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martes, 30 de abril de 2019

San Vicente Ferrer, la trompeta del juicio final


El pasado 5 de abril se cumplieron 600 años de la muerte del valenciano Vicente Ferrer, sin duda el más exitoso orador entre finales del s. XIV e inicios del s. XV, que atrajo multitudes en España, Francia, y ciudades del norte de Italia, Suiza, Flandes y Bélgica. Este fraile dominico es uno de los muchos que a pesar de haber sido personajes ilustres de su tierra y más allá de sus fronteras, sin embargo hoy su recuerdo se difumina y poco a poco se desdibuja para la mayoría, quedando reducido a unos pocos tópicos folclóricos.
A partir de muchas conjeturas los estudiosos están de acuerdo actualmente en que debió nacer el 23 de enero de 1450. Hasta hoy se conserva en el centro histórico de Valencia la casa familiar donde nació, en el seno de una acomodada familia catalana que había emigrado a Valencia. A los 17 años toma el hábito en la Orden de Predicadores (dominicos) y pronto destacó por su inteligencia, devoción y elocuencia. En 1378 es ordenado sacerdote y por su fogosidad y eficacia en la predicación atrajo la atención de muchos, entre ellos el entonces cardenal Pedro de Luna (futuro Benedicto XIII o Papa Luna), que como legado del papa de Avignon defendía la legitimidad de este frente al papa de Roma. Este encuentro marcará decisivamente la vida de Vicente, implicándolo en las más delicadas cuestiones diplomáticas y políticas que aquejaban la Península y toda la Cristiandad.
Retablo de san Vicente Ferrer con san Sebastian y san Roque. Museo de la ciudad de Rimini (Italia). Foto de JoJan en Wikimedia Commons
En 1380 Vicente acompaña a Pedro de Luna en su viaje por las cortes de Aragón, Navarra, Castilla y Portugal y en los años siguientes lo vemos alternando su oficio de predicador popular con misiones diplomáticas junto a Pedro de Luna. En 1394 este astuto cardenal se convierte en papa de Avignon con el nombre de Benedicto XIII y al año siguiente manda llamar a Vicente a la corte papal y lo nombra su confesor privado, penitenciario apostólico y maestro del sacro palacio. Parecía que Vicente podía quedar atrapado en las telarañas de la vida cortesana y burocrática, pero su vida toma otro rumbo cuando sufre una grave fiebre (octubre 1398) y tiene una visión en la que Cristo acompañado de santo Domingo, san Francisco y los ángeles le manda convertirse en pregonero del evangelio. También debió influir su ánimo la postura del rey de Francia, que harto de la negativa de Benedicto XIII a renunciar para solucionar el cisma, intentó tomar por asalto el castillo de Avignon a finales de ese año. Sea como sea, Vicente primero deja el palacio papal y se retira al convento de su Orden en Avignon y aunque todavía realiza algunas misiones diplomáticas en nombre del papa Luna, a partir de noviembre de 1399 abandona Avignon y se entrega de lleno a una infatigable predicación itinerante que lo llevará por media Europa. A partir de entonces Vicente se fue distanciando física e ideológicamente del papa Luna, que en sus momentos de debilidad prometía dejar el papado, solo para ganar tiempo y obtener una posición más fuerte y luego cerrar toda solución declarándose único papa legítimo, cegado por su propia ambición y testarudez.
Vicente iba de pueblo en pueblo a pie, sin ninguna pompa y despojado de toda riqueza o provisiones, queriendo cumplir literalmente el mandato de Cristo. Su mensaje general era de penitencia ante la cercanía del terrible juicio final de Dios, y en especial fustigaba con dureza a clérigos y religiosos para reformar la Iglesia. Su preocupación no solo se limitaba a cuestiones íntimas del alma sino a las lacras sociales que flagelaban la sociedad de su época. Así funda en 1410 una cofradía para atender a los niños huérfanos y abandonados de Valencia (que prosigue su obra hasta hoy en el Colegio imperial niños huérfanos san Vicente Ferrer). Dos décadas antes ya se había esforzado en Valencia por convertir y sacar de la prostitución a las infelices que habían caído en esa red y que en gran número vagaban por sus calles. También se preocupó por sosegar el espíritu belicoso y vengativo que producía frecuentes matanzas entre bandos rivales de una misma ciudad. Como prueba de la alta estima y confianza de sus conciudadanos en 1412 fue uno de los tres compromisarios nombrados por Valencia para participar en el llamado Compromiso de Calpe (donde se decidió quién ostentaría la corona de Aragón, ya que Martín el Humano había muerto sin un hijo legítimo).
 
Vicente sosiega los bandos enfrentados en Valencia. Cerámica en la Catedral de Santa María de Valencia. Foto de Enfo en Wikimedia Commons

Aunque nos han llegado numerosos sermones suyos en latín y en valenciano, en realidad se tratan de resúmenes o transcripciones apresuradas que hicieron asistentes a sus sermones, por lo cual en ellos por lo general solo podemos apreciar un pálido reflejo de aquella oratoria que seducía multitudes. De todos modos entre ellos podemos hallar algunas instantáneas que nos muestran su estilo popular y coloquial, con ejemplos vivos y eficaces, acompañados de efectos sonoros y gestos teatrales, como en este monólogo:

Roque Chabás, Estudio sobre los sermones valencianos de san Vicente Ferrer, Madrid 1903, p. 102. (La traducción es mía para los que no conocen la bella lengua valenciana).

Ahora los padres y las madres enseñan malas costumbres [a sus hijos].
Ara los padres e les mares malavida ensenyen.
Di, buen hombre, ¿tienes algún hijo? - Ahora tiene seis, siete o doce años. - ¿Y qué le dices?
Di, bon hom, ¿has tu nengun fill? - Ara, ha sis anys o set o dotze anys. - ¿E qué li dius?
- Ahora, hijo mío, lleva al costado derecho esta daguita, y si alguien te dice "bif", tú dile "baf". Demuestra, hijo mío, de quién eres [hijo], y si te dicen una mala palabra, replica enseguida.
- Ara, mon fill, porta al costat dret aquesta dagueta, e si degú te diu "bif", tu dili "baf". Mostra, mon fill, de qui es, e si t'dien mala paraula, tornalila tantost.
Y vosotras, esposas, ¿qué enseñáis a vuestras hijas? ¡Ahh!
E vosaltres, dones, ¿a vostres filles que els ensenyau? ¡haa!
- Ahora mira, hija mía, así te maquillarás; mira, coge así el espejo: y este pelito tíralo así. ¿Y no ves que así no está bien? ¡Eh! hija mía, así bailarás, de costadito, y así harás esta vuelta.
- Ara vet, ma filla, axí te afaytarás; vet, pren axí lo mirall: e aquest pelet tira'l axí. ¿E no veus tu que no y está be? ¡Eh! ma filla, axí ballarás, de costadet, e axí farás aquesta bolta.
La madre se hace alcahueta de la hija ¡y al infierno tú y ella!
La mare se fa alcavota de la filla e a infern tu e ella.

