En
la entrada del 26 de septiembre de 2014 (Roldán prefecto de la marca de Bretaña) vimos el relato más antiguo de la expedición
carolingia del año 778 en el norte de la península ibérica y en
especial el relato de la célebre batalla de Roncesvalles. Pero más
tarde en paralelo creció un relato legendario de la batalla de
Roncesvalles. Tanto se difundió ese relato legendario que durante
varios siglos casi ocultó la batalla real.
El
contexto histórico fue el siguiente: cuando los turcos selyúcidas
ocuparon Jerusalén (1078), prohibieron el paso de los peregrinos y
pusieron en jaque a Bizancio, la Cristiandad comenzó a mirar Oriente
cada vez con mayor preocupación, hasta que el 27 de noviembre de
1095 el papa Urbano II exhorta a todos los cristianos que se unan y
liberen Jerusalén: así empieza la era de las cruzadas. En este
contexto cobran un nuevo y gran impulso los relatos épicos. Se busca
en el pasado los héroes que personifiquen la religiosidad cristiana
y la valía militar y se encuentra en el reinado de Carlomagno las
bases necesarias para levantar relatos épicos con cierto aire
histórico creíble. Así probablemente a finales del s. XI o
principios del s. XII cristaliza la primera gran versión de la
Chanson de Roland (manuscrito de Oxford) escrito en romance, y
poco después, a mitad del s. XII, el De expedimento et conuersione Yspanie et Gallecie escrito en latín,
conocido principalmente por formar el Libro IV del códice Calixtino.
El
hecho que la batalla de Roncesvalles sea el argumento de la Chanson
y ocupe un lugar muy importante en el De expedimento nos mueve
a preguntarnos si al menos el núcleo de ese relato ya existía y
tenía cierta difusión. El relato hecho en el s. IX por Einhardus,
contemporáneo de Carlomagno, parece apoyar esa suposición. En mi
artículo del 2014 hice notar que aunque Carlomagno y sus tropas
protagonizaron muchísimas acciones bélicas memorables durante su
largo reinado, sin embargo la acción bélica descrita con más
detalle por Einhardus fue la emboscada que los vascos tendieron a la
retaguardia del ejército franco en el paso de Roncesvalles. Desde el
punto de vista estratégico, militar o económico esa derrota no tuvo
ninguna repercusión. Los tres nobles que cayeron (Eckard, Anselmo y
Roldán) tampoco parece que tuvieron mucha relevancia en la numerosa
corte carolingia, de hecho nada sabíamos de ellos antes de esta
mención. Sin embargo por una razón que desconocemos esa derrota a
manos de los vascos causó honda indignación en el pueblo franco.
Por eso de entre tantas guerras y proezas militares de Carlomagno
solamente se detiene la pluma de Einhardus en el día que el glorioso
ejército franco experimentó la "wasconicam perfidiam". Y
podemos ver que casi medio siglo después la herida todavía está
sangrante cuando anota con pesar que "este hecho hasta el
presente no ha podido ser castigado".
Bibliothèque nationale de
France, NAF 28876, f. 146v (s. XIV): derrota de Roncesvalles.
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Podemos
suponer que ese hecho seguía bien vivo en la memoria de los francos
porque los poetas ya habían hecho suyo el argumento y comenzaban a
trazar las primeras pinceladas que culminará siglos más tarde en la
grandiosa epopeya de la Chanson de Roland y los múltiples y
variados relatos y héroes que surgirán en el universo literario en
torno a la figura de Carlomagno y Roldán. Pero parece que nunca
sabremos con certeza qué hecho especialmente trágico, horrible o
grandioso ocurrió en Roncesvalles que lo distinguió de todas las
otras batallas.
