La
nieve que había caído toda la noche daba un aire fantasmal a las
montañas, campos y casas de Organyà. En medio de aquella blancura
los árboles sin hojas alzaban sus brazos pidiendo tregua al cielo y
solo el río Segre parecía correr con alegría. Era el Miércoles de
Ceniza del año 1200 y dentro de la única nave de la pequeña
iglesia de piedra se agolpaban de pie los fieles: adelante los nobles
locales y sus familias con aire entre solemne y aburrido, detrás la
masa popular con aire entre desconfiado y pasmado. Entre las nubes de
incienso que todavía flotaban en el aire el prior de la colegiata de
Santa María leía las lecturas bíblicas un poco más a prisa de lo
que acostumbraba. Era un hombre devoto y experimentado, pero esa
mañana estaba algo nervioso. Las palabras en latín explotaban ante
los ojos inexpresivos de su audiencia. “In illo tempore ...” Por
fin acabaron las lecturas y el prior tomó con emoción un libro con
bella cubierta de cuero. Todavía olía a tinta fresca. La atención
de la gente caía por segundos al ver otro libro. Algunos empezaban a
hablar en voz baja. De pronto se oyó: “¡Seinors! Audir e entendre
devem nostre Séiner”. Todas las cabezas se irguieron, pues esas
palabras las entendían bien. Todos los ojos y las orejas buscaron al
osado que en la casa de Dios alzaba la voz en lengua popular.
“Tornad-vos a mi, zo dix nostre Séiner, ab tot vostre cor e ab
tota vostra pensa”. Era el prior que leía el nuevo homiliario que
acababan de copiar en el scriptorium del claustro. Los
músculos de su austero rostro conservaban la sobriedad habitual,
pero juraría que hubo un relámpago de sonrisa.
Me
he tomado muchas libertades en esta pequeña recreación: por el tipo
de letra sabemos que las llamadas “Homilías de Organyà” fueron
escritas entre final del s. XII y principios del s. XIII en el
scriptorium de su colegiata, pero no sabemos con certeza ni en
qué año ni en qué momento estuvo acabado; por otro lado, hay que
decir que por esas fechas ya sería habitual predicar en las lenguas
regionales, pues desde el s. IX se animaba a los predicadores a
hacerlo así.
Veamos
lo que decía el famoso canon 17 del concilio de Tours del año 813
(Mansi, Conciliorum nova collectio, v. 14, col. 85):
XVII. Todos nosotros hemos considerado que todo
obispo tenga homilías que contengan las enseñanzas necesarias,
con las que sus súbditos se instruyan, esto es, sobre la fe
católica, de modo que puedan aprender sobre la recompensa eterna
de los buenos y la condena eterna de los malos, también sobre la
resurrección futura, el juicio final y con qué obras pueden
ganar la vida eterna y con cuáles ser excluidos.
|
XVII. Uisum est unanimitati nostrae ut quilibet
episcopus habeat homilias continentes necessarias admonitiones,
quibus subiecti erudiantur, id est, de fide catholica, prout
capere possint de perpetua retributione bonorum et aeterna
damnatione malorum, de resurrectione quoque futura, et ultimo
iudicio, et quibus operibus possit promereri beata uita quibusue
excludi.
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Y que se esfuercen en transmitir esas homilías
públicamente en lengua vulgar románica o germánica, para que
todos puedan entender fácilmente lo que dicen.
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Et ut
easdem homilias quisque aperte transferre studeat in rusticam
romanam linguam aut theotiscam, quo facilius cuncti possint
intelligere quae dicuntur.
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Ya
que la mayoría del clero no tenía una buena formación teológica
ni retórica, los homiliarios (colecciones de homilías para las
distintas festividades) tuvieron mucha difusión (hasta la actualidad
se siguen publicando). Se escribieron en latín para los que tenían
que enseñar al clero y en lenguas regionales para la predicación
popular. A este segundo grupo pertenece las homilías de Organyà: no
hay en ellas grandes vuelos teológicos, ni enrevesados artificios
retóricos, sino que la doctrina es sencilla y expuesta en un modo
fácil de entender, pero no deja de ser amena e impactante.