En el s. XIX se acusó a Vicente de haber dirigido la matanza de judíos que ocurrió en Valencia en 1391. Repelida tal calumnia por la fuerza de los hechos, sin embargo entre muchos todavía hoy persiste la leyenda negra según la cual Vicente es culpable al menos como autor intelectual, en cuanto que con sus homilías supuestamente habría sembrado el odio contra los judíos. Lo cierto es que en sus homilías encontramos muchas veces lo contrario: "Los apóstoles que conquistaron el mundo, no llevaban lanza y cuchillo, y por eso ... los cristianos no deben matar a los judíos con cuchillos, sino con palabras" (Chabás, p. 84). Para Vicente el judío no es un enemigo que se ha de exterminar sino una oveja perdida que se ha de convertir a Cristo por medio de la persuasión, nunca por la violencia. Y critica con dureza a los cristianos viejos que desprecian a los conversos: "hay muchos cristianos dementes que no se alegran [con los conversos], a los que deberían abrazarlos, honrarlos y amarlos, pero hacen lo contrario, y los menosprecian porque han sido judíos, y no deberían hacerlo, pues Jesucristo fue judío y la Virgen María antes de ser cristiana fue judía" (Chabás, p. 85). La violencia en la Europa medieval contra los barrios judíos existió antes, durante y después de san Vicente y los estudios más serios hallan sus raíces en motivos más políticos, sociales y económicos que religiosos. Seguramente algunas cosas que Vicente dijo en el ardor de la polémica fueron injustas u ofensivas, seguramente algunos aspectos de su esfuerzo por convertirlos no son aceptables para nuestra sensibilidad actual (los judíos eran obligados a asistir a los sermones bajo pena de multa), pero cada hombre debe ser juzgado en su contexto histórico. Si realmente Vicente hubiese seguido el lema de "conversión o muerte", entonces seguramente que a su paso no hubiese subsistido ninguna comunidad judía o musulmana. La gran preocupación que Vicente mostró en todas partes por predicar y convertir a musulmanes y judíos, incluso el gesto simbólico de llevarlos dentro del perímetro de una cuerda (representando que eran pescados por Cristo) para un sermón especialmente dedicado para ellos, sin duda tuvo un poderoso efecto favorable entre sus vecinos cristianos: la solicitud salvífica de Vicente, y por tanto de Cristo y la Iglesia, también abrazaba a judíos y musulmanes, luego ellos también ocupaban un puesto e importaban.
En enero de 1416 Vicente rompió definitivamente con el papa Luna, que quedó aislado y abandonado por todos en su refugio de Peñíscola. Superado ese obstáculo finalmente se pudo poner fin al cisma en 1417 con la elección del papa Martín V. El 5 de abril de 1419 la muerte alcanza a Vicente, que predicaba en Vannes, un pueblo marítimo en la Bretaña francesa, donde fue enterrado y se le recuerda honoríficamente. Fue canonizado en 1455 y ese mismo año, a partir de las actas del proceso de canonización el obispo siciliano Pietro Ranzano escribió su Liber de vita beati Vincentii, la primera biografía del nuevo santo.
Hornacina que conmemora el balcón de san Vicente Ferrer en Bocairent (Valencia). En numerosos pueblos se recuerda el lugar desde donde Vicente predicó. Foto de Enrique Íñiguez Rodríguez en Wikimedia Commons.
Como homenaje al predicador valenciano quiero publicar la primera reseña biográfica que se hizo de él, antes que fuese elevado a los altares. La escribió el notable teólogo dominico alemán Johannes Nider hacia 1437/8 en su obra más famosa, titulada Formicarius. Nider construye su Formicarius (Hormiguero) como un diálogo entre un teólogo y un cristiano perezoso y tardo en reconocer las maravillas que Dios obra en todo momento. A través de diversas alegorías tomadas de las hormigas expone sus enseñanzas morales sobre la vida cristiana y los peligros que la acechan. Al mismo que tiempo ilustra su doctrina con ejemplos tomados de otros autores, de testigos fidedignos o de su propia experiencia.
Hace años publiqué una parte del Formicarius, su libro V: "Sobre los brujos y sus decepciones", editado a partir de los ejemplares incunables, y del cual estoy actualmente preparando una segunda edición, esta vez a partir de varios de los manuscritos más antiguos. Espero tenerla lista para este verano. [septiembre 2019: Ya está publicada. Más información en mi Librería Medieval]


