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viernes, 16 de marzo de 2018

Cocina en el Renacimiento


   Hasta no hace muchos años era casi un título de honor que un varón declarase que no sabía freír ni un huevo o encender la cocina y en cambio un descrédito que una mujer no supiese cocinar. El varón conseguía el dinero y la mujer compraba, preparaba y servía los alimentos. Esta regla solo se rompía cuando implicaba prestigio o ganancia económica: por eso aquí en Valencia, por ejemplo, los varones nunca desdeñaron preparar la paella; por eso siempre se vio con naturalidad que en un ámbito comercial un hombre cocinase o sirviese las mesas, o incluso que barriese y fregase platos, mientras que, si realizase esas mismas acciones en su hogar, hubiese sido causa de ignominia social. En cuanto la cocina era una tarea rutinaria y sin relevancia social o económica, entonces era dejada para las mujeres, mientras que la llamada “alta cocina” con su halo de creatividad y distinción estuvo durante mucho tiempo como reservada a los varones. Por eso, aunque seguramente la mayoría de los grandes “descubrimientos” del arte culinario salieron del ingenio femenino que diariamente lidiaba con los ingredientes y técnicas de preparación, sin embargo todos los libros de los siglos pasados fueron escritos por varones.

Una profesora evalúa las habilidades de una joven en la cocina (Estocolmo 1950). Foto de Wikipedia

   El más antiguo libro (al menos en Occidente, no sé si a nivel mundial), que ha llegado hasta hoy (también hubieron autores griegos pero sus obras se han perdido), dedicado a recetas y al arte culinario es atribuido a Marcus Gavius Apicius, que vivió en el s. I, durante el reinado de Tiberio, del cual sabemos con certeza (gracias a diversos testimonios de autores contemporáneos) que era un sibarita siempre en busca de nuevos sabores. Ateneo de Náucratis en su “Deipnosofistas” o “Banquete de los eruditos” (lib. 1, 12) narra que en una ocasión Apicius viajó de Campania a África apenas oyó que ahí existía una variedad de cangrejo de río que desconocía. Cuando su barco entraba a puerto los pescadores le salieron al encuentro en lanchas y le ofrecieron los mejores que tenían. Disgustado con el producto, ordenó dar media vuelta sin siquiera desembarcar. Su búsqueda de la excelencia del refinamiento lo resumió bien Plinio: “Apicius, ad omne luxus ingenium natus” es decir: “Apicio, un talento innato para todo clase de artificios del refinamiento”. (Plinio el Viejo, Historia Natural, 9, 30). Y cuando gastó la mayor parte de su fortuna en un banquete multitudinario, aunque todavía conservaba una gran fortuna, Apicius se suicidó, considerando que ya no podría vivir con el nivel de lujo y magnificencia al que estaba acostumbrado. (Séneca, Consolatio ad Helvium, 11, 10). Los estudiosos están de acuerdo que el libro “De re coquinaria” (= del arte culinario) contiene solo un núcleo de recetas que pueden atribuirse al mismo Apicius, pues el texto que nos ha llegado fue corregido y aumentado por distintos autores anónimos y obtuvo su forma definitiva a finales del s. IV, poniéndose toda la obra bajo la autoridad de Apicius, auténtico santo patrón de todos los sibaritas de los placeres de la mesa, que supo unir lujo y arte en la cocina.

Representación de una cocina en el frontispicio del manual de cocina escrito en alemán Kuchemaistrey (Nüremberg 1490) de Conradus Celtis. Incunable de la Herzog August Bibliothek.

   En época medieval el interés por la gastronomía revivió gracias a los cocineros reales. Así en la corte de Francia se publica el “Viander” (= el cocinero) en la primera mitad del s. XIV, escrito en francés medieval, y poco después en la corte de Inglaterra se escribió “The Form of Cury” (= el método de cocinar) en inglés medieval. También hubo iniciativas privadas como atestigua el “Llibre de Sent Soví” (= el libro de San Salvio) escrito en Valencia hacia 1324 dirigido a “los scuders de tota la terra e ells cochs e los ministradors e seruidors”, y “Das Buoch von guoter Spise” (= el libro de la buena comida) escrito en alemán medieval hacia 1340 dirigido a las pujantes clases burguesas, que querían que sus banquetes tuviesen más lustre.

Índice e inicio del "Llibre de Sent Soví" (Valencia 1324): "Deueu saber que en aquest libre ha scrit LXXXVII menjars ..." Manuscrito 0216 de la Biblioteca general e histórica de la Universitat de València.

   Ya en época renacentista el maestro Martino de Rossi, que había alcanzado gran fama en Italia como cocinero del duque de Milán Francesco Sforza I y después del cardenal Ludovico Scarampi, hacia 1464/5 escribió en italiano su “Libro de arte coquinaria” (= el libro del arte culinario). Quiso el destino que este consumado cocinero conociese al humanista Bartolomé Plátina, el cual quedó fascinado con la materia y casi de inmediato puso manos a la obra y entre 1466/7 escribió en latín su “De honesta voluptate et valetudine” (= sobre el placer honesto y la buena salud), cuya edición príncipe se imprimió en Roma en 1470. Casi mil años después del libro atribuido a Apicius se volvía a publicar otro tratado gastronómico en latín. Todos los que habían escrito en los siglos anteriores a Plátina, lo habían hecho en sus lenguas nacionales y sus obras eran meros recetarios. Plátina supo superar esas limitaciones. Escribiendo en latín su obra estaba al alcance de todas las personas cultas de la Cristiandad de aquel entonces. Y tal como el título ya anuncia, Plátina no quiso simplemente copiar y recopilar recetas, sino que se detuvo en exponer las propiedades de los distintos productos alimenticios, varios consejos para conservar la buena salud y en especial sobre una buena alimentación, incluso llevó el debate al ámbito moral y filosófico al defender la licitud de ciertos placeres frente a la interpretación, entonces mayoritaria, del ascetismo cristiano. Plátina no era ni cocinero profesional, ni médico, sino simplemente un aficionado a estas materias. Por eso cuando entra en temas especializados recurre a otros autores, principalmente a la Naturalis Historia de Plinio el Viejo y al recetario de Martino de Rossi. La genialidad de Plátina estuvo en el hecho que con materiales prestados de otros autores, su elegante latín, algunas anotaciones personales y envuelto todo en un contexto científico, médico y moral consiguió una obra original que obtuvo un resonante éxito en su época y en los siglos siguientes. Después de Plátina la gastronomía no era cuestión de escuderos y sirvientes, sino que era presentado a las élites educadas con un nuevo halo prestigioso y académico.
Inicio del recetario del maestro Martino de Rossi. Manuscrito de la Library of Congress of U.S.A.