¿Por
qué es tan importante esta obra? Aunque hay textos escritos en
catalán, que son más antiguos, sin embargo esta obra descuella entre
las antiguas por dos razones: porque es la más extensa pues (sin
contar las palabras en latín) contiene unas 3590 palabras en un
catalán con personalidad bien definida, y porque es la de mayor
valor literario, en cuanto que todo lo anterior son documentos de
tipo jurídico. Por todo ello es un magnífico retrato del grado de
desarrollo alcanzada por la lengua catalana a principios del s.
XIII.
El f. 1v del manuscrito de las homilías de Organyà |
Veamos
un pequeño ejemplo (aquí lo pongo en versión simplificada). El
texto completo con introducción, notas y traducción puedes
consultarlo en el enlace que dejo al final.
Homilía
III, f. 4r, 1 - 16
Et
enaprés d'aicò nostre Séiner posà la sua benedita mà sobre'ls
uls del ceg e sempre él vit. El ceg qan ag vist, féd grans
gràcies a nostre Séiner e segi'l en totes bones obres. E les
compaines de_les gens qan videren lo tan gran miracle, feren grans
gràcies e grans laudors a nostre Séiner.
|
Y
después de eso nuestro Señor puso su bendita mano sobre los ojos
del ciego y al instante él vio. Y cuando el ciego recuperó la
vista, dio muchas gracias a nuestro Señor y lo siguió en todas
las buenas obras. Y cuando la multitud de gente vio tan gran
milagro, dieron muchas gracias y grandes loas a nuestro Señor.
|
Seinors,
audid avetz del ceg qe nostre Séiner alumenà per la sua vertud
e per lo poxeule qe'l ceg li fazie de mercé a clamar; perqè él
no estave per los menazadors, qi'l volian fer calar; et él, on
mas li menacaven, él màs cridave, aixi com odid
avetz: “Ihesu, fili Dauid, miserere mei”.
|
Señores,
habéis oído acerca del ciego que nuestro Señor iluminó por su
poder y por el ruego que a gritos el ciego le hacía de
misericordia; porque él no atendía a los que le reprendían, que
le querían hacer callar; y él, cuanto más le amenazaban, más
gritaba, así como habéis oído: “Jesús, hijo de David,
apiádate de mí”.
|
Seinors,
sapiatz qe aizò porta aital figura de tot pecador qi és en
tenebres de mort e en cega de pecad e d'avoleza e de no fe.
E per aizò, seinors, devem clamar mercè de dia e de nuit a
nostre Séiner, qe él nos traga de tenebres de mort e de no fe,
e'ns do alumenament de_la sua vertud.
|
Señores,
sabed que eso contiene la representación de todo pecador que está
en tinieblas de muerte y en ceguera de pecado, de maldad y de
falta de fe. Y por eso, señores, debemos pedir merced de día y
de noche a nuestro Señor, para que él nos saque de las tinieblas
de muerte y de la falta de fe, y nos dé la iluminación de su
virtud.
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Aizeles
gentz qi menazauen al ceg qe calàs porta figura dels fols
penssamentz de_les cures d'aqest segle, qi'ns destorben en
oracions e en bones obres. E per zo, seinors, fazam o nos aixi com
lo ceg o fét, e trobarem misericordia
ab nostre Séiner aixi com audid avetz per les paraules del sent
evangelii.
|
Aquellas
gentes que reprendían al ciego para que callase representan los
pensamientos vanos de los cuidados de este mundo, que nos estorban
en las oraciones y en las buenas obras. Y por eso, señores,
hagamos así como hizo el ciego, y hallaremos misericordia en
nuestro Señor tal como habéis oído en las palabras del santo
evangelio.
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Detalle del ms. 1109 de la Biblioteca del Monasterio de Monserrat, que contiene uno de los fragmentos del Llibre Jutge. |
¿Y el Llibre Jutge? El llamado “Llibre Jutge” (mejor: “Llibre dels judicis”) son dos fragmentos de una traducción al catalán del código jurídico visigodo titulado “Liber Iudiciorum”. El más antiguo se estima que es de principios del s. XII y el otro de mitad del mismo siglo, por lo tanto mucho más antiguos que el manuscrito de Organyà, pero son más reducidos (solo dos folios) y representan un estadio más rudimentario pero bien definido de la escritura catalana.
Mi edición del
texto del “Llibre Jutge” con introducción, notas y traducción,
así como el de las Homilías de Organyà, puedes consultarlo en el
siguiente enlace:
https://magisterhumanitatis/lenguas-romanicas
https://magisterhumanitatis/lenguas-romanicas
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