Johannes Nider, Formicarius, libro II, cap. 1 (Codex Campililiensis 113, Abadía cisterciense de Lilienfeld, Austria, 1458, f. 25v - 26r). Algunas correcciones (las palabras subrayadas) están tomadas del ms. W 342 del Historische Archiv Köln, 1460-1475.
El perezoso: Ya que veo que estoy libre de los nudos de las objeciones planteadas, pido que des un ejemplo del propósito principal [del tema] para que veamos algún varón de nuestros tiempos, que haya brillado en su conducta, vida espiritual y doctrina.
Piger: Quia de obiectis me absolutum uideo questionum nodis, peto da exemplum de principali proposito ut modernum uirum uideamus aliquem qui in actuali, theorica uita et in doctrinali fulserit.
El teólogo: Toma el caso del maestro Vicente del reino de Aragón, egregio profesor de nuestra Orden y de Sagradas Escrituras, el cual, ocupando largo tiempo el cargo de penitenciario en la Curia Apostólica, sembró exitosamente la palabra de Dios por casi todo el orbe.
Theologus: Magistrum Uincentium accipito de regno Arragonie, nostri Ordinis et Sacre Pagine professorem egregium, qui, diu penitenciarie gerens officium in Curia Apostolica, tandem per orbem pene Dei uerbum seminauit graciosissime.
Cuando la salud se lo permitía, viajaba mucho a pie, cuando los tenía mal solo permitía que lo llevaran a lomos de un borriquillo.
Pedes, quando ualitudo sinebat, diu ambulauit, quibus infirmatis non nisi aselli tergo uehi uoluit.
Voluntariamente vivió en pobreza, siempre evitó comer carne y se entregó con celo a los ayunos de su Orden y de la Iglesia.
In paupertate uoluntarie uixit, esum carnium semper uitauit et ieiuniis et Ordinis et Ecclesie sedulo instetit.
Pero donde y en cuanto podía, ya que se recreaba en la contemplación, evitaba la presencia de los seglares, salvo cuando la edificación del prójimo lo obligaba a lo contrario.
At ubi et quantum ualebat, contemplacioni uacans, secularium uitauit presenciam, nisi quando edificacio proximi ad contrarium coegit.
Parece que en esa contemplación recibía por divina revelación la discreción, las palabras y los gestos, que de modo divinísimo expresaba y mostraba en sus sermones.
In qua contemplacione hausisse uidetur diuina reuelacione sensus, uerba et gestus, que diuinissimo modo effundebat et ostendebat in sermonibus.
Pues fue tan exitoso en [predicar] la palabra de Dios que en esto no se le podrían equiparar ni los santos padres suyos y nuestros, es decir Domingo [de Guzmán], Pedro [de Verona] y Tomás [de Aquino].
Tam enim graciosus in Dei uerbo fuit ut nec sui sancti patres et nostri ei in hoc equiparari potuerint, Dominicus uidelicet, Petrus et Thomas.
En verdad de villa en villa y de reino en reino lo seguían tantos miles de gentes de ambos sexos, no solo plebeyos y rústicos sino también graduados en teología, derecho canónico y civil y diversos religiosos, de modo que en su compañía se nutrieron mercaderes y hombres de casi todos los oficios.
Nam de uilla ad uillam, de regno ad regnum tam multa milia sequebantur eum utriusque sexus homines, non solum plebei et simplices sed eciam de iure diuino, canonico et ciuili graduati et religiosi uarii, ut in concomitatu se pene omnium mechanicarum arcium uiri et mercatores nutrirent.
Llevó consigo muchos frailes de diversas órdenes, a los cuales subdelegó la autoridad apostólica, que primero obtuvo de monseñor Pedro de Luna y, tras ser depuesto aquel por el Concilio de Constanza, lo obtuvo de nuevo del mismo [Concilio] para oír confesiones, y así de muchos pecadores reunió un grandísimo pueblo de penitentes para Cristo.
Habuit plures secum de diuersis religionibus fratres, quibus auctoritatem apostolicam subdelegauit, quam primum habuit a domino Petro de Luna et, eo per Concilium Constanciense deposito, habuit ab eodem secundario pro confessionum audientia, sicque de diuersis peccatoribus Christo maximum colligit penitentium populum.
Apenas hubo una iglesia o plaza tan amplia en ciudades o pueblos donde cupiese el pueblo asistente a sus sermones. De ahí que frecuentemente tenía que predicar en los campos, donde los ciudadanos, que con ruegos habían llevado al santo varón, habían erigido una capilla de madera en un lugar elevado.
Uix unquam ecclesia aut platea tam ampla extitit in ciuitate aliqua uel oppido que populum suis predicacionibus assistentem caperet. Unde frequenter cogebatur in campis predicare ubi ciues, qui uirum sanctum precibus aduexerant, de ligno in altum capellam erexerant.
Ahí o en un lugar similar todos los días cantaba misa públicamente junto con los frailes. Una vez finalizada, de inmediato predicaba de modo tan impactante que gente fidedigna (a los que yo interrogué durante el Concilio de Basilea) asegura que trajo al seno de la Iglesia más de treinta mil judíos y sarracenos.
Cottidie hic missam ibi uel in loco simili cantauit publice una cum fratribus. Qua finita, statim predicauit tam motiue ut credatur a fidedignis (quos tempore Basiliensis Concilii examinaui) ultra numerum triginta milium iudeorum et sarracenorum ad gremium duxisse Ecclesie.
Me callo sobre los otros infinitos pecadores bautizados, a los cuales atrajo al estado de verdadera penitencia. Además con frecuencia, acabado el sermón, liberó a innumerables personas de los demonios, sobre los cuales se sabe que tuvo un poder especial de Cristo.
Sileo de infinitis aliis baptizatis peccatoribus, quos ad uere penitentie statum aduexit. Ut plurimum eciam, finito sermone, innumeros liberauit a demonibus, super quos specialem a Christo potestatem habuisse dinoscitur.
Para pescar a los antedichos infieles él tendió esta red evangélica: puesto que en algunos reinos, como en Aragón, hay muchos siervos sarracenos y gran número de judíos, por eso, cuando se acercaba a los territorios de ellos, procuraba por medio de la potestad de los príncipes creyentes que se obligase solo a los infieles, traídos dentro de los límites de una cuerda, a reunirse en una plaza pública para escuchar la palabra de Dios.
Pro infidelibus uero predictis tale ad capiendum tetendit rethe euangelicum: nam quia in quibusdam regnis, ut in Arragonia, multi sunt sarraceni serui et iudei in magno numero, idcirco cum locis talium appropinquauit per potestatem fidelium principum procurauit ut in platea publica, sub unius protracti funis termino, solum infideles conuenire cogerentur ad audiendum Dei uerbum.
Hecho esto, el varón de Dios empezaba a exponer a los judíos, si habían, el Antiguo Testamento, que conocía de modo óptimo según los doctores hebreos, y probaba eficazmente que Cristo fue predicho ahí y había venido.
Quo facto, cepit uir Dei ad iudeos, si affuerunt, Uetus exponere Testamentum, quod sciuit optime secundum hebraicos doctores, et Christum ibi predictum et uenisse efficacissime probare
Pero si habían paganos [=musulmanes], sabía aducir la ley natural, la pureza de la ley evangélica y otros argumentos naturales aptos para [suscitar] la fe. Y de este modo con esta captura de peces espirituales llenó la red de Cristo con grandes y numerosos peces.
Si uero pagani aderant, legem nature, mundiciam legis euangelice sciuit et alia naturalia accomoda fidei adducere. Et hoc modo in captura spiritualium piscium Christi rethe magnis et multis repleuit piscibus.
Exceptuando quizás una única quincena, predicó diariamente durante casi 18 años en los reinos de Castilla, Aragón, Navarra, Portugal, Francia y tierras vecinas.
Predicauit autem cottidie, excepta forte unica quindena, per 18 annos circiter in regnis Castelle, Arragonie, Nauarre, Portugallie et Francie ac in partibus hiis adiacentibus.
Finalmente [predicó] en la Bretaña, donde tras muchos milagros, por los que ya antes fue famoso, devotamente durmió en paz con sus padres.
Tandem autem in Brittannia, ubi post multa, quibus antea claruit, miracula deuotissime dormiuit in pace cum patribus suis.
El perezoso: En verdad si él hubiese vivido en tiempos de los apóstoles, pienso que con laudatorio recuerdo hubiese sido inscrito con diligente estilo en los anales de los fieles.
Piger: Reuera si hic apostolorum uixisset tempore, puto memoria laudabili annalibus fidelium diligenti stili asscriptus fuisset.
El teólogo: Dices la verdad y por esta causa pongo por escrito extensamente lo presente, lo anterior y lo que sigue, para que el olvido y la negligencia, madre de la ingratitud y madrastra de las virtudes no sepulte esto.
Theologus: Uerum assis et hanc ob causam presentia, precedencia et que secuntur trado scriptotenus, ne ingratitudinis mater et nouerca uirtutum talia sepeliat obliuio et negligencia.