   Y si nos gusta la arqueología gastronómica, aquí tenemos unas recetas del s. XV en el elegante latín de Plátina. Sigo el texto del incunable de la Bayerische Staatsbibliothek 2 Inc. c. a. 401, Venecia 1475. Algunas palabras las he corregido (las marcadas con un *) según el incunable de la Biblioteca Nacional de España, Inc/498, Cividale del Friuli 1480.

B. Plátina, De honesta voluptate et valetudine, Venecia 1475, lib.VII, f. 59r - 59v

GUISO DE CARNE CIBARIUM EX CARNE
Has de cortar en trozos pequeños carne magra bien hervida. Una vez cortada has de cocerla de nuevo media hora en caldo graso, añadiendo antes miga de pan triturada, un poco de pimienta y un poco de azafrán.
Carnem macram elixam minutim concidito, concisam in iure pingui, iterum per dimidium horae coquito, addendo prius excauatum panem ac tritum, modicum piperis, croci [f. 59v] parum.
Cuando se haya enfriado un poco le pondrás huevos crudos, queso triturado, perejil, mejorana, menta picada finamente con un poco de agraz, mezclando y removiendo todo junto en la misma olla, moviéndolo lentamente con una cuchara para que no haga grumos.
Vbi paulum refrixerit, oua dissoluta,* caseum tritum, petroselinum, amaracum, mentham concisam minutim cum modico acrestae, mixta et simul agitata in eundem cacabum indes, cochleari lente agitando ne conglobentur.
Lo mismo también puedes hacerlo de higaditos y pulmones.
Idem etiam fieri ex iocusculis et pulmonibus potest.


B. Plátina, De honesta voluptate et valetudine, Venecia 1475, lib.VIII, f. 71v - 72r

TORTA QUE LLAMAN MAZAPÁN TORTA QUAM MARZAPANEM VOCANT
De este modo has de hacer la torta que llaman “mazapán”: las almendras, que hayan reposado día y noche en agua fresca, bien limpias lo mejor que pueda hacerse, han de ser trituradas salpicándolas continuamente con agua fresca con cuidado para que no hagan aceite.
Tortam quam marzapanem uocant hoc modo facito: amygdalas, quae in aqua recenti per diem et noctem resederint, bene mondas quam accurate fieri poterit, terito aqua recenti continuo leniter inspargendo ne oleum faciant.
Si quieres que sea óptima, deberás agregar tanta cantidad de azúcar de óptima calidad como de almendras.
Optimam si uoles, tantum sacchari optimi addito quantum amygdalarum.
Cuando todo esté bien triturado y disuelto en agua de rosas, has de amasar una suave masa y has de extenderla en una bandeja humedeciéndola frecuentemente con agua de rosas, e introducirla en el horno, esparciendo inmediatamente azúcar molida con algo de agua de rosas, para que no se seque demasiado.
Vbi omnia bene tunsa fuerint atque aqua rosacea dissoluta, in patellam leui crustulo subactam atque rosacea aqua saepius humectatam extendito, et in furnum indito, inspargendo continuo tritum saccharum cum modico aquae rosaceae, ne nimium desiccetur.
También se pueden cocer al fuego, con tal que cuidemos que no queden más tostadas que cocidas. También trataría que esta torta sea más baja que alta, pues está mejor.
Coqui item ad focum possunt, modo curetur ne tostae potiusque coctae uideantur. Bassam item quam altam hanc tortam uelim, melior enim est.
No recuerdo haber comido nada más delicioso que cuando estuve con mi amigo Patricio en Siena, donde las preparan de modo peculiar.
Cum Patritio meo Senis, vbi peculiariter fiunt, edisse nil suauius me memini.
Son óptimos los alimentos que están bien cocidos: favorecen al pecho, los riñones y al hígado, aumentan la fertilidad, excitan la libido y quitan el ardor al orinar.
Optimi sunt alimenti bene [f. 72r] concoquuntur: pectus, renes, hepar iuuant, genituram augent, venerem cient et ardorem urinae tollunt.

B. Plátina, De honesta voluptate et valetudine, Venecia 1475, lib. VIII, f. 72r - 72v
PASTEL DE PESCADO PISCIS IN PASTILLO
Has de rasgar por ambos lados cerca de la espina un pescado limpio y lavado.
Piscem mundum et lotum, circa spinam utrinque scindito.
Una vez hecho estos cortes has de sazonarlo con sal y hierbas aromáticas, y has de envolverlo en una masa de harina bastante gruesa y cocerlo en el horno.
Scissum sale et aromatibus conspargito. Inuoluitoque [72v] pasta satis grossa ac in furno decoquito.
Esto yo lo serviría a los enemigos: ¡hasta tal punto es dañino!
Hunc ego hostibus apponerem*: adeo pernitiosus est!

Si vas a preparar estas recetas, hecha un vistazo al Libro de arte coquinario del maestro Martino de Rossi, que es de donde Plátina toma estas recetas. En el manuscrito conservado en la Library of Congress of U.S.A. (es el mejor y más antiguo que se conserva), estas recetas están bajo los siguientes títulos y folios: Menestra de carne (f. 17r), Marzapane (f. 38r - 38v), Pastelli secchi facti con pesce sano (f. 39v). ¡Buen apetito!

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La Leyenda de la Papisa Juana (III): en el s. XIV/2



Hemos visto en la anterior entrada como esta leyenda se difundió rápidamente entre la última década del s. XIII y las primeras décadas del s. XIV. Y no hemos puesto todos los autores que hacen eco de esta leyenda, pero espero que sí estén todos los más importantes.
En la segunda mitad del s. XIV la leyenda, que ya cuenta con la bendición de las crónicas e historiadores (como hemos visto en la entrada anterior), se difunde sin contradicción alguna, asumiendo el carácter de hecho histórico cierto.
Pero algo falla. No existe un único relato coherente. Los historiadores trataron de delimitar el perfil de este relato y pulirlo de los detalles más excesivos; pero era como querer dirigir el viento. El relato se había transmitido oral y libremente duramente mucho tiempo. La variedad que reflejan los textos escritos (como ya hemos notado en la primera entrada) son reflejo de lo multiforme que eran los relatos orales, cada uno subrayando uno u otro aspecto, dando una u otra explicación.
Por eso en la segunda mitad del s. XIV seguimos viendo aparecer nuevos detalles, nuevas explicaciones. Cada autor tenía un amplio menú (de los libros y lo que corría oralmente por las calles) con el cual construir la leyenda. Y algunos probablemente no dudaban en añadir algo de su propia cosecha.
Para ilustrar este período solo vamos a presentar tres obras.
N) La primera es una “Mirabilia Romae” (= Cosas dignas de ver en Roma), una especie de guía turística para los peregrinos que visitaban la ciudad. Ahí se ofrecían datos históricos, artísticos o curiosidades sobre acueductos, murallas, palacios, termas, iglesias, etc. La primera “Mirabilia” fue escrita a mitad del s. XII y tuvo mucho éxito, así que fue copiada y ampliada en los siglos siguientes. Otros también escribieron obras similares, como por ejemplo el “Itinerarium Eisidlense” (que proponía al lector ocho rutas para pasear por Roma, explicando las maravillas que encontraría en cada recorrido) u otras que indicaban las iglesias, sus reliquias y las indulgencias que se ganaban en cada una de ellas.
En una edición ampliada de las “Mirabilia” del a. 1375 encontramos un par de referencias a nuestra leyenda.