Del
relato de la batalla de Roncesvalles según el De expedimento et conuersione Yspanie et Gallecie podemos extraer una
hipótesis verosímil para explicar ese misterio, pero que nunca
podremos demostrar con certeza. En el largo capítulo XXI del De
Expedimento se narra la traición de Ganelón y el encarnizado
combate en Roncesvalles (XXI/1), la muerte de Marsilio, rey de
Zaragoza, y las palabras de despedida de Roldán a su espada Durendal
(XXI/2), su llamada de auxilio con su cuerno, sus últimas oraciones
y su muerte ejemplar (XXI/3). El escritor interrumpe el relato para
insertar un largo elogio fúnebre (XXI/4). Luego Turpín (en este
relato no participa en la batalla) conoce la muerte de Roldán por
una revelación divina, se halla el cadáver de Roldán y se narra el
lamento de Carlomagno por el héroe caído (XXI/5). Finalmente en
XXI/6 se narra el hallazgo del resto de combatientes, la aniquilación
del ejército enemigo y el descuartizamiento del traidor Ganelón.
Vemos que aunque en el De Expedimento se han reducido
drásticamente la descripción de combates y suprimido los diálogos
entre los combatientes, básicamente se sigue el mismo argumento que
la Chanson con pequeñas variantes.
Bibliothèque nationale de
France, ms. fr. 2608, f. 147v (s. XIV): el rey Marsilio ofrece oro,
vino y mujeres.
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Ahora
fijémonos en dos variantes que creo pueden ayudarnos a ofrecer una
explicación al misterio de Roncesvalles. La primera es el final del
relato de la batalla (XXI/1 12):
12.
De inmediato a los nuestros, fatigados y agotados por tan duro
combate, les atacan los otros 30 mil sarracenos y abatieron del
más grande al más pequeño. En verdad ni uno de los veinte mil
cristianos se libró: unos atravesados por lanzas, otros
degollados a espada, otros descuartizados con hachas, otros
perforados con flechas y saetas, otros mueren vareados, otros
despellejados vivos con cuchillos, otros quemados en el fuego,
otros colgados de los árboles.
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12.
Statim nostros, tanto bello fatigatos et lassos, alia XXX milia
sarracenorum aggrediuntur et percusserunt eos a maiori usque ad
minorem. Nec unus quidem e uiginti milibus christianorum euasit:
alii lanceis perforantur, alii spatis decollantur, alii securibus
absciduntur, alii sagittis et iaculis perforantur, alii perticis
uerberando perimuntur, alii cultellis uiui excoriantur, alii igne
cremantur, alii arboribus suspenduntur.
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La otra variante
está en XXI/6 1-3:
1.
Y al día siguiente, muy temprano, se dirigieron armados al lugar
donde se había librado la batalla y donde yacían los
combatientes muertos en Roncesvalles, y cada uno halló a sus
amigos: unos completamente muertos, otros todavía vivos pero
heridos de muerte.
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1.
Crastina namque die, summo diluculo, armati ad locum quo bellum
peractum fuerat et pugnatores perhempti iacebant in
Runciaualle ierunt, et singuli singulos amicos suos, quosdam
penitus exanimatos, quosdam adhuc uiuos sed usque ad letum
uulneratos, inuenerunt.
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2.
En verdad a Oliveros, ya migrado de esta vida a otra mejor, lo
encontraron echado en el suelo, boca arriba, extendido en forma de
cruz por cuatro palos fijados en tierra, a los que estaba
fuertemente atado con cuatro nudos, y despellejado con cuchillos
afiladísimos desde el cuello hasta las uñas de pies y manos,
perforado con flechas, lanzas y espadas, y molido por fuertes
golpes de palos.
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2.
Oliuerum namque, ab hac luce in meliore migratum, iacentem
super solum, terre euersum, in effigie crucis extensum quattuor
palis in terra fixis, cum quattuor retortis fortiter nexum, et a
collo usque ad ungues pedum et manuum cultellis acutissimis
excoriatum, iaculisque, sagittis lanceisque, spatis perforatum
magnisque ictibus baculorum attritum inuenerunt.
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3.
El clamor, los lamentos y las voces de los que lloraban era
inmenso, porque cada uno se dolía por su propio amigo. Y con sus
quejidos llenaban todo el bosque y el valle.