viernes, 18 de enero de 2019

SAN ANTONIO ABAD: FIESTA, DEMONIOS, UN CERDO Y MUCHO MÁS


El eremita egipcio san Antonio (que no debe confundirse con el franciscano del s. XII san Antonio de Padua) es sin duda uno de los santos en los que más grande es el contraste entre la gran popularidad de su fiesta (cada 17 de enero) y el escaso conocimiento de su historia. Una serie de elementos felices (fogatas, repartición de panecillos, bendición de animales) han sin duda contribuido a que la fiesta se mantenga enraizada en numerosos pueblos, no solo los católicos mediterráneos, sino también en Latinoamérica y el mundo anglosajón. Pero sobre el mismo Antonio la mayoría solo tiene ideas confusas sobre sus tentaciones y sobre un simpático cerdito con el que suele ser representado.

Todavía en vida (y muchísimo más tras su muerte) san Antonio fue una súper estrella que gozó de fama en toda la Cristiandad, contando con miles y miles de seguidores que imitaron su estilo de vida eremítica y recibiendo peregrinos que acudían de todas partes para pedirle una gracia, consejo o simplemente verlo, siendo justamente considerado el padre del monacato cristiano.
"La fuente de San Antonio", 1986 (en Wangen im Allgäu, Alemania). Werner y Elsa Gürtner. Imagen de Wikimedia Commons

 El teólogo san Atanasio, famoso por su feroz controversia con la herejía arriana que negaba la divinidad de Jesucristo, llegó a conocer personalmente a Antonio y escribió la obra que es la mejor fuente para conocerlo: BIOΣ KAI ΠOΛITEIA TOY OΣIOY ΠATPOΣ HMΩN ANTΩNIOY (= Vida y conducta de nuestro santo padre Antonio. Cf. Migne, PG 46, col. 835 ss). Además hay muchos otros escritos que recogen diversas anécdotas, milagros y dichos, entre los cuales destaca los Apophthegmata Patrum (= Los dichos de los Padres. Cf. Migne, PG 65, col. 71 ss). Los estudiosos consideran que estos textos son fidedignos y que la mayoría fueron recogidos en vida de Antonio o poco después de su muerte, pero teniendo en cuenta que mucho se basa en los propios relatos de Antonio o en los recuerdos de sus interlocutores, hay que ser cautelosos respecto a la objetividad y exactitud de la información. Ya que nuestro blog es de latín, usaremos principalmente la selección de textos que usa Jacobus de Voragine en su Legenda Aurea (uso el ms. Clm 13029, del s. XIII, y como auxiliar el ms. Clm 14034: las palabras con *), haciendo algún añadido cuando su traducción se aparta mucho o resume mucho los textos griegos originales.


JUVENTUD
Antonio nació en Coma, un pueblo en el norte de Egipto, cerca de la gran metrópoli Heracleópolis Magna, cuyas ruinas todavía subsisten. Aunque según los datos de Atanasio nació entre 251-252, lo más probable es que fue algo más tarde. Su familia poseía tierras y buena posición económica, pero sus padres murieron cuando él tenía entre 18-20 años, quedándose a cargo de una hermana menor. Pero un día al entrar a un templo su vida cambió de rumbo:

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 53v-54r
Antonio, cuando tenía veinte años y oyó leer en el templo: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tiene y dáselo a los pobres", vendiendo todos sus bienes, lo entregó a los pobres y se entregó a la vida eremítica.
Antonius, cum uiginti esset annorum et audiret legi in ecclesia: "Si uis perfectus esse, uade et uende omnia quae habes et da pauperibus", omnia sua uendens, pauperibus erogauit* et heremiticam uitam duxit.

Antonio regaló sus tierras a los vecinos y el dinero que obtuvo con la venta de sus muebles lo repartió a los pobres, reservando una parte para su hermana, que fue puesta bajo la custodia de unas mujeres consagradas a Dios. Libre de toda atadura Antonio se retiró a las afueras de su pueblo, cerca de un anciano ermitaño, buscando liberar su mente de todos los pensamientos e inquietudes de la vida terrena y llenarla solamente de Dios, luchando contra el desánimo y la opresión de la vida pobre y solitaria. Quizás de esta época proviene la siguiente anécdota, también narrada en la Sanctorum senum apophthegmata (Migne PG 65, col. 82), que resume la actividad monástica en orar y trabajar:

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 54v-55r
Antonio, estando afligido por el tedio en el éremo, dijo: "Oh Señor, quiero ser salvado pero mis pensamientos no me lo permiten". Y alzándose salió fuera. Y vio a uno que estaba sentado y trabajando, luego se levantaba y estaba orando. Era un ángel de Dios y le dijo: "Haz así y te salvarás".
Antonius, dum in heremo tedio afficeretur, dixit: "Domine, uolo saluus fieri et non permittunt me cogitaciones meae". Et surgens exiuit foras. Et uidit quendam sedentem atque operantem, deinde surgentem et orantem. Erat enim angelus Domini et dixit ei: "Sic fac et saluus eris".

Así, visitando y aprendiendo de otros eremitas y entregándose al ascetismo y la oración, Antonio fue venciendo todos los pensamientos que lo apartaban de su propósito, en especial las tentaciones de la carne. Tan firmemente resistió que el mismo demonio, según relata Antonio, se declaró vencido:

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 54r
En cierta ocasión, habiendo vencido por la fuerza de la fe al espíritu de fornicación, el diablo se apareció bajo la forma de un horrible muchacho negro postrado ante él y reconoció que había sido vencido por él.
Quadam uice, dum spiritum fornicacionis uirtute fidei superasset, dyabolus in specie pueri nigri ante eum prostratus apparuit et se ab eo uictum confessus est.