ms. Vat. lat. 4265 (a. 1375), en Gustavus Parthey, Mirabilia Romae, Berlín 1869, p. 51 - 52.
.... en la [basílica] Lateranense, delante del atrio, está la "sede estercolera", donde se dice que el papa se debe sentar cuando es consagrado [en el puesto de] san Pedro. Y dice: “Plata y oro no tengo, pero lo que tengo, te doy”. (Hech 3: 6)
... in Laterano, ante ambitum, est "sedes sterquilinii", ubi papa ducitur ad sedendum, cum ad sanctum Petrum est consecratus. Et dicit: “Argentum et aurum non est michi, quod autem habeo, hoc tibi do”.
En el piso superior del palacio [Lateranense], ante [la capilla de] el “Santo de los Santos”, hay dos sedes, en las que se investiga si el papa es hombre o mujer.
Supra palatium, ante “Sancta Sanctorum”, sunt due sedes, in quibus consideratur papa, an masculus sit an femina.

Ibidem, p. 56
Ítem, junto al Coliseo, en la vía, está puesta una estatua que se dice es la papisa con su hijo; cuyo cuerpo está sepultado en el campo junto a San Pedro.
Item, iuxta Caliseum, in platea, iacet ymago que dicitur papa femina cum puero; cuius corpus ad Sanctum Pitreum in bonio [= bonna] est sepultum.
Ítem, ahí mismo, en la vía está la Majestad [= ángel] del Señor, que cuando ella pasaba le dijo: “De ningún modo pasarás”. Y ya que ella pasó, rompió aguas y arrojó del vientre al infante; por eso hasta hoy el papa no transita esa vía.
Item. ibidem, in platea est Maiestas Domini, que ei transeunti dixit: “Quomodo non transibis”. Et cum transiit, rupta fuit et reiecit de uentre infantem; unde papa adhuc non transibit uiam illam.

Notemos esta variante en la que se incluye (además de la estatua de la supuesta papisa y su hijo) otra estatua situada en las inmediaciones que es interpretada como figurando un ángel. Además no se alude a la inscripción y el sepulcro se traslada a las inmediaciones de San Pedro.

Representación de la papisa Juana. Boccaccio, Des Cleres et Nobles Femmes, BNF, ms fr 599 (s. XV), f. 88r

O) La segunda es el texto de Boccaccio sobre la papisa. Esta versión alcanzó gran difusión en su época por la fama del autor. El pasaje es largo pero quiero exponerlo completo porque aunque es un texto muchas veces citado, sin embargo es prácticamente imposible encontrarlo on line para el lector en lengua castellana.
Aparte de algunas pequeñas variantes (la más notable es que la llama Gilberta, conectando con la leyenda del papa-mago Gilberto), lo más interesante es el esfuerzo del autor para conciliar los datos y que el relato suene coherente (lo de inglés y de Maguncia, el primer amante muere, se subraya la tentación y la lujuria para explicar su error y descubrimiento). También es interesante desde el punto de vista del latín, por la elegancia del autor.

