El O Domine Iesu Christe
es un himno medieval conocido sobre todo porque fue el tema de
famosas composiciones polifónicas renacentistas, como las de Josquin
des Prez (¿1455
- 1521) o del italiano Giovanni
Pierluigi da Palestrina (1525 - 1594), aunque ellos usaron solo
algunas de las oraciones del himno.
El himno pertenece al tipo de
oraciones que en los breviarios solían recibir el nombre genérico
de De Passione Domini. Como tantas otras oraciones medievales,
era atribuida al papa Gregorio Magno (540 - 604). Sin embargo su
origen quizás debe buscarse en el entorno franciscano, y es probable
que el autor de las cinco primeras estrofas sea Nicolas IV (1227 -
1292), primer papa franciscano, y el papa Sixto IV (1414 - 1484), que
también fue franciscano, sería el autor de la cuarta y quinta
estrofa (que claramente tienen otro estilo).
Esta oración la encontramos en
los manuscritos desde finales del s. XIV y fue muy popular en toda
Europa, apareciendo frecuentemente en los devocionarios llamados
Horae, porque estaban estructurados según la llamada
"Liturgia de las Horas", que eran las oraciones que se
realizaban en las catedrales y en los monasterios a lo largo del día
(el oficio completo incluía: Matutinae, Laudes, Prima,
Tertia, Sexta, Nona, Vesperae y Completae).
Por su contenido el himno O Domine Iesu Christe se prestaba para ser usado en actos penitenciales públicos y privados durante la Cuaresma o la Semana Santa. Y aunque esta oración no fue incluida ni en el Breviarium Romanum ni en la liturgia reformada por el concilio de Trento (s. XVI), se mantuvo viva como una oración privada, gracias a la difusión de breviarios que se multiplicaron con la aparición de la imprenta.
Por su contenido el himno O Domine Iesu Christe se prestaba para ser usado en actos penitenciales públicos y privados durante la Cuaresma o la Semana Santa. Y aunque esta oración no fue incluida ni en el Breviarium Romanum ni en la liturgia reformada por el concilio de Trento (s. XVI), se mantuvo viva como una oración privada, gracias a la difusión de breviarios que se multiplicaron con la aparición de la imprenta.
Hore beate virginis Marie ad usum Sarum , p. 95-96 (París, hacia 1505, pergamino 19, 4 º, en Det Kongelige
Bibliotek de Copenhague), en la que podemos leer una versión del O Domine Iesu Criste.
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El texto definitivo del himno
contiene siete oraciones, pero como es habitual, existen variaciones
del texto según qué manuscrito consultemos. Aquí sigo el texto
usado por Palestrina (él usó solo la segunda estrofa) y por Josquin
(él uso todas excepto la 4ª y 5ª estrofas).
Las variantes más comunes se
hallan en la 3ª estrofa (sit vita animae meae) y al final de
la 7ª estrofa (quando anima tua nobilissima de benedicto corpore
tuo est egressa).
O Domine Iesu Christe,
adoro te in cruce
pendentem
et coronam spineam in
capite portantem.
Deprecor te, ut ipsa
crux liberet me
ab
angelo percutiente.
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Oh señor Jesucristo,
te adoro colgado en la cruz
y llevando una corona espinosa
en la cabeza.
Te ruego que tu cruz me libere
del
ángel castigador.
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O Domine Iesu
Christe,
adoro te in cruce
vulneratum,
felle et aceto
potatum.
Deprecor te, ut tua
vulnera
sint
remedium animae meae.
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Oh Señor Jesucristo,
te adoro herido en la cruz,
abrevado con hiel y vinagre.
Te ruego que tus heridas
sean
remedio de mi alma.
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O Domine
Iesu Christe,
adoro te
in sepulchro positum,
myrra et
aromatibus conditum.
Deprecor
te ut mors tua
sit vita meae. |
Oh Señor
Jesucristo,
te adoro
puesto en el sepulcro,
embalsamado
con mirra y perfumes.
Te ruego que
tu muerte
sea mi vida.
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O Domine
Iesu Christe,
adoro te
descendentem ad inferos
liberantemque
captivos.
Deprecor
te ne permittas
me illuc
introire. |
Oh Señor
Jesucristo,
te adoro pues
bajaste al infierno
y liberaste a
los cautivos.
Te ruego que
no permitas
que yo entre
allí.
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O Domine
Iesu Christe,
adoro te
resurgentem a mortuis,
ascendentem
in coelis
et sedentem
a dextris Dei Patris.
Deprecor
te miserere mei. |
Oh Señor
Jesucristo,
te adoro
resucitando de entre los muertos,
ascendiendo
al cielo
y sentado a
la diestra de Dios Padre.
Te ruego
tengas piedad de mí.
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O Domine
Iesu Christe,
pastor bone,
iustos conserva,
peccatores
iustifica,
omnibus
fidelibus miserere,
et propitius
esto mihi peccatori. |
Oh Señor
Jesucristo,
oh buen
pastor, salva a los justos,
justifica a
los pecadores,
apiádate de
todos los fieles
y sé benigno
conmigo, pecador.
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O Domine
Iesu Christe,
propter illam
amaritudinem,
quam pro me
sustinuisti in cruce,
maxime
in illa hora,
quando
sanctissima anima tua
egressa
est de corpore tuo:
miserere
animae meae in egressu suo.
Amen. |
Oh Señor
Jesucristo,
por aquella
amargura
que por mí
soportaste en la cruz,
sobre todo en
aquella hora,
cuando tu
santísima alma
salió de tu
cuerpo:
apiádate de
mi alma en su final.
Amén.
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Las cinco primeras estrofas
tienen una estructura bien definida que se divide en tres partes: se
abre con una invocación a Cristo, luego se contempla una escena de
su pasión, y finalmente concluye con una súplica.
En la 2ª estrofa el verso felle
et aceto potatum hace referencia al detalle relatado por los
Evangelios, en que un soldado le acerca una esponja empapada con
vinagre (Mt. 27, 48; Mc. 15, 36; Lc. 23, 36; Jn. 19, 29). La
referencia a la hiel no aparece en los Evangelios, pero es frecuente
incluirla por el salmo 69, 22: et dederunt in escam meam fel et in
siti mea potaverunt me aceto (en mi comida pusieron hiel y
abrevaron mi sed con vinagre), que es interpretado como un anuncio de
la pasión de Cristo.
Por último hay que notar que, aunque en los textos del s. XVI-XIX suele escribirse Jesus (con J, según una deformación muy arraigada en aquella época), es una inútil fidelidad mantener esa escritura errónea en las nuevas ediciones. También en los textos litúrgicos oficiales de la Iglesia católica se ha desterrado el uso de la J. En cualquier caso la pronunciación es la misma.
Muchas felicidades por la investigación tan minuciosa. Este himno lo encontre en la Catedral de Puebla (Mexico) tomado por uno de nuestros mas grandes compositores del periodo colonial, el Maestro de Capilla Juan Gutierrez de Padilla.
ResponderEliminarLa magnífica música del maestro J. Gutierrez de Padilla, así como la de otros compositores latinoamericanos de aquella época, por desgracia todavía no es bastante conocida. Me alegro que te haya servido el artículo y gracias por recordarnos ese genial compositor.
ResponderEliminarMuy completa la referencia histórica.
ResponderEliminarMuchas gracias. Me ha gustado así. Buscaré la versión musicalizada.
ResponderEliminarSencillamente hermosa esta oración. Gracias por este gran trabajo.
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