Desde siempre ha sido justamente alabada su figura como estadista, legislador y mecenas del arte, que tomó de la mano la vetusta república oligárquica de Roma, dividida por incesantes guerras civiles, y la convirtió en un pujante Principado, que supo organizar todas las fuerzas heterogéneas que formaban el colosal imperio y forjar las bases jurídicas, administrativas e ideológicas de la unidad del Imperio.
En las últimas décadas novelas y series de televisión también han divulgado y puesto en primer plano su faceta como astuto político, que siendo solo un joven, supo navegar en las turbulentas aguas de la política romana, sabiendo escoger con oportunidad los tiempos para unirse o apartarse de los distintos bandos, aparecer o desaparecer del primer plano, hasta finalmente quedar como el único e indiscutible dueño de Roma.
Menos se ha hablado sobre su faceta como escritor, en gran medida con razón, pues prácticamente todas sus obras se han perdido o solo nos han llegado escasos fragmentos.
Aunque perdidos, sabemos con total certeza que escribió un Rescripta Bruto de Catone, que fue una respuesta al panegírico que había escrito Bruto el Joven († 42 a. C.) en alabanza de Catón de Útica († 46 a. C.), que era el icono de una facción de la aristocracia. También escribió unas Hortationes ad Philosophiam (Exhortaciones a filosofar); unas memorias conocidas como Commentarii de Vita Sua, que abarcaban hasta el final de la guerra cantábrica (24 d. C.); terminó una obra sobre geografía italiana que había proyectado M. Vipsanio Agripa, el notable general, arquitecto de acueductos y geógrafo, y que tituló Descriptio Italiae; escribió una Vita (Biografía) de su estimado hijastro Druso el Mayor, muerto prematuramente el a. 9 a. C. También incursionó en la poesía con un poema titulado Sicilia y un libro de epigramas (del que solo han llegados unas líneas). Incluso empezó a escribir una tragedia sobre el mitológico héroe griego Ajax, pero disgustado por el resultado, la destruyó. Solo han llegado hasta nosotros algunas epístolas y su Index Rerum a Se Gestarum, que escribió poco antes de morir, y que contiene un apretado resumen de toda su actividad. Por el carácter y la brevedad de la obra fue esculpida en numerosos monumentos y gracias a eso ha llegado hasta nosotros como ejemplo de su estilo ágil y conciso.
Representación del joven Augusto como sumo pontífice. En el Museo Nazionale Romano. Foto de Wikipedia. |
La agudeza de su inteligencia y su personalidad también ha quedado reflejado en pequeñas anécdotas de la vida diaria, que felizmente para nosotros fueron conservadas por varios escritores romanos. A continuación veamos algunas, tomadas principalmente de Macrobio.
Macrobius, Saturnales,
lib. II, cap. 4: 2
Él había escrito una tragedia sobre Ajax y la
había destruido porque le desagradaba. Después Lucio Vario,
escritor de tragedias, le preguntó qué fue de su Ajax, y él le
dijo: “Cayó bajo la esponja”.
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Aiacem tragoediam scripserat, eandemque, quod
sibi displicuisset, deleuerat. Postea Lucius Varius, tragoediarum
scriptor, interrogabat eum, quid ageret Aiax suus, et ille: “In
spongiam -inquit- incubuit”.
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Macrobius, Saturnales,
lib. II, cap. 4: 3
El mismo Augusto, ya que uno tembloroso le daba
una solicitud, y ora la tendía, ora la retiraba, le dijo:
“¿Piensas que estás dando un as a un elefante?”.
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Idem Augustus, cum ei quidam libellum trepidus
offerret, et modo proferret, modo retraheret, “Putas -inquit- te
assem elephanto dare?”.
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Macrobius, Saturnales,
lib. II, cap. 4: 6.
Su afabilidad se mostró con Herenio, un joven entregado a los vicios, al cual, ya que le ordenó abandonar el
campamento y él suplicante dijese este lamento: “¿Cómo
volveré a mi patria? ¿Qué diré a mi padre?, le respondió:
“Dile que yo no te caía bien”.
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Urbanitas eiusdem innotuit circa Herennium,
deditum uitiis iuuenem, quem, cum castris excedere iussisset et
ille suplex hac deprecatione uteretur: “Quomodo ad patrias sedes
reuertar? Quid patri meo dicam?”, respondit: “Dic me tibi
displicuisse”.
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Macrobius, Saturnales,
lib. II, cap. 4: 8
A Galba, cuyo cuerpo estaba deforme por una
joroba, que defendía una causa en su presencia y frecuentemente
decía: “Corrígeme, si algo desapruebas”, le respondió: “Yo
puedo aconsejarte, no puedo enderezarte”.
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Galbae, cuius informe gibbo erat corpus, agenti
apud se causam, et frequenter dicenti: “Corrige in me, si quid
reprehendis”, respondit: “Ego te monere possum, corrigere non
possum”.
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En latín “corrigere”,
como "corregir" en castellano, significa enmendar un error (a lo que se refiere
Galba), pero también enderezar o remediar un defecto físico (a lo
que se refiere Augusto).
Macrobius, Saturnales,
lib. II, cap. 4: 11.
