a Roma. Y ahí, enseñando el trivium durante algunos años, tuvo insignes alumnos.
Et sic, scientia mirabili predita, iam etate prouecta, ex Anglia se Romam contulit. Et ibidem, aliquibus annis in triuio legens, insignes habuit auditores.
Y ya que además del saber era apreciada por su singular honestidad y santidad, creyéndola todos un hombre, por eso, siendo conocida por muchos, al morir el sumo pontífice León V, fue elegida al papado en lugar del difunto por común acuerdo de los cardenales; y se llamó Juan, que si hubiese sido varón, hubiese sido el número VIII.
Et cum praeter scientiam singulari honestate ac sanctitate polleret, homo ab omnibus creditus, et ideo, notus a multis, soluente Leone Quinto pontifice summo carnis debitum, a uenerandissimis patribus communi consensu pro mortuo in papatu suffectus est; nominatusque Iohannes, cui, si uir fuisset, ut Octauus esset in numero contigisset.
Pero ella, no temiendo ocupar la Cátedra del Pescador y participar, celebrar y administrar a otros todos los sagrados misterios, que a ninguna mujer le está permitido por la religión cristiana, ocupó por unos años el culmen del apostolado, y una mujer ejerció el vicariato de Cristo en la tierra.
Quae tamen, non uerita ascendere Piscatoris Cathedram et sacra misteria omnia, nulli mulierum a christiana religione concessum, tractare, agere et aliis exhibere, apostolatus culmen aliquibus annis optinuit, Christique uicariatum femina gessit in terris.
En verdad desde lo alto Dios, apiadado de su pueblo, no soportó que una mujer retenga tan insigne puesto, presida a tal pueblo y lo engañe con tan infausto error. Y a esta, que osaba lo indebido y no se detenía, la abandonó a su suerte.
Sane ex alto Deus, plebi sue misertus, tam insignem locum teneri, tanto presideri populo, tamque infausto errore decipi a femina passus non est. Et illam, indebita audentem nec sinentem, suis in manibus liquit.
Por eso, persuadida por el diablo, que la había inducido y la mantenía en tan impía audacia, de modo que la que como particular había guardado una singular honestidad, elevada en tan sublime pontificado cayó en el ardor de la lujuria; y a ella, que había sabido fingir otro sexo mucho tiempo, no le faltó astucia para saciar su lujuria.
Quamobrem, suadente dyabolo, qui eam in tam scelestam deduxerat atque detinebat audaciam, ut que priuata precipuam honestatem seruauerat, in tam sublimi euecta pontificatu in ardorem deueniret libidinis; nec ei, que sexum diu fingere nouerat, artes ad explendam defuere lasciuiam.
Pues de un paje, que a escondidas accedió al sucesor de Pedro y le rascó su ardiente comezón, ocurrió que la papisa quedó embarazada. ¡Oh crimen infame! ¡Oh invicta paciencia de Dios!
Nam adiumento, qui clam Petri successorem conscenderet et exurentem pruriginem defricaret, actum est ut papa conciperet. O scelus indignus! O inuicta pacientia Dei!
¿Qué pasó finalmente? A esta, que por mucho tiempo había podido fascinar los ojos de los hombres, le faltó ingenio para ocultar este parto impuro.
Quid tandem? Ei, que fascinare diu oculos potuerat hominum, ad incestuosum partum occultandum defecit ingenium.
Pues, adelantándose inesperadamente el plazo, mientras desde el Janículo iba al Laterano celebrando una sagrada procesión, entre el Coliseo y la iglesia del Papa Clemente, sin ayuda de una partera, con dolor, dio a luz públicamente.
Nam, cum is preter spem propinquior esset termino, dum ex Ianiculo amburbale sacrum celebrans Lateranum peteret, inter Coloseum et Clementis Pontificis aedem, obstetrice non uocata, enixa, publice paruit.
Arrojada de ahí a las tinieblas exteriores por los cardenales, por este fraude, con el que por tanto tiempo había engañado, excepto a su amante, a todos los hombres, murió la miserable entre llantos.
Qua fraude tamdiu, preter amasium, ceteros decepisset homines et, hinc a patribus in tenebras exteriores abiecta, cum fletu misella abiit.
Para execrar esta obscenidad y continuar el recuerdo de su nombre hasta hoy, los sumos pontífices, al celebrar las rogativas con el clero y el pueblo, ya que execran el lugar del parto que está situado en medio de su itinerario, omitiéndolo, se desvían por vías apartadas y por callejas, y así, una vez dejado atrás ese lugar detestable, retomando [su camino], acaban el itinerario que comenzaron.