Pero tras este halago el demonio lanza un último intento y declara con grandilocuencia que es el espíritu de fornicación (πνευμα πoρνείας) que ha seducido a tantos que quisieron vivir honestamente. Pero Antonio, viendo aquel hombrecillo negro, débil y despreciable, respondió con aplomo:

"Te has aparecido ante mí bajo una forma vilísima. En adelante no te temeré".
"Vilissima michi apparuisti specie. Te ultra non timebo".
"La tentation de saint Antoine" (hacia 1877), Paul Cezanne. Imagen de Wikimedia Commons


EN LA CRIPTA
Y así, confiando plenamente en el poder de Dios y la debilidad del demonio, pasados ya los años juveniles (Atanasio apunta que entonces tenía 35 años) Antonio se siente capaz de ir más allá en su particular gesta espiritual. Elige como morada un panteón del cementerio de su pueblo natal. Ahí se encierra, rogando a un familiar que le lleve pan cada cierto tiempo. Esto era una abierta declaración de guerra al demonio. Los paganos consideraban los cementerios como lugar tabú para los vivos y morada de fantasmas y espíritus malignos. Y ahí, en su propio terreno, Antonio fue para quedarse y desalojarlo. El demonio, que no había podido doblegarlo con placeres, asume ahora un aspecto violento y cruel. Es entonces que ocurre aquel célebre combate (representado por tantos pintores) entre Antonio y una legión de espíritus malignos que bajo la forma de leones, serpientes, escorpiones y otras fieras y reptiles irrumpen en la cripta, rajan las cuatro paredes y lo atormentan entre horribles rugidos y aullidos:

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 54r
En otra ocasión, mientras moraba en un panteón, una multitud de demonios lo hirieron de tal modo que un familiar lo sacó en hombros casi muerto. Y aunque todos los que se habían congregado lo lloraban como difunto, al dormirse todos, de improviso Antonio se recuperó y se hizo llevar por el familiar de nuevo al antedicho panteón.
Alia uice, dum in quodam tumulo latitaret, multitudo demonum eum adeo lacerauit quod minister eum quasi mortuum propriis humeris asportauit. Cumque eum omnes qui conuenerant quasi mortuum plorassent, dormientibus cunctis, subito Antonius reuiuiscit et a ministro ad predictum tumulum se iterum portare fecit.
Él, aunque ahí yacía en tierra por el dolor de sus heridas, sin embargo por su fuerza de ánimo retaba a los demonios a combatir. Entonces ellos aparecieron bajo forma de diversas fieras y de nuevo lo laceraron cruelísimamente con dientes, cuernos y uñas.
Qui cum ibi ex dolore uulnerum prostratus iaceret, uirtute tamen animi ad conflictum demones excitabat. Tunc illi in formis uariis ferarum apparuerunt et eum iterum dentibus, cornibus et unguibus crudelissime lacerauerunt.
Entonces de improviso un resplandor admirable apareció ahí y ahuyentó a todos los demonios. Y Antonio de inmediato quedó curado. Y entendiendo que ahí estaba Cristo, dijo: "¿Dónde estabas, buen Jesús, dónde estabas? ¿Por qué no estuviste desde el principio para ayudarme y sanar mis heridas?"
Tunc subito splendor mirabilis ibi apparuit et demones cunctos fugauit. Antonius autem continuo sanatus est. Ibique Christum adesse intelligens, ait: "Vbi eras, bone Ihesu, ubi eras? Quare a principio non affuisti ut me iuuares et uulnera mea sanares?"
Y el Señor le dijo: "Antonio, yo estaba aquí, pero esperaba ver tu combate. Ahora, ya que has combatido valerosamente, haré que seas famoso en todo el mundo".
Cui Dominus: "Antoni,* hic eram, sed expectabam uidere certamen tuum. Nunc autem, quia uiriliter dimicasti, in toto [col] orbe te faciam nominari".

"Die Versuchungen des Heiligen Antonius". Panel del altar de Isenheimer (1512-16), Matias Grünewald. Imagen de Wikimedia Commons.

EN PISPIR
Después Antonio decidió apartarse a un lugar más solitario y asentarse en un lugar desértico, los cuales también eran vistos como dominio de espíritus malignos. Así cruzó a la ribera oriental del Nilo a una montaña llamada Pispir (hoy, Der el Memum) y ahí se encerró en una pequeña fortificación abandonada pero que contaba con agua. Dice Atanasio que mandó a sus familiares que fuesen solo dos veces al año para arrojarle pan por encima del muro y que nadie se atrevía a entrar por los gritos y ruidos que causaban los demonios atormentando a Antonio.
Pero mientras él estaba enclaustrado sin ver a nadie, la fama de su ascetismo y santidad volaba por todas partes. Y pronto muchos imitadores se establecieron en las cercanías de Pispir. Tanto creció la expectativa de familiares y discípulos que finalmente el año 305 derribaron la puerta y lo obligaron a salir. Empezó entonces una nueva etapa en la vida de Antonio: sanaba enfermos, exorcizaba endemoniados, instruía a los que empezaban la vida ascética, relataba sus experiencias, atendía a los que iban a pedir consejo.

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 54r-54v
Antonio relata de sí mismo diciendo: "Una vez vi un diablo de gran tamaño que osó decir que él era el poder y la ciencia de Dios, y dijo: «¿Qué quieres que te dé, Antonio?» Pero yo, sin parar de escupirle en la cara, me lancé contra él, armado con el nombre de Cristo, y de inmediato se desvaneció".
Narrat Antonius de se dicens: "Vidi aliquando dyabolum celsum corpore, qui se Dei uirtutem et sapientiam ausus est dicere, et ait: «Quid uis ut a me tibi detur, Antoni?» At ego, sputum in os eius geminans, totum me in eum, Christi nomine armatus, ingessi et statim euanuit".

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 54v (cf. Apophthegmata, Antonio, 3 y 6)
Uno interrogó a Antonio diciendo: "¿Qué debo hacer para agradar a Dios?" Y le respondió diciendo: "A donde vayas, siempre ten a Dios presente. En cualquier lugar mores, no te vayas de ahí pronto. En lo que hagas, aplica el testimonio de las sagradas Escrituras. Guarda estas tres cosas y serás salvo".
Interrogauit quidam Antonio dicens: "Quid custodiens placebo Deo?" Et respondens dixit: "Quocumque uadis, semper Deum prae oculis tuis habeas. In quocumque loco sederis, non inde cito recedas. In hiis quae agis, testimonium sacrarum Scripturarum adhibeas. Haec tria [col] custodi et saluus eris".
Cierto anciano eremita preguntó a san Antonio diciendo: "¿Qué hago?" Antonio le dijo: "No confies en tu propia justicia, se moderado con el vientre y la lengua y no te arrepientas de cosas del pasado".
Abbas quidam interrogauit beatum Antonium dicens: "Quid faciam?" Cui Antonius: "Non confidas in tua iusticia, uentris et linguae sit tibi continencia et ne penitearis de re transacta".