Habiendo oído que entre los niños menores de
dos años que en Siria Herodes, rey de los judíos, ordenó
matar, también había matado a su propio hijo, dijo: “Mejor es
ser un puerco de Herodes que un hijo de Herodes”.
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Cum audisset inter pueros quos in Syria Herodes,
rex Iudaeorum, intra bimatum iussit interfici, filium quoque eius
occisum, ait: “Melius est Herodis porcum esse quam filium”.
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La autenticidad de esta
anécdota ha levantado suspicacias entre los estudiosos; primero por
la alusión al episodio del evangelio de Mt 2: 16 (la matanza de los
inocentes); y segundo por el hecho que la ejecución de los hijos de
Herodes el Grande († 4 a. C.),
Alejandro, Aristóbulo y Antípatro contaron con la aprobación del
mismo Augusto. A pesar de todo no es inverosímil que Augusto (que
solo formalmente dio el consentimiento, y no tuvo nada que ver en el
juicio) lanzase esta censura contra el sanguinario rey. La frase hace
referencia a la costumbre judía de no comer carne de cerdo, por lo
tanto un cerdo estaba más a salvo en la corte de Herodes que los
propios hijos del rey.
Macrobius, Saturnales,
lib. II, cap. 4: 12.
Fue llevado por uno a una cena bastante parca y
casi cotidiana, pues él casi no se negaba a nadie que le
invitaba. Así pues tras la cena, yéndose vacío y sin ningún
festejo, mientras se despedía solo le susurró esto: “No sabía
que yo te era tan familiar”.
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Exceptus est a quodam cena satis parca et quasi
quotidiana, nam paene nulli se inuitanti negabat. Post epulum
igitur, inops ac sine ullo apparatu discedens, uale dicenti, hoc
tantum insusurrauit: “Non putabam me tibi tam familiarem”.
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Macrobius, Saturnales, lib. II, cap. 4: 29
Al volver glorioso de la victoria de Accio, entre
los que le felicitaban se acercó uno que tenía un cuervo al que
le había enseñado a decir: “¡Ave César, victorioso
comandante!”. El César admirado compró el ave por 20 mil
monedas.
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Sublimis Actiaca uictoria reuertebatur, occurrit
ei inter gratulantes coruum tenens, quem instituerat haec dicere:
“Aue Caesar, uictor imperator!”. Miratus Caesar officiosam
auem uiginti milibus nummum emit.
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Un socio del comerciante, al que no le había
tocado nada de esa generosidad, aseguró al César que aquel
también tenía otro cuervo, y le rogó que le obligase a traerlo.
Traído, dijo las palabras que había aprendido: “¡Ave Antonio,
victorioso comandante!”. Para nada enfadado, consideró
suficiente ordenar que aquel dividiese el dinero con su camarada.
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Socius opificis, ad quem nihil ex illa
liberalitate peruenerat, affirmauit Caesari habere illum et alium
coruum, quem ut afferre cogeretur rogauit. Allatus, uerba quae
didicerat expressit: “Aue uictor imperator Antoni!”. Nihil
exasperatus, satis duxit iubere illum diuidere donatiuum cum
contubernali.
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Saludado de igual modo por un loro africano,
ordenó comprarlo. Admirado igualmente por una urraca, también
la adquirió.
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Salutatus similiter a psittaco, emi eum iussit.
Idem miratus in pica, hanc quoque redemit.
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Estos casos incitaron a un pobre zapatero para
enseñar a un cuervo un saludo similar. El cual, agotado por el
esfuerzo, muchas veces solía decir al ave que no respondía:
“¡Trabajo y dinero perdidos!”.
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Exemplum sutorem pauperem sollicitauit ut coruum
institueret ad parem salutationem. Qui, impendio exhaustus, saepe
ad auem non respondentem dicere solebat: “Opera et impensa
periit!”.
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Pero cierto día el cuervo empezó a decir el
saludo enseñado. Al escucharlo, mientras pasaba, Augusto
respondió: “Bastantes de esos aduladores tengo en casa”.
Quedaba en la memoria del cuervo aquellas palabras que solía oír
a su dueño, y agregó: “¡Trabajo y dinero perdidos!”. Ante
eso el César sonrió y ordenó pagar por el ave lo que hasta
ahora no había pagado por ninguna de ellas.
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Aliquando tamen coruus coepit dicere dictatam
salutationem. Hac audita, dum transit, Augustus respondit: “Satis
domi salutatorum talium habeo”. Superfuit coruo memoria ut et
illa, quibus dominum querentem solebat audire, subtexeret: “Opera
et impensa periit!”. Ad quos Caesar risit emique auem iussit
quanti nullam adhuc emerat.
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La batalla naval de Accio
(31 a. C.) entre Marco Antonio y Vepsanio Agripa (general de Augusto)
fue el golpe definitivo que desequilibró la balanza a favor de
Augusto. El astuto entrenador de pájaros había preparado uno en
caso de triunfo de Marco Antonio y otro en caso que la victoria fuese
para Augusto. Su plan pudo tener un final trágico cuando su
envidioso socio lo denunció, pero para Augusto fue ocasión de
mostrar que no era un sátrapa oriental sino un hombre magnánimo.
Gema del s. I que representa a Augusto entre los dioses y abajo una alegoría del triunfo de Roma. En el Kunsthistoriche Museum de Viena. De Wikipedia. Foto de