Giovanni Boccaccio, De mulieribus claris, cap. 98, BNF ms. lat. 6069N, f. 46v / ms. lat. 6069O, f. 61r - v; ambos del s. XV.
Sobre la papisa inglesa Juana
De Iohanna anglica papa
Juan, aunque por nombre parezca ser varón, sin embargo por sexo fue mujer. Su inaudita temeridad hizo que fuese famosísima en todo el orbe y recordada por la posteridad.
Iohannes, esto uir nomine uideatur, sexu tamen femina fuit. Cuius inaudita temeritas ut orbi toto notissima fieret et in posterum nosceretur effecit.
Aunque algunos dicen que su patria fue Maguncia, apenas se sabe sobre su verdadero nombre. Aunque hay quienes dicen que se llamaba Gilberta.
Huius etsi patriam maguntinam quidam fuisse dicant, quod proprium fuerit nomen uix cognitum est. Esto sint qui dicant fuisse Gilibertam.
Esto consta por el testimonio de algunos: siendo ella una doncella se enamoró de un joven estudiante; al cual dicen que amaba tanto que, dejando la timidez juvenil y el temor femenino, huyó a escondidas de la casa paterna, y cambiando de ropas y su nombre de joven, siguió a su amante.
Hoc constat assertione quorundam: eam uirginem a scolastico iuuene dilectam; quem adeo dilexisse ferunt ut, posita uerecundia uirginali atque pauore femineo, clam e domo patris effugeret, et amasium adolescentis in habitu et mutato sequeretur nomine.
Estudiando con él en Inglaterra, creyendo todos que era un clérigo, se consagró a Venus y al estudio de las Letras.
Apud quem in Anglia studentem, clericus existimatus ab omnibus, et Ueneri et litterarum militauit studiis.
De ahí, tras morir su joven amante, sabiendo ella el valor de su ingenio y atraída por la dulzura de la ciencia, reteniendo su ropa varonil, no quiso entregarse a otro hombre ni confesar que era mujer.
Inde, iuuene morte subtracto, cum se cognosceret ingenio ualere et dulcedine traheretur scientie, retento habitu, nec adherere uoluit alteri nec se feminam profiteri.
Todo lo contrario; aplicándose con tesón al estudio, hasta tal punto progresó en las artes liberales y estudios sagrados que era considerado superior a todos los demás.
Quin immo; studiis uigilanter insistens, adeo in liberalibus et sacris litteris profecit ut prae ceteris excellens haberetur.
Y así, dotada de una admirable erudición, ya en edad madura, se dirigió de Inglaterra a Roma. Y ahí, enseñando el trivium durante algunos años, tuvo insignes alumnos.
Et sic, scientia mirabili predita, iam etate prouecta, ex Anglia se Romam contulit. Et ibidem, aliquibus annis in triuio legens, insignes habuit auditores.
Y ya que además del saber era apreciada por su singular honestidad y santidad, creyéndola todos un hombre, por eso, siendo conocida por muchos, al morir el sumo pontífice León V, fue elegida al papado en lugar del difunto por común acuerdo de los cardenales; y se llamó Juan, que si hubiese sido varón, hubiese sido el número VIII.
Et cum praeter scientiam singulari honestate ac sanctitate polleret, homo ab omnibus creditus, et ideo, notus a multis, soluente Leone Quinto pontifice summo carnis debitum, a uenerandissimis patribus communi consensu pro mortuo in papatu suffectus est; nominatusque Iohannes, cui, si uir fuisset, ut Octauus esset in numero contigisset.
Pero ella, no temiendo ocupar la Cátedra del Pescador y participar, celebrar y administrar a otros todos los sagrados misterios, que a ninguna mujer le está permitido por la religión cristiana, ocupó por unos años el culmen del apostolado, y una mujer ejerció el vicariato de Cristo en la tierra.
Quae tamen, non uerita ascendere Piscatoris Cathedram et sacra misteria omnia, nulli mulierum a christiana religione concessum, tractare, agere et aliis exhibere, apostolatus culmen aliquibus annis optinuit, Christique uicariatum femina gessit in terris.
En verdad desde lo alto Dios, apiadado de su pueblo, no soportó que una mujer retenga tan insigne puesto, presida a tal pueblo y lo engañe con tan infausto error. Y a esta, que osaba lo indebido y no se detenía, la abandonó a su suerte.
Sane ex alto Deus, plebi sue misertus, tam insignem locum teneri, tanto presideri populo, tamque infausto errore decipi a femina passus non est. Et illam, indebita audentem nec sinentem, suis in manibus liquit.
Por eso, persuadida por el diablo, que la había inducido y la mantenía en tan impía audacia, de modo que la que como particular había guardado una singular honestidad, elevada en tan sublime pontificado cayó en el ardor de la lujuria; y a ella, que había sabido fingir otro sexo mucho tiempo, no le faltó astucia para saciar su lujuria.
Quamobrem, suadente dyabolo, qui eam in tam scelestam deduxerat atque detinebat audaciam, ut que priuata precipuam honestatem seruauerat, in tam sublimi euecta pontificatu in ardorem deueniret libidinis; nec ei, que sexum diu fingere nouerat, artes ad explendam defuere lasciuiam.
Pues de un paje, que a escondidas accedió al sucesor de Pedro y le rascó su ardiente comezón, ocurrió que la papisa quedó embarazada. ¡Oh crimen infame! ¡Oh invicta paciencia de Dios!
Nam adiumento, qui clam Petri successorem conscenderet et exurentem pruriginem defricaret, actum est ut papa conciperet. O scelus indignus! O inuicta pacientia Dei!
¿Qué pasó finalmente? A esta, que por mucho tiempo había podido fascinar los ojos de los hombres, le faltó ingenio para ocultar este parto impuro.
Quid tandem? Ei, que fascinare diu oculos potuerat hominum, ad incestuosum partum occultandum defecit ingenium.
Pues, adelantándose inesperadamente el plazo, mientras desde el Janículo iba al Laterano celebrando una sagrada procesión, entre el Coliseo y la iglesia del Papa Clemente, sin ayuda de una partera, con dolor, dio a luz públicamente.
Nam, cum is preter spem propinquior esset termino, dum ex Ianiculo amburbale sacrum celebrans Lateranum peteret, inter Coloseum et Clementis Pontificis aedem, obstetrice non uocata, enixa, publice paruit.
Arrojada de ahí a las tinieblas exteriores por los cardenales, por este fraude, con el que por tanto tiempo había engañado, excepto a su amante, a todos los hombres, murió la miserable entre llantos.
Qua fraude tamdiu, preter amasium, ceteros decepisset homines et, hinc a patribus in tenebras exteriores abiecta, cum fletu misella abiit.
Para execrar esta obscenidad y continuar el recuerdo de su nombre hasta hoy, los sumos pontífices, al celebrar las rogativas con el clero y el pueblo, ya que execran el lugar del parto que está situado en medio de su itinerario, omitiéndolo, se desvían por vías apartadas y por callejas, y así, una vez dejado atrás ese lugar detestable, retomando [su camino], acaban el itinerario que comenzaron.
Ad cuius detestandam spurciciem et nominis continuandam memoriam in hodiernum usque, summi pontifices, rogationum cum clero et populo sacrum agentes, cum locum partus medio eius in itinere positum abominentur, eo omisso, declinant per diuerticula uicosque, et sic, loco detestabili postergato, reintrantes, iter perficiunt quod cepere.
“arrojada a la tinieblas exteriores” equivale a condenada al infierno (Mt 8: 12; 25: 30).
“murió la miserable” también puede traducirse “partió ....”, pues el verbo “abiit” tiene ambos significados.
“entre llantos”, pero en varios textos aparece “cum fetu”, entonces sería “con el bebé”.
Nótese que he optado por la variante más conforme a la versión tradicional, es decir, que la papisa y su hijo mueren ahí mismo. Sin embargo puede parecer que Boccaccio a propósito deja el punto ambiguo; y si tomásemos la segunda traducción, sea que se trate de “partió con llantos” o “partió con su bebé”, estaríamos ante otra variante de la leyenda, en la que la heroína no muere. Esta nueva formulación de la leyenda la veremos en la siguiente entrada.

P) El mismo Boccaccio abordó este personaje en otra obra, en la que él encuentra, dialoga y reflexiona sobre personajes que tras conocer la gloria cayeron en desgracia. Ningún nuevo dato añade a lo ya visto, pero lo he querido incluir por su valor literario.