Atanasio, Vita sancti Antoni, n. 44 (Migne, PG 26, col. 907)
Así pues las celdas en los montes eran como santuarios, llenos de coros divinos de los que salmodiaban, los que leían la Biblia, los que ayunaban, los que oraban, los que exultaban por el premio futuro, los que trabajaban para dar limosnas, unidos por la mutua caridad y concordia. Y en verdad parecía que era como una región segregada a la piedad y la justicia.
Erant igitur in montibus monasteria quasi tabernacula, repleta divinis choris psallentium, lectionis studiosorum, ieiunantium, orantium, exsultantium spe futurorum, laborantium ad eleemosynas erogandas, mutua charitate et concordia iunctorum. Ac revera videre erat quasi aliquam segregatam regionem pietatis atque iustitiae.

Tríptico "Las tentaciones de san Antonio". 1540 (copia de la Gemäldegalerie de Berlín). Hyeronimus Bosch. Imagen de Wikimedia Commons.

El año 311 Maximino II, emperador de Siria y Egipto, promulgó edictos contra los cristianos, siendo algunos encarcelados o confiscados sus bienes. Para confortar a los que estaban en prisión y fortalecer a los fieles atemorizados Antonio dejó su retiro y fue a Alejandría, desafiando la orden que prohibía a los monjes entrar en la ciudad y anhelando sufrir el martirio por Cristo. Al terminar la persecusión (a. 313) volvió a su retiro y, ya que no había sufrido el martirio, hizo más rigurosos sus ayunos y se mortificó con el cilicio. Atanasio aprovecha para apuntar elogiosamente que nunca se lavó el cuerpo ni los pies. Pero una anécdota nos muestra que también sabía temperar sabiamente el rigor ascético:

Jacobus de Voragine, Legenda Aurea, f. 54v (cf. Apophthegmata, Antonio, 13)
En cierta ocasión un arquero vio a san Antonio festejando con sus monjes y esto lo escandalizó. Antonio le dijo: "Pon una flecha en el arco y extiende". Lo cual él hizo. Y ya que lo hizo por segunda vez y se lo mandase hacer por tercera vez, el arquero dijo: "Voy a estirar tanto que temo que se va a romper".
Quidam sagittarius beatum Antonium cum fratribus gaudentem quadam uice conspexit et ei displicuit. Cui Antonius: "Pone sagittam in arcum et trahe". Quod et fecit. Cumque hoc fecisset secundo et tercio fieri mandasset, dixit sagittarius: "Tantum trahere potero quod de eius fractione dolebo".
Antonio le dijo: "Igual es en la obra de Dios, pues si queremos estirar más de la cuenta, rápidamente nos quebraremos. Por tanto es necesario relajar el rigor de vez en cuando". Oyendo esto, aquel se marchó edificado.
Cui Antonius: "Sic est in opera Dei, quod si super mensuram tendere uellemus, cicius frangeremur. Expedit ergo aliquando rigorem relaxari". Haec audiens, ille aedificatus recessit.

ÚLTIMA ETAPA
Ante la gran afluencia de seguidores, Antonio se retiró hacia el norte, pero esta vez lejos del Nilo, a un oasis en una zona desértica a unos 20 Km del Mar Rojo (donde tras su muerte se erigió el llamado Monasterio de San Antonio o Deir Mar Antonios, que hasta hoy acoge monjes coptos). El hallazgo de ese lugar ocurrió de modo providencial gracias a la ayuda de unos comerciantes árabes:

Atanasio, Vita sancti Antoni, n. 49-50 (Migne, PG 26, col. 915)
Ellos, como por orden de la Providencia, recibieron de buena gana a Antonio, y tras hacer con ellos tres días y tres noches de camino, llegó a un monte bastante alto, a cuyas faldas el agua era limpísima, dulce y bastante fría, un llano agreste alrededor del monte y unas pocas palmeras. Y así Antonio, como por impulso divino, se enamoró de aquel lugar.
Illi, tanquam ex Providentiae iussu, libenter virum recepere, confectoque cum illis trium dierum triumque noctium itinere, ad montem pervenit admodum excelsum, ad cuius radicem aqua erat limpidissima, dulcis, valdeque frigida, et planities extra montem paucaeque palmae incultae. Antonius itaque, quasi divinitus permotus, locum illum dilexit.


Ahí vivió en una soledad salpicada por las frecuentes visitas de sus admiradores, pero poco a poco se fue formando de nuevo una comunidad de anacoretas a su alrededor. Para autoabastecerse y tener algo con que agasajar a sus visitantes sembró un huerto, que además fue ocasión para mostrar su buena sintonía con los animales:

Atanasio, Vita sancti Antoni, n. 50 (Migne, PG 26, col. 915 y 918)
Pero al principio los animales del desierto, que se acercaban ahí para beber, dañaban con mucha frecuencia sus sembrados y cultivos. Él, cogiendo suavemente a uno, dijo a todos: "¿Por qué me dañáis vosotros, que no habéis sido dañados por mí? Salid y en nombre de Dios nunca os acerquéis aquí". Y desde aquella hora, como si respetasen la orden, nunca entraron en aquel lugar.
Ac initio quidem ferae solitudinis, potus causa istuc accedentes, eius satui et culturae saepius nocebant. Is, una placide apprehensa, omnibus ait: "Quid me laeditis, nihil a me lesae? Abite et in nomine Domini ne unquam huc appropinquate". Et ex eo tempore, quasi mandatum veritae, nunquam ad locum accessere.

Gracias a unos monjes que llevaron un camello con provisiones y lo acompañaron, Antonio pudo salir brevemente y volver a ver a su ya anciana hermana y alegrarse al ver que había vivido consagrada en virginidad e incluso era maestra de otras jóvenes. Ya en extrema ancianidad (hacia el a. 350) volvió a Alejandría por segunda y última vez, en esta ocasión para desmentir a los arrianos, que habían propalado que Antonio aprobaba sus ideas. Además de condenar públicamente dicha herejía, también se dio un baño de multitudes, pues paganos y cristianos pugnaban por verlo.

Atanasio, Vita sancti Antoni, n. 70 (Migne, PG 26, col. 943)
Por eso, considerando sus acompañantes que tanta multitud le molestaba, apartaban a todos de él. Pero él, nada turbado, dijo que estos no eran más numerosos que aquellos demonios con los que peleaba en el monte.
Exinde, cum nonnulli rati cum tanta multitudine turbari, ab illo omnes abigerent. Nihil ille turbatus ait nequaquam plures illos esse iis quibuscum in monte pugnaret demonibus.

