Es probable que muchos lectores de
habla castellana ya han leído la leyenda del papa Silvestre II, sin
embargo seguramente casi nadie ha leído directamente ninguna de las
varias fuentes medievales, que relatan la historia del mago que,
gracias a un pacto con el diablo, llega a convertirse papa.
Esta historia a diferencia, por
ejemplo, de la de la papisa Juana, que no tiene base histórica, está
construida sobre un personaje real, Gerbert d'Aurillac (Gerbertus o Girbertus, mejor que Gilbertus), distorsionando con habilidad sus auténticos datos
biográficos.
Gerberto fue un joven de origen
humilde, nacido en Belliac, en la región central-sur de Francia,
ingresó en la cercana abadía benedictina de san Geraldo de
Aurillac. Por su talento fue enviado a estudiar en Cataluña (a.
963), que entonces era frontera entre el cristianismo y el mundo
árabe. Ahí pudo estudiar las recientes traducciones de obras
árabes, destacando en matemáticas, astronomía y música. De la
mano de Ato, obispo de Vich y Borrel II, conde de Barcelona, en 970
es introducido en la corte papal y pronto también llama la atención
del emperador Otón I y su corte. Convertido ya en un renombrado
erudito en 972 es puesto al frente de la prestigiosa escuela
arzobispal de Reims. De él se han conservado varios libros para la
enseñanza de matemáticas (aritmética y geometría), en música
estableció las proporciones entre tonos y semitonos, también
inventó un nuevo tipo de ábaco ("el ábaco de Gerberto").
De su mano entró Aristóteles, el astrolabio, la numeración decimal
(en sus obras no hay pruebas respecto a la introducción del cero),
avances en relojería, e incluso construyó un órgano hidráulico
automático (ideado por árabes y bizantinos) para la catedral de
Reims, el cual fue el primero construido en la Europa medieval.
En 982 fue nombrado abad de Bobbio, en
Plasencia (Italia). En 991 el rey de Francia, Hugo Capeto, lo nombró
arzobispo de Reims, pero el papa Juan XV no quiso confirmar el
nombramiento. En 998 obtuvo el arzobispado de Rávena y en 999, con el
apoyo del emperador Otón III fue elegido papa.
Aunque la llegada al papado de un
hombre tan talentoso debería haber sido un motivo de alegría, sin
embargo no todos lo vieron así. La política de los emperadores
germánicos no era vista con buenos ojos por la siempre revuelta y
ambiciosa nobleza italiana. Entre el 996 - 998 hubo una rebelión
encabezada por el noble romano Crescencio Nomentano: el papa Gregorio
V (favorable al emperador) tuvo que huir y en su lugar fue colocado
el antipapa Juan XVI (Juan Philagathos), un bizantino con el que se esperaba atraer el apoyo de Bizancio. El emperador sofocó con dureza la revuelta
y cuando capturó al antipapa, le cortaron la nariz, las orejas, le
rompieron los dedos, le arrancaron los ojos y fue deportado a
Alemania. Aunque Gerberto no tuvo responsabilidad directa en estas
crueldades, al pertenecer al círculo cercano del emperador y ocupar
el papado tras la repentina muerte de Gregorio V (parece que
envenenado), es fácil pensar que muchos en Italia sentían gran odio
y resentimiento hacia su persona. De hecho, otra revuelta (a. 1001),
esta vez encabezada por Juan, hijo de Crescencio Nomentano, también
obligó al papa Silvestre II a huir de Roma. La repentina muerte del
emperador (enero 1002) calmó los ánimos y el papa pudo volver a
Roma, donde también murió repentinamente el 12 de mayo del 1003.
La actual tumba del papa Silvestre II en san Juan en Laterano (Roma). Fue reconstruida en 1910 pero mantiene la inscripción que el papa Sergio IV mandó colocar. |
En este ambiente de odio enraizado es
fácil entender que Gerberto fuese visto por sus enemigos como un
hombre ambicioso y su rápida ascensión y sabiduría fuese vista
como obra del demonio. Tanto se desarrolló esta leyenda negra y de tal modo se difundió que varios escritores de los siglos siguientes la asumieron como
verdadera. Recién a partir del s. XVI surgirán estudiosos, como
Onofrio Panvinio (†
1568), que rechazarán categóricamente tales difamaciones.
Veamos a continuación uno de los
varios relatos que recogían esa leyenda negra, en este caso de la
pluma del afamado Bartolomé Plátina (†
1481), primer prefecto de la Biblioteca Vaticana.
Bartolomé Plátina, Liber de vita Christi ac omnium pontificum,
edición incunable de Venecia 1479.