Giovanni Boccaccio, De casibus virorum et mulierum illustrium, lib. 9, cap. 6, f. 131v-132r (1475, incunable Ghent University). También: París 1520 (BSB) y Ausburgo 1544 (Österreichische NB)
Y he aquí que se alza una mujer, la cual, vestida con ropa pontifical y el cabello cortado hasta las orejas, parecía más un sacerdote que una mujer.
Et ecce mulier astitit, que, induta pontificalibus et deciso tenus aures crine, sacerdos pocius uidebatur quam femina.
A ella, aunque mucho lloraba, sin embargo maravillado yo oí que, tras dejar a sus padres de Maguncia, siguiendo clandestinamente a un joven al que amaba, había estudiado con él disfrazada con ropa varonil.
A qua ego, etsi plurimum fleret, mirabundus tamen accepi quod, moguntinis parentibus relictis, clam secuta iuuenem quem diligebat, secum incognita uirili in habitu studuisset.
Y tras la muerte de él, conservando la ropa [varonil] y la castidad, progresó tanto en los estudios liberales y sacros que entre los ingleses era considerado un hombre (no una mujer) célebre.
Eoque morte subtracto, in liberalibus sacrisque literis, habitu et castitate seruata, profecisset adeo ut apud anglos homo, non femina, celebris haberetur.
Y pasando los años, habiendo ido ella de Inglaterra a Roma, y enseñando ahí el trivium y teniendo ilustres alumnos, fue tan apreciada por todos que, al morir el papa León Quinto, imperando Lotario I, fue llevada al pontificado supremo, y recibió el ínclito nombre de Juan.
Et labentibus annis, dum se Romam ab Anglia contulisset, ibique triuium legeret illustresque haberet auditores, tante apud omnes opinionis fuit ut, mortuo Leone papa Quinto, imperante Lothario Primo, ad pontificatum maximum traheretur, et Iohannis sortiretur inclitum nomen.
Durante el pontificado, subyugada por la lujuria, quedó preñada; [y] yendo del Janículo al Laterano, entre el Coliseo y la iglesia de [San] Clemente, se decía que parió ante la mirada de todos.
In quo, subeunte libidine, pregnans effecta; petens ex Ianiculo Lateranum, inter Coloseum et Clementis sacellum, cunctis aduertentibus, peperisse dicebatur.
Y por eso, habiendo sido arrojada del ápice del pontificado, tras ocuparlo dos años, siete meses y unos días, se lamentaba que se había convertido en una mujercita miserable.
Et ob id, ex apice pontificatus, cum duobus annis et septem mensibus et diebus aliquibus sedisset, deiecta, misellam mulierculam deuenisse querebatur.
¡Oh ínclito Dios! ¿Qué no osan las mujeres? Ella tendió al pontificado los lazos de la honorabilidad y los estudios y casi por tres años, cumpliendo su deseo, lo obtuvo. Sin duda me hubiese reído, si no me lo hubiese impedido la dignidad [pontifical] burlada.
O Deus inclite! Quid non audent mulieres?Honestate et studiis hec laqueos pretendit papatui et fere per triennium, uoti compos effecta, possedit. Risissem equidem, ni lusa dignitas obstitisset.


lunes, 1 de junio de 2015

Humanista y Papa: Eneas Silvio Piccolomini


Eneas Silvio Piccolomini nació en Corsignano (hoy Pienza, Italia), 1405. Aunque su familia era noble, había sido expulsada de Siena en 1385, y entonces le tocó vivir en un ambiente modesto. Estudió Derecho y Letras clásicas en Siena (1423-1428) y Florencia (1429-1430). A partir de entonces tuvo una carrera ascendente y meteórica: en 1432 fue secretario del Cardenal Doménico Capránica, fue a Escocia en misión diplomática (1435), miembro de varios comités del Concilio de Basilea (desde 1436), secretario del antipapa Felix V (1439), en la cancillería del rey Federico III (1442), y misión diplomática ante el papa Eugenio IV (1445), que le brindó la ocasión de renunciar a su pasado conciliarista y confirmar su adhesión a la Santa Sede. Fruto de esta reconciliación será su ordenación como subdiácono en 1445 y como sacerdote y obispo de Trieste en 1447, y como obispo de Siena en 1450. En estos años siguió en la cancillería de Federico III y se encargó de los preparativos para su coronación como emperador (Roma 1452). Regresó definitivamente a Italia en 1455. En 1456 fue creado cardenal y en 1458 fue elegido sumo pontífice, con el nombre de Pío II.
Como intelectual también gozó de merecida fama por sus numerosos escritos en los que toca temas variados: historia, geografía, teología, poesía. De su época anterior al sacerdocio destaca su primer relato del concilio de Basilea titulado “De gestis concilii basiliensis” (1440) y su novela “Historia de duobus amantis” (1444), un grandes ventas del s. XV. De su época posterior destacan varias obras histórico-geográficas, como su “Germania” y su “Historia bohemica” (ambas de 1458) y sobre todo su escrito autobiográfico “Commentarii” (1462-1464) en el que retrata la Europa y personajes de su tiempo.
Euryalus entrega su primera carta a Lucrecia. Ilustración de la "Historia de duobus amantis", en un manuscrito del s. XV. Imagen de Wikimedia Italia.


Una pequeña muestra del análisis histórico y el estilo de Piccolomini podemos saborearlo en estos fragmentos en los que ridiculiza el afán de los pueblos por atribuirse estirpes antiguas y gloriosas.

Silvio Piccolomini, Historia bohemica, lib. 1, cap. 2, f. 4r-4v, Basilea 1489.
Los bohemios, deseando ostentar como el resto de los mortales un origen antiquísimo, afirman ser descendientes de los eslavos. En verdad se cree que los eslavos estuvieron entre aquellos que tras el diluvio universal construyeron la famosísima Torre de Babel, y ahí, cuando las lenguas fueron confundidas, ellos, llamados “eslovenos”, o sea “locuaces”, recibieron su propio idioma. …..
Bohemi, sicut ceteri mortalium originem suam quam uetustissimam ostendere cupientes, sclauorum se prolem asserunt. Sclauos autem inter eos fuisse qui post uniuersale diluuium condende famosissime turris Babel auctores habentur, atque ibi, dum lingue confuse sunt, “sclauonos”, id est “uerbosos” appellatos, proprium ydeoma suscepisse. …....
Muchos de los germanos se consideran muy nobles habiendo surgido de los romanos; los romanos piensan que de los teucros toman un origen gloriosísimo; los francos, que también fueron germanos, dijeron que eran de sangre troyana. Igual gloria satisface a los británicos, que afirman que un cierto Bruto, que marchó al exilio, dio principio a su estirpe. Pero los bohemios, urdidos desde mucho más alto, se jactan que salieron de la misma Torre de la confusión. ….......
Multi ex germanis satis se nobiles arbitrantur ex romanis ortos; romani ex theucris originem ducere gloriosissimum putant; franci, qui et germani fuerunt, troyanum se sanguinem esse dixerunt. Eadem britannis gloria satis est, qui Brutum quendam exilio profectum generi suo principium dedisse affirmant. At bohemi, longe alcius orsi, ab ipsa confusionis Turre se missos iactitant. …......
Dicen que los eslovenos estuvieron allí, cuando se confundió el habla de toda la Tierra: hueca alabanza y digna de risa. Porque si alguien quiere imitar a los bohemios buscando la nobleza de su pueblo en los tiempos antiguos, fácilmente se atribuirán orígenes, no ya desde la Torre babilónica, sino desde el Arca de Noé, y desde el mismo Jardín de las Delicias y los primeros padres y del útero de Eva, de donde todos hemos salido.
Fuisse illuc sclauonos, aiunt, dum labium uniuerse Terre confusum est: uana laus ac ridenda. Quod si quis bohemos imitari uelint nobilitatem generis ex ipsa uetustate querentes, non iam ex Turri babilonica, sed ex Archa Noe atque ex ipsa Deliciarum Paradiso primisque parentibus, et ab utero Eue, unde omnes egressi, facile sibi principia uendicabunt.
Nosotros pasamos por alto estas cosas como delirios seniles. “Todos los reyes provienen de siervos; todos los siervos de reyes”, escribió Platón.* La sola y única virtud engendra la auténtica nobleza.
Nos ista tanquam anilia deliramenta pretermitimus. “Omnes reges ex seruis ortos; omnes seruos ex regibus”, scripsit Plato. Veram nobilitatem sola atque unica uirtus gignit.