Al sentir llegar su hora última, Antonio mandó que sus pocas pertenencias (dos túnicas de piel de carnero y un manto) se entregasen a los obispos Atanasio y Serapio, y dejó su saco de cilicio para los dos monjes que lo asistían, a quienes dirigió sus últimas palabras: "Hijos, cuidaos. Antonio se marcha y no estará más con vosotros". Era el año 356. Según sus instrucciones fue enterrado en un lugar secreto. Pero tiempo más tarde, cuando ahí se erigió el monasterio que lleva su nombre, se veneraron sus restos. En el s. VII, debido a la expansión musulmana, las reliquias fueron puestas a salvo en Alejandría y luego en Constantinopla.
Vista del actual Monasterio de San Antonio (Gobernación de Suez, Egipto). Foto de Berthold Werner en Wikimedia Commons.

¿Y EL CERDO DE SAN ANTONIO?
La relación del cerdito no debemos buscarla directamente en la vida de san Antonio sino en la actividad de la orden de los antonianos, cuyos inicios conocemos gracias a Aymarus Falco, Antonianae historiae compendium, Lyon 1534.
En el s. XI un tal Jocelyn señor de Châteauneuf de L'Albenc (arrasada en el s. XVI), como muchos otros caballeros franceses, fue a Oriente a combatir a los infieles y como pago por sus servicios trajo en 1070 las reliquias de san Antonio a la entonces pequeña iglesia de Motte aux Bois (después llamada Saint-Antoine-en-Viennois y actualmente Saint-Antoine-l'Abbaye, en Isère). Poco después por iniciativa de cierto noble Gastón, sanado de ergotismo tras invocar a san Antonio, surge una cofradía laica (la Maison de l'Aumône) que funda un hospital para atender a los peregrinos y enfermos que acudían a venerar las reliquias del santo, en especial los mutilados por el "fuego sagrado". En 1297 el papa Bonifacio VIII convierte la hermandad en la Orden de San Antonio, la cual pronto se extiende llevando su actividad hospitalaria por toda Europa.
Para sustentar los pobres y enfermos de sus hospitales y preparar el "bálsamo de san Antonio" (hierbas y grasa de cerdo para la cicatrización) los antonianos solían criar cerdos o gozaban de ciertos privilegios al respecto. Por ejemplo cuando en 1131 murió Felipe, hijo mayor del rey Luis VI de Francia, al caer del caballo embestido por un cerdo, se prohibió que los cerdos fuesen sueltos por las calles de París, pero se exoneró de dicha prohibición a los cerdos de los antoninos, con la condición que llevasen una campanilla. Y en Londres los carniceros donaban a los antoninos cerdos, que iban con una campanita libremente por las calles para ser cebados por los ciudadanos. Hechos similares debieron ocurrir en donde estaban los antonianos y es así como un cerdito de mirada astuta se asoció al austero asceta.
Respecto a las hogueras sería fácil conectarlas con "el fuego de las tentaciones" que padeció el santo o con la enfermedad del ergotismo (antes llamada "fuego sagrado" o "fuego de san Antonio") tan asociada a la fundación y actividad de los antonianos. Pero realmente parece poco probable que esas ideas hayan sido alguna vez la causa de esa práctica. En cambio debemos considerar que desde tiempos anteriores al Cristianismo ha sido habitual en Europa prender fogatas en estas fechas en que las noches son tan largas. Por eso más bien creo que simplemente se debe explicar por la atávica alegría que nos causa ver arder una hoguera, como exorcizando con su luz y calor las largas y frías noches de invierno.

lunes, 31 de marzo de 2014

Grandes éxitos medievales: la "Inventio crucis"

En el mundo editorial es frecuente hallarse con los conceptos de “más leídos” y “más vendidos” como dos puertas de acceso al Olimpo editorial hacia las cuales se esfuerzan los pequeños editores, pero que desde hace décadas controlan con orquestadas campañas de publicidad las grandes editoriales que deciden quiénes son los grandes escritores y cuáles son las grandes obras que “deben ser leídas por todos”. Por eso desde muchos sectores se critica y desdeña el valor de esos indicadores, que tienen mucho de “profecía autorealizada”. Además esos factores mensurables parecen dejar de lado otros factores más valiosos, pero más difícil de medir, como “más valor literario” o incluso, saliendo del campo meramente estético, “más edificante” o “comprometido”.
Por otro lado, lo “más leído” no siempre es lo más vendido, pues existen obras que se han impreso y difundido incluso gratuitamente, como el “Libro rojo” (una recopilación de pensamientos de Mao Tse-Tung, cuyo número se estima superior a los 900 millones de ejemplares). Con el auge de Internet también muchos escritores hacen publicaciones gratuitas para ganar más notoriedad (teniendo en cuenta que vende más un mediocre famoso que un brillante desconocido). Naturalmente lo “más vendido” tampoco es equivalente de “mayor valor literario”, pues entre los libros más vendidos encontramos por ejemplo “El libro Guiness de los récords” (empezó a publicarse desde 1955) o la novela policíaca “Diez negritos” de Agatha Christie que han vendido más de 100 millones de ejemplares, y sin embargo solo pueden calificarse de entretenidos.
El Premio Nobel de Literatura tampoco fue creado exactamente para premiar ni la popularidad ni el valor estético. sino, en palabras del testamento de Alfred Nobel: “para la persona que haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada en una dirección ideal”.  Esta “dirección ideal” parece que dentro del contexto de su testamento (“premios para aquellos que, durante el año precedente, hayan alcanzado el más grande beneficio para la Humanidad”) debería entenderse en el sentido de “la que tenga un alto valor moral”, sin embargo los criterios de la Academia Sueca parecen haber sido más amplios y sus decisiones no están libres de críticas y de sospechas de influencias políticas.
En la Edad Media, aunque no existían listas de “top ten”, sin embargo hoy sabemos qué obras fueron más populares por el mayor o menor número de manuscritos y su difusión territorial. Naturalmente que existen muchas diferencias con la época actual y también factores que distorsionaban los resultados, pues entonces los libros eran artículos de lujo que solo podían permitírselo catedrales, monasterios, universidades o la realeza; y por otro lado, la Iglesia, como principal distribuidora (los monasterios fueron los principales centros de copiado de manuscritos) y usuaria, ejercía un control amplio pero pacífico sobre la difusión de textos e ideas. Cuando al final de la Edad Media se abarató la publicación de libros y se amplió el número de usuarios (párrocos, burgueses, baja nobleza, etc.) fue necesario que la Inquisición se ocupase del asunto con técnicas más agresivas.
Entre las obras que tuvieron gran acogida en la Edad Media estuvo la llamada “leyenda del hallazgo de la cruz”: un relato de origen popular en el que un judío llamado Judas Ciriaco ocupa el protagonismo junto con la reina santa Helena en el milagroso hallazgo de la cruz de Cristo. Este relato debió surgir a finales del s. IV y ponerse por escrito en griego a principios del s. V. Rápidamente fue traducido al latín (por lo general bajo el título de “Inventio crucis”) y sus copias se difundieron por toda la cristiandad en Oriente y Occidente, y hasta hoy ha llegado a través de unos doscientos manuscritos.
A partir del s. XIII la leyenda original quedó parcialmente oculta al ser reelaborada por Jacobus de Voragine para incluirla en su “Legenda aurea”, y más tarde simplificada por Petrus de Natalibus para incluirla en su “Catalogus sanctorum”. A partir de entonces la leyenda popular original es suplantada principalmente por las relecturas de estos dos autores y gradualmente cayó en el olvido, siendo solo tema de estudio para teólogos e historiadores. Recién a finales del s. XIX se empezó el estudio científico de esta leyenda y en las últimas décadas se ha resaltado la importancia que tuvo en la devoción y en la literatura de los s. V – X.