SILVESTRE Segundo, antes llamado Gerberto, galo de nacimiento, consiguió con males artes (según dicen) el pontificado. | SYLVESTER Secundus, Gilbertus antea uocatus, natione gallicus, malis artibus (ut aiunt) pontificatum adeptus est. |
En verdad siendo un adolescente ingresó y se consagró monje en el cenobio de Fleury, situado en la diócesis de Orleans. Dejando el monasterio para seguir al diablo, al cual se había entregado por completo, llegó por su talento a Sevilla, una ciudad de Hispania, pues era muy ávido de saber y erudición. | Adolescens enim et floriacensi coenobio, in aureliana dioecesi posito, dedicatus monachus et addictus. Relicto monasterio diabolum secutus, cui se totum tradiderat, Hispalim ciuitatem Hispaniae bonarum artium causa peruenit, erat enim admodum doctrinae et litteraturae cupidus. |
Tanto progresó en ello que en breve de discípulo se convirtió en un óptimo maestro. Y Martín declara que estos fueron sus discípulos: el emperador Otón, Roberto, rey de Francia, y Leotheric varón ilustre por alcurnia y sabiduría, que después fue hecho arzobispo de Sens. | Qua in re tantum profecit, ut breui ex discipulo optimus praeceptor sit habitus. Discipulos autem hos fuisse Martinus testatur: Othonem imperatorem, Robertum, Franciae regem, Leotherium uirum nobilitate et doctrina insignem, qui postea senonensis archiepiscopus creatus fuit. |
Así pues Gerberto, impulsado por ambición y ansia diabólica de poder, consiguió primero con soborno el arzobispado de Reims, luego el de Rávena. Por último con más esfuerzo consiguió el pontificado con ayuda del diablo, pero con esta cláusula: que después de su muerte sería entero de aquel con cuyos fraudes consiguió tan alta dignidad. | Gilbertus igitur ambitione et diabolica dominandi cupiditati impulsus largitione primo quidem archiepiscopatum remense, inde rauennatem adeptus. Pontificatum postremo maiore conatu adiuuante diabolo consecutus est, hac tamen lege: ut post mortem totus illius esset, cuius fraudibus tantam dignitatem adeptus erat. |
En verdad Gerberto, ávido por reinar, habiendo preguntado al diablo cuánto tiempo viviría en el pontificado, respondió el enemigo del género humano ambiguamente como acostumbra: "Si no vas a Jerusalén, vivirás mucho tiempo". |
Nam cum Gilbertus regnandi cupidus diabolum sciscitaretur
quamdiu in pontificatu uicturus esset, respondit humani generis
hostis ambigue ut solet: "Si non attigeris Hierusalem, diu
uiues".
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Y así en el año cuarto, un mes y diez días de su pontificado mientras celebraba [misa] en la basílica de "la Santa Cruz en Jerusalén" de Roma, por el oráculo comprendió que pronto moriría, por lo cual movido por el arrepentimiento confesó su error ante el pueblo. | Dum itaque pontificatus sui anno quarto, mense uno, die decimo, in basilica "Sanctae Crucis in Hierusalem" Romae sacrificaret, fato moriturum se statim cognouit, unde poenitentia motus et errorem suum coram populo fassus. |
Primero exhortó a todos a vivir virtuosa y santamente, dejando la ambición y los engaños diabólicos; luego rogó a todos que después de su muerte el tronco de su cuerpo, lacerado y desmembrado, tal como merecía, lo pusieran sobre una carreta y lo enterraran en aquel lugar al que espontáneamente fuese llevado por los caballos. | Omnes primo, posthabita ambitione et diabolicis fraudibus, ad bene et sancte uiuendum adhortatus est; deinde uero unumquenque rogauit ut post mortem truncum corporis sui laceri et disiecti, quemadmodum merebatur, bigae superimponerent, eoque loci sepelirent quo sponte ab equis uectum foret. |
Y así dicen que, por voluntad y providencia de Dios, para que los pecadores sepan que Dios les deja espacio al perdón, si alguna vez se arrepienten en vida, los caballos espontáneamente fueron a la basílica Lateranense y en aquel lugar fue enterrado su cuerpo. | Ferunt itaque Dei nutu et prouidentia, ut scelerati sciant apud Deum locum ueniae sibi relictum esse, si in uita aliquando poenituerint, equos ipsos sponte ad Lateranensem basilicam peruenisse, eoque loci sepultum eius corpus fuisse. |
El mismo Martín escribe que tanto del choque de huesos como de
la exudación, o más bien de la humedad, de su sepulcro se deduce
la señal, y en verdad evidentísima, de la próxima muerte de un
papa, y lo mismo indica el epitafio de su sepulcro. Si sea verdad o no, lo habrán de examinar los mismos
pontífices, a quienes corresponde.
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Scribit idem Martinus tam ex collisione ossium quam ex sudore
ipsius sepulchri uel humectatione potius deinceps morituri
pontificis signa et quidem manifestissima colligi, idque ipsius
sepulchri epitaphium indicare. Verum ne sit an secus, ipsi pontifices uiderint, ad quos
pertinet.
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Qué interesante... felicitaciones!!!
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