Ad cuius detestandam spurciciem et nominis continuandam memoriam in hodiernum usque, summi pontifices, rogationum cum clero et populo sacrum agentes, cum locum partus medio eius in itinere positum abominentur, eo omisso, declinant per diuerticula uicosque, et sic, loco detestabili postergato, reintrantes, iter perficiunt quod cepere.
“arrojada a la tinieblas exteriores” equivale a condenada al infierno (Mt 8: 12; 25: 30).
“murió la miserable” también puede traducirse “partió ....”, pues el verbo “abiit” tiene ambos significados.
“entre llantos”, pero en varios textos aparece “cum fetu”, entonces sería “con el bebé”.
Nótese que he optado por la variante más conforme a la versión tradicional, es decir, que la papisa y su hijo mueren ahí mismo. Sin embargo puede parecer que Boccaccio a propósito deja el punto ambiguo; y si tomásemos la segunda traducción, sea que se trate de “partió con llantos” o “partió con su bebé”, estaríamos ante otra variante de la leyenda, en la que la heroína no muere. Esta nueva formulación de la leyenda la veremos en la siguiente entrada.

P) El mismo Boccaccio abordó este personaje en otra obra, en la que él encuentra, dialoga y reflexiona sobre personajes que tras conocer la gloria cayeron en desgracia. Ningún nuevo dato añade a lo ya visto, pero lo he querido incluir por su valor literario.

Giovanni Boccaccio, De casibus virorum et mulierum illustrium, lib. 9, cap. 6, f. 131v-132r (1475, incunable Ghent University). También: París 1520 (BSB) y Ausburgo 1544 (Österreichische NB)
Y he aquí que se alza una mujer, la cual, vestida con ropa pontifical y el cabello cortado hasta las orejas, parecía más un sacerdote que una mujer.
Et ecce mulier astitit, que, induta pontificalibus et deciso tenus aures crine, sacerdos pocius uidebatur quam femina.
A ella, aunque mucho lloraba, sin embargo maravillado yo oí que, tras dejar a sus padres de Maguncia, siguiendo clandestinamente a un joven al que amaba, había estudiado con él disfrazada con ropa varonil.
A qua ego, etsi plurimum fleret, mirabundus tamen accepi quod, moguntinis parentibus relictis, clam secuta iuuenem quem diligebat, secum incognita uirili in habitu studuisset.
Y tras la muerte de él, conservando la ropa [varonil] y la castidad, progresó tanto en los estudios liberales y sacros que entre los ingleses era considerado un hombre (no una mujer) célebre.
Eoque morte subtracto, in liberalibus sacrisque literis, habitu et castitate seruata, profecisset adeo ut apud anglos homo, non femina, celebris haberetur.
Y pasando los años, habiendo ido ella de Inglaterra a Roma, y enseñando ahí el trivium y teniendo ilustres alumnos, fue tan apreciada por todos que, al morir el papa León Quinto, imperando Lotario I, fue llevada al pontificado supremo, y recibió el ínclito nombre de Juan.
Et labentibus annis, dum se Romam ab Anglia contulisset, ibique triuium legeret illustresque haberet auditores, tante apud omnes opinionis fuit ut, mortuo Leone papa Quinto, imperante Lothario Primo, ad pontificatum maximum traheretur, et Iohannis sortiretur inclitum nomen.
Durante el pontificado, subyugada por la lujuria, quedó preñada; [y] yendo del Janículo al Laterano, entre el Coliseo y la iglesia de [San] Clemente, se decía que parió ante la mirada de todos.
In quo, subeunte libidine, pregnans effecta; petens ex Ianiculo Lateranum, inter Coloseum et Clementis sacellum, cunctis aduertentibus, peperisse dicebatur.
Y por eso, habiendo sido arrojada del ápice del pontificado, tras ocuparlo dos años, siete meses y unos días, se lamentaba que se había convertido en una mujercita miserable.
Et ob id, ex apice pontificatus, cum duobus annis et septem mensibus et diebus aliquibus sedisset, deiecta, misellam mulierculam deuenisse querebatur.
¡Oh ínclito Dios! ¿Qué no osan las mujeres? Ella tendió al pontificado los lazos de la honorabilidad y los estudios y casi por tres años, cumpliendo su deseo, lo obtuvo. Sin duda me hubiese reído, si no me lo hubiese impedido la dignidad [pontifical] burlada.
O Deus inclite! Quid non audent mulieres?Honestate et studiis hec laqueos pretendit papatui et fere per triennium, uoti compos effecta, possedit. Risissem equidem, ni lusa dignitas obstitisset.