* Frase inspirada en: Platón, Teeteto, 175; popularizada por: Séneca, Epistolae morales ad Lucilium, 44, 4: “Platon ait neminem regem non ex seruis esse oriundum, neminem seruum non ex regibus”.
Primera página de la edición de Roma 1481 de la "Abbreviatio"

Una obra menor de Piccolomini fue su “Abbreviatio” (= resumen, escrito en 1463) de las “Décadas” de F. Biondo. Decimos obra menor porque Piccolomini solo se limitó a abreviar el texto de Biondo, sin hacer añadidos en el fondo ni ninguna pretensión en la forma. Sin embargo la obra tuvo mucho éxito y se convirtió en un manual fácil de manejar y ecónomico de comprar. B. Plátina fue uno de los autores que usó mucho ese texto para la redacción de su colección de biografías papales.
Por esa razón en paralelo a la traducción de la obra de Plátina estoy publicando el texto latino de la “Abbreviatio”. Y aquí cedo la palabra a Michael Isingrin (Suiza 1500-1557) editor de la edición Basilea 1533 de la “Abbreviatio”, el cual en su prefacio explicaba muy bien el valor de esta obra.

MICHAEL INSINGRIN AL BENIGNO LECTOR. SALUDOS.
MICHAEL ISINGRINIVS LECTORI CANDIDO. SALUTEM.
1. Puesto que la Historia es espejo de la vida humana que muestra como en un teatro los hechos de los mortales a la mente de los que la contemplan con atención, y de tal modo hace presentes las gestas de los tiempos antiguos que no puedes dudar que es un modelo prefijado de lo que se debe hacer y como un oráculo para los hombres actuales, [por lo tanto] no parece que merezcan pequeña alabanza quienes le consagraron todo su esfuerzo e ingenio para transmitir a la posteridad las gestas de los antepasados, de donde los hombres de los tiempos venideros, adoctrinados por esta materia y pertrechados de consejos para cuidarse de los malos, tengan una regla rectísima para gobernar la república.
1. Quandoquidem Historia uitae humanae speculum est quod actus mortalium intente contemplantium menti ueluti scena exhibet, quodque res priscis temporibus gestas ita praesentes facit, ut et rerum gerendarum praefixum exemplum et instantium ceu oraculum minime dubium habere possis: non uulgarem mereri laudem uidentur, qui omnem operam atque industriam huc impenderunt, ut res maiorum memoria gestas posteritati commendarent, quo uergentis aetatis homines, materia discendi malorumque cauendorum monitionibus minime destituti, rectissimam reipublicae administrandae regulam haberent.
2. En este rubro, a mi juicio, si a alguien se le debe ciertamente mucho es a Biondo, el cual transmitió el recuerdo de las ruinas del declinante Imperio Romano con estilo claro, máxima fidelidad, no menos diligencia e infatigables esfuerzos.
2. Quo nomine, mea quidem sententia, si cuiquam alias, Blondo certe plurimum debetur, qui declinantis Romani Imperii ruinas, stylo diserto, fide summa, diligentia non minori, laboribus inexhaustis, memoriae mandauit.
3. El mismo autor declara la causa de esta dificultad: En tal torbellino de revueltas, perdido el esplendor de las Letras, sucedió que él, despojado de la multitud de escritores a los que imitar, fue obligado a buscar en todas partes y a seguir diferentes textos, divergentes entre sí en muchos pasajes y escritos con ligereza y torpeza.
3. Cuius difficultatis causam autor ipse asserit: Tanto uidelicet motuum turbine, splendore literarum euanescente, factum esse ut, scriptorum quos imitaretur copia destitutus, uaria ac multis [in] locis inter se dissidentia, temere ac ineptissime scripta sequi et undique conquirere coactus fuerit.
4. Pero ya que Biondo trata el tema demasiado extensamente para que un ocupado lector pueda hojear tamaño volumen, Eneas Silvio (al que después hecho pontífice, se le puso el nombre de Pío) movido por afecto hacia sus semejantes mortales, para quitar el tedio de la extensión, quiso reducir las extensísimas Décadas en un fructuoso resumen; pues mientras lo abreviaba apretadamente, muy elegante y hábilmente cumplió el precepto de [Horacio] Flaco de no ser oscuro.*
4. Verum quia Blondus negotium fusius tractat quam ut occupato lectori tanta uolumina euoluere uacet, pari erga mortales motus affectu Aeneas Syluius (cui postea pontifici facto, Pii nomen inditum est) qui, ut prolixitatis taedium leuaret, Decades amplissimas in compendiosam epitomen contrahere uoluit; quod interim dum arctissime succinxit, affabre admodum et scite Flacci praeceptum obseruauit ne obscurus fieret.
5. Él expuso limpia y brevemente lo que el mismo autor había referido tan amplia como claramente, de modo que mucho mermó el número de folios pero en nada la utilidad; para que veas que es cierto lo que Fabio [Quintiliano] en otro lugar dice: que es propio del artista hablar breve y enjundiosamente. Además porque dice poco, no dice pocas cosas.**
5. Dilucide id et breuiter exhibuit quod autor ipse uacantibus ingeniis tam fuse quam clare prodiderat, ut foliorum numero multum utilitati uero decederet nihil; ut uerum uideas quod Fabius alibi dicit: eiusdem esse artificis breuiter et copiose dicere. Non praeterea pauca dicit, quod dicit parum.
6. Así pues queriendo agradarte, doctísimo lector, aquel compendio, recomendable bajo muchos aspectos, donde puedes adquirir ameno conocimiento de muchos sucesos, nos hemos ocupado en corregirlo de las numerosas erratas con las que estaba indignamente manchado y restituirlo a su prístino candor, juzgando nosotros que de ningún modo [te] será desagradable.
6. Tibi itaque, humanissime lector, gratificari uolentes, compendium illud multis numeris commendabile, unde tibi multarum rerum iucundam cognitionem comparare posses, a mendis innumeris, quibus erat foedissime conspurcatum, emendari pristinoque suo candori restitui curauimus, minime iniucundum fore arbitrantes.
Cuídate pues y disfruta.
Vale igitur et fruere.