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3.
Clamor quoque et luctus et uox plangentium innumerabilis erat,
quia unusquisque super amicum suum dolebat. Totum nemus et uallem
clamoribus suis implebant.
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Por lo tanto según el De
Expedimento no
todos los que murieron en Roncesvalles cayeron luchando (lanzas,
espadas, hachas, flechas, saetas) sino que algunos debieron ser
capturados y murieron en medio de tormentos (vareados, despellejados,
quemados, colgados). Incluso Oliveros,
el mejor amigo de Roldán, sufrió una muerte atroz.
En cambio
en la
Chanson
de Roland se
narra la muerte de
Oliveros de un modo heroico:
Oliveros, tras haber
combatido contra un número abrumador de enemigos,
es herido de muerte por una lanzada por la espalda que
traicioneramente le asesta el
moro Marganice, al que a su vez Oliveros abate
antes de expirar.
A
partir de este relato del De
Expedimento podemos
plantear esta
hipótesis: muchos
caballeros del ejército franco fueron capturados tras la emboscada y
fueron torturados y recibieron una muerte atroz e ignominiosa. El
ensañamiento de los vascos pudo ser en venganza por
los atropellos y destrucción que causó el ejercito carolingio en su
territorio, que culminó con la destrucción de Pamplona. Si
las cosas fueron así, podemos suponer que los tres nobles que
menciona Einhardus, o por lo menos Roldán, sufrieron vivos o en sus
cadáveres el ensañamiento de los vencedores. Luego es fácil
imaginar la indignación y la ira de los francos cuando descubrieron
el campo de batalla sembrado con los cuerpos torturados de sus
compañeros.
Si esta hipótesis es
correcta, eso significaría que el De
Expedimento recoge
otra tradición, quizás conservada en Blaye, a
la cual el autor se refiere siempre con deferencia y donde
se hallaba la tumba de Roldán y donde se le rindió culto como
mártir (aunque no sabemos si ese culto fue anterior o posterior al
De Expedimento).
Esa tradición, aunque seguramente también retocada, sería más
antigua y más fiel a los hechos reales que la versión idealizada de
los cantares de gesta donde todos
los héroes mueren tras
valeroso combate.
En contra
de esta hipótesis
podemos pensar que el
autor del De
Expedimento ha
fraguado estas variantes precisamente para que sus personajes no solo
sean héroes
militares sino también presentarlos como auténticos mártires de la
fe. De hecho en otro pasaje el De
Expedimento (XXVI
5-9) expone
abiertamente la
idea recurrente en tiempos de las cruzadas: todo el que muere
combatiendo a los infieles es un mártir y por tanto consigue la
recompensa celestial.
En el De Expedimento y la Chanson de Roland los vascos han sido reemplazados por musulmanes y los pocos cientos de combatientes se han convertido en decenas de miles. Ambos relatos retocan el relato histórico de Einhardus: es cierto que el ejército franco sufrió una grave derrota pero en la narración legendaria la afrenta fue lavada: Roldán mató al rey Marsilio y Carlomagno aniquiló las restantes tropas enemigas y mandó ajusticiar al traidor Ganelón. Así la leyenda cerró la herida en la conciencia del pueblo franco producida por un hecho que todavía no ha podido ser aclarado con total certeza.
Bibliothèque nationale de
France, NAF 28876, f. 150v (s. XIV): ejecución del traidor Ganelón.
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En el De Expedimento y la Chanson de Roland los vascos han sido reemplazados por musulmanes y los pocos cientos de combatientes se han convertido en decenas de miles. Ambos relatos retocan el relato histórico de Einhardus: es cierto que el ejército franco sufrió una grave derrota pero en la narración legendaria la afrenta fue lavada: Roldán mató al rey Marsilio y Carlomagno aniquiló las restantes tropas enemigas y mandó ajusticiar al traidor Ganelón. Así la leyenda cerró la herida en la conciencia del pueblo franco producida por un hecho que todavía no ha podido ser aclarado con total certeza.
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