Santa Helena encuentra la cruz y sana una enferma. Ciclo de frescos de Agnolo Gaddi ( 1396), Storie della Croce, en la iglesia de la Santa Croce, Florencia. Foto de Web Gallery of Art.
 Aunque ya existen estudios y ediciones (en alemán, inglés y a elevado precio) de esta leyenda, he querido ofrecer a los lectores en lengua castellana una edición con base científica y a la vez que esté al alcance de todos.
(Marzo 2020: Bajo el título: "Hallazgo y exaltación de la santa cruz" acabo de publicar esta leyenda y la de la recuperación de la vera cruz que el monarca persa Cosroes se había llevado de Jerusalén. Más detalles en mi Librería Medieval. También puedes visitar mi página de autor en Amazon: https://www.amazon.com/author/pedro-leon-mescua

Adelanto aquí un fragmento del diálogo entre la reina Helena y Judas:

Mientras estaban diciendo esto, vienen los soldados a ellos diciendo: “Venid, os llama la reina”. Ellos, habiendo ido ante ella, eran interrogados por ella y no querían decir nada cierto.
Haec eis dicentibus, ueniunt milites ad eos dicentes: “Venite, uocat uos regina”. Illi autem cum uenissent ante eam, iudicabantur ab ea et nihil uerum uolebant dicere.
Entonces santa Helena ordenó que se arroje a todos al fuego. Ellos, habiéndose atemorizado, le entregaron a Judas solo diciendo: “Este varón es hijo de un justo y profeta y estudió la Ley con meticulosidad. Este, oh señora, te mostrará diligentemente todo lo que desea tu corazón”.
Tunc beata Helena iussit omnes in ignem mitti. Qui cum timuissent, tradiderunt ei Iudam solum dicentes: “Hic uir iusti et prophetae filius est et Legem nouit cum acriuilia. Hic, domina, omnia quae desiderat cor tuum ostendet tibi diligenter”.
Y, al dar todos testimonio unánime, ella despachó a los otros y retuvo solo a Judas. Y llamándolo, la reina le dijo: “Vida y muerte están puestas ante ti. Elige que quieres para ti, vida o muerte”.
Et, omnium simul testimonium perhibentes, quae dimisit aliis et tenuit Iudam solum. Et aduocans autem eum, dixit ei regina: “Vita et mors propositae sunt tibi. Elige tibi quid uis, uitam aut mortem”.
Judas dijo: “¿Quién estando en necesidad, si se le sirven panes come piedras?”
Iudas dixit: “Et quis in solitudine constitutus panibus appositis lapides manducet?”
Santa Helena dijo: “Si quieres vivir en el cielo y en la tierra, dime dónde está escondido el precioso leño de la cruz de Cristo”.
Beata Helena dixit: “Si ergo uis in caelis et in terra uiuere, dic mihi, ubi absconditum est lignum pretiosum crucis Christi".
Judas dijo: “¿Cómo saber lo que ocurrió? Pues de esto son ya más o menos doscientos años, y siendo nosotros jóvenes ¿cómo podemos saberlo?”
Iudas dixit: “Quemadmodum habetur in gestis? Sunt enim ex hoc iam anni ducenti plus minus, et nos cum simus iuniores, quomodo hoc possumus nosse?”
Santa Helena dijo: “¿Y cómo habiendo ocurrido la guerra en Ilión y Troya antes de esta generación ahora todos la recuerdan? En verdad también por escrito se transmite los que ahí murieron, sus recuerdos y sus tumbas”.
Beata Helena dixit: “Et quomodo ante has generationes cum in Ilio et Troade factum est bellum et omnes nunc commemorant? Nam et qui ibi sunt mortui et monumenta eorum et loca scriptura tradit”.
Y Judas dijo: “Necesariamente, señora, porque estaban escritas; pero nosotros no tenemos estas cosas por escrito”.
Et Iudas dixit: “Necessario, domina, quia conscripta sunt; nos autem non habemus haec scripta”.
Santa Helena dijo: “Aunque no están escritas, hace poco has reconocido que ocurrieron”.
Beata Helena dixit: “Etsi non sunt scripta paulo ante confessus est quia sunt gesta”.
Judas dijo: “Lo he dicho sin certeza”.
Iudas dixit: “In dubio locutus sum”.
Santa Helena dijo: “Tengo la santa voz de los Evangelios sobre el lugar en que Cristo fue crucificado. Solo muéstrame el lugar que se llama Calvario y yo haré limpiar el lugar: quizás encuentre lo que anhelo”.
Beata Helena dixit: “Habeo igitur beatam Euangeliorum uocem in quo loco crucifixus est Christus. Tantum ostende mihi qui uocatur Caluariae locus et ego faciam mundari locum: forsitan inueniam desiderium meum”.
Judas dijo: “No conocí el lugar porque entonces no vivía”.
Iudas dixit: “Neque locum noui quia nec eram tunc”.
Santa Helena dijo: “Por el crucifijo te mataré de hambre si no me dices la verdad”. Y, habiendo dicho esto, ordenó arrojarlo en una cisterna vacía durante siete días, dejándolo sin alimento.
Beata Helena dixit: “Per crucifixum fame te interficiam nisi dixeris mihi ueritatem”. Et, cum haec dixisset, iussit eum mittere in lacum siccum usque in septem dies, sine cibo manentem.
Habiendo transcurrido siete días, Judas clamó desde la cisterna diciendo: “Os lo ruego, sacadme y os mostraré la cruz de Cristo”.
Cum autem transissent septem dies, clamauit Iudas de lacu dicens: “Obsecro uos, educite me et ego ostendam uobis crucem Christi”.