* Esta referencia a Horacio y más abajo a Quintiliano son genéricas y están tomadas de Erasmo. Cf. Erasmo de Rotterdam, De copia verborum, lib. 1, cap. 5, Londres 1823, p. 4.
** Esta frase recuerda la irónica frase de Cicerón: “Caluus satis est, quod parum est” (= Calvo está satisfecho porque es poco = le ha gustado que haya sido breve). Cicerón, De oratore, lib. 2, cap. 61. Aunque Cicerón lo dice en sentido irónico, es decir que siendo un discurso malo, basta con que haya sido breve.

viernes, 27 de junio de 2014

Plátina: el bibliotecario rebelde

Hace unas semanas me preguntaba un amigo sobre los progresos de mi próxima traducción, que es sobre biografías papales: el “Liber de vita Christi ac omnium pontificum”, escrito por Rodolfo Bartolomé (1421 – 1481), apodado Plátina (Platyna), por el nombre latino de su ciudad natal (Piàdena, en Cremona, Italia). Cuando dije a mi amigo que Plátina había sido director de la Biblioteca Vaticana, su primer comentario fue: “seguramente debe ser una especie de versión oficial que ocultará o pasará de puntillas sobre los puntos negros de la historia de los papas”. Y a mí lo primero que se me ocurrió fue que eso mismo debió pensar el papa Sixto IV aquel día de 1475, cuando Plátina le ofreció su obra bellamente escrita en un códice de lujo (que todavía hoy se conserva: ms. Vat. Lat. 2044). ¿Pudo existir en el s. XV alguien bastante audaz para escribir una historia de los papas condenando sus vicios y ofrecérsela a un papa? Ese hombre existió y le apodaban Plátina.
Primera página del ms. Vat.lat.2044. Tomada de la Digital Vatican Library.

De sus primeros años solo sabemos que era de una familia pobre y que en su juventud estuvo unos 4 años enrolado como mercenario bajo la bandera de Francesco Sforza y Niccolò Piccinino. Más tarde lo encontramos dedicado a los estudios bajo la guía de Ognibene da Lonigo en la célebre escuela de Mantua, que había fundado Vittorino da Feltre († 1446), en la cual estudiaban ricos y pobres (estos alojados gratuitamente) en una villa de la familia Gonzaga. En 1453 ya lo encontramos entre los preceptores de los hijos del marqués Ludovico Gonzaga. Poco después se trasladó a Florencia que era el epicentro del humanismo italiano y tuvo ocasión de trabar amistad con Piero y Cósimo Medici, Poggio, Marsilio Ficino, Pico della Mirandola, Cristóforo Landino entre otros. Probablemente en 1461 se trasladó a Roma, donde fue acogido en el círculo literario de corte platónico que se reunía en torno a la figura de Pomponio Leto (la llamada Accademia Romana).
El papa Pío II, que era un protector del humanismo y seguramente también por los buenos oficios del cardenal Gonzaga, gran amigo de Plátina, le concedió (1464) una plaza en el “collegio degli abbreviatori” (un cuerpo de funcionarios de la curia que redactaban, copiaban o hacían minutas de diversos documentos papales). Pero pocos meses le duró el puesto porque tras la muerte de Pío II, su sucesor Pablo II despachó a todos los abbreviatori. Los afectados, muchos de ellos humanistas e imbuidos de ideas de igualdad y justicia, formaron una comisión, encabezada por Plátina, que se presentó en el Vaticano para exigir su reposición. Pero la autocracia papal estaba habituada a las súplicas y no a las reclamaciones, de modo que la audiencia concluyó con el papa fuera de sí expulsando a la comisión. Los humanistas no se rindieron y, ya que el papa no pensaba darles una nueva audiencia, le escribieron una carta todavía más audaz. Naturalmente Plátina acabó en las mazmorras de Castel Sant'Angelo, de donde salió 4 meses más tarde (enero 1465) gracias a la intercesión de su amigo y protector el cardenal Francesco Gonzaga.
Pocos años más tarde (1468) se vería mezclado en un problema todavía mayor. En la Accademia Romana se había introducido un cierto Filippo Buonaccorsi, apodado Calímaco, el cual además de humanista y neo paganizante, era un gran bebedor que en sus borracheras solía dar peroratas revolucionarias, amenazando grandes proyectos para destruir la tiranía papal. El resto de humanistas, que tenían razones para estar resentidos con Pablo II, parece que oían deleitados como Calímaco despotricaba contra el papa. Ya que esto se hacía casi públicamente, pronto la noticia llegó a los oídos de soplones y aduladores del papa, un hombre supersticioso y desconfiado.  El asunto se pintó con colores sombríos: un grupo de enemigos del cristianismo preparaba un complot para asesinar al papa y poner fin a la teocracia romana. De inmediato la policía vaticana entró en acción y más de 20 humanistas fueron a prisión: Plátina y Pomponio Leto entre los más destacados. Casi un año estuvo en prisión hasta demostrar al suspicaz papa que no había ni complot ni herejía sino simplemente las fantasías y despropósitos de un joven ebrio. Finalmente todos fueron declarados inocentes de todos los cargos.
Afortunadamente para los humanistas Pablo II no tenía buena salud y tras una opípara comida murió de forma fulminante (1471). En su lugar fue elegido Francesco della Rovere, que tomó el nombre de Sixto IV. Pronto Plátina entra en el círculo de intelectuales que gozaban de la benevolencia papal (1472). Es entonces cuando decide escribir la que será su gran obra: una biografía de todos los papas hasta sus días. La presentó al papa, el cual acababa de nombrarlo prefecto de la Biblioteca Vaticana (febrero del 1475), cargo que mantuvo hasta su prematura muerte, por el flagelo de la peste (21 de setiembre de 1481).


Fresco de Melozzo da Forli: Sixto IV nombra a Plátina prefecto de la Biblioteca Vaticana (1477). Actualmente en la Pinacoteca Vaticana.

Sixto IV no era uno de esos que había llegado al papado solamente por alta alcurnia y riquezas. Él provenía de una familia de comerciantes. De joven entró en los franciscanos y llegó a ser profesor de filosofía y teología en Padua, Bolonia, Florencia, Perugia y Roma. Por sus méritos intelectuales y su fama de hombre piadoso fue elegido General de los franciscanos (1464) y luego fue creado cardenal (1467). Tras la temprana muerte de Pablo II, es elegido papa como hombre de consenso, gracias al apoyo de los cardenales Latino Orsini, Rodrigo Borja y Francesco Gonzaga. Por lo tanto aunque podamos imaginar que Sixto IV no supiese cabalmente el contenido del libro cuando se lo presentó Plátina, sin embargo es seguro que pronto se enteró, por sí mismo o por otros.
Por lo tanto es un título de honor para Plátina haber tenido el coraje de escribirlo y presentarlo al papa, y es un título de honor para Sixto IV haber acogido la obra y el autor, demostrando tener la auténtica grandeza que sabe escuchar las críticas razonadas y no se asusta del espejo.
No tuvieron esa misma grandeza los que siglos después, asustados por la tormenta protestante, trataron de minusvalorar, recortar, despreciar u ocultar la obra de Plátina. Así el agustino Onofrio Panvinio († 1568) es el primero que osará alterar un pasaje por motivos dogmáticos y abrirá el camino para las numerosas traducciones católicas que extirparán cuidadosamente todos los pasajes malsonantes para las almas débiles. Tampoco está libre de recortes, aunque en menor grado, la popular traducción inglesa del s. XVII (publicada por W. Bentham, Londres 1893).
La secular campaña de desprestigio ha calado en muchos historiadores que nunca lo han leído, o lo conocen a través de sus censores. Así Plátina ha sido caricaturizado, por un lado como hombre cobarde, capaz de todo con tal de conseguir el favor de los papas, y por otro lado, como un hombre colérico y vengativo que escribió lleno de resentimiento contra el papado. En realidad Plátina fue un ferviente humanista que creía tanto en los valores de la Roma y Grecia ideales, como en Cristo y la Iglesia, pero sin las supersticiones medievales y los caprichos autoritarios papales. No en vano empieza su historia de los papas, no en san Pedro, sino en Cristo, indicando así con quién debían medirse sus sucesores.



B. Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum, 140, 5-6. Sobre la ambición y avaricia.
Mira, te ruego, cuánto habían degenerado estos pontífices de sus antepasados, los cuales con su sangre nos dejaron esta nación cristiana tan grande y magnífica. El pontífice romano, padre y protector de lo sagrado, se llevó ilícitamente las cosas sagradas, y quien habría debido castigar los sacrilegios se volvió autor de un gran sacrilegio.
Vide, quaeso, quantum degenerauerint ii pontifices a maioribus suis qui hanc rempublicam christianam tam amplam tamque magnificam suo sanguine nobis reliquere. Pontifex romanus, sacrorum pater et rex, sacra ipsa furto abstulit, et qui uindicare sacrilegia debuerat tanti sacrilegii factus est auctor.
En verdad esto ocurre en cualquier república cuando la ambición y avaricia de los malos es más fuerte que la virtud y sensatez de los buenos. Por eso en el clero deberían ser elegidos aquéllos cuya vida y doctrina sea probada, no aquéllos que no teniendo nada de virtud ni religión buscan para sí mismos el poder con ambición y soborno.
Hoc autem contingere in quauis republica consueuit, quando plus malorum ambitio et auaritia ualet quam bonorum uirtus et grauitas. In clerum igitur deligendi essent quorum uita et doctrina probata sit, non autem ii qui cum nil uirtutis et religionis habeant ambitione et largitione sibi potentiam quaerunt.


B. Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum, 143, 1-2. Sobre el nepotismo.
JUAN Decimoquinto, …...... fue odiado por los clérigos, sobre todo porque, pospuesto el honor divino y la dignidad de la sede romana, regalaba los bienes materiales y espirituales entre sus familiares y partidarios; un vicio en verdad que de tal modo transmitió a los posteriores que ha llegado también hasta nuestros días.
IOHANNES Quintusdecimus, ….., ab ipsis clericis odio habitus est, maxime uero quod diuina humanaque omnia cognatis et affinibus suis elargiebatur, posthabito Dei honore et romanae sedis dignitate; quem certe errorem ita posteris tradidit ut ad nostram quoque aetatem peruenerit.
En verdad nada es más pernicioso que esta costumbre, ya que parece que nuestros sacerdotes no apetecen el pontificado por la religión y el culto de Dios, sino para saciar la avaricia y la glotonería de hermanos, sobrinos y allegados.
Qua quidem consuetudine nil certe dici perniciosius potest, cum non ob religionem et Dei cultum appetere pontificatum nostri sacerdotes uideantur, sed ut fratrum uel nepotum uel familiarium ingluuiem et auaritiam expleant.



B. Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum, 117, 2. Sobre la envidia y mezquindad.
Pues estos pontificuchos no pensaban nada más que en extinguir el nombre y prestigio de sus antecesores; cosa que no hay peor ni más mezquina, pues los que se empeñan en estas artimañas, despojados de toda virtud, tratan de derribar a los beneméritos de aquel sitial al que ellos no pueden alcanzar por pereza y maldad. Pues nunca hallarás a uno envidiando la fama ajena, a no ser aquel que, manchado de toda infamia, desespera que su nombre alguna vez llegue a ser célebre en la posteridad; esos son los que con engaño, maldad, dolo y calumnia, muerden, laceran, acusan y corroen a los beneméritos del género humano, como perros cobardes e inútiles, que por miedo no se enfrentan a las fieras, pero las muerden cuando están atadas o encerradas en jaulas.
Nil enim aliud ii pontificuli cogitabant quam et nomen et dignitatem maiorum suorum extinguere; quo nihil potest esse peius et angustioris animi, qui enim his artibus nituntur, nulla uirtute muniti, eo de loco abradere bene merentes conantur, quem ipsi ob ignauiam et maliciam attingere non possunt. Neminem siquidem unquam inuenies alienae famae inuidere, nisi qui, omnibus probris contaminatus, desperat suum apud posteros celebre nomen aliquando futurum; ii sunt qui fraude, malicia, dolo, maledicentia, de humano genere bene meritos mordent, lacerant, accusant, corrodunt, tanquam ignaui canes et inutiles, nec feris sese obiicientes ob timiditatem, sed uinctas et caueis inclusas mordentes.


Los textos y la numeración de referencia que uso son de la edición que próximamente espero publicar en mi “Librería Medieval”. Esa primera entrega abarcará los papas desde la mitad del s. VIII hasta la mitad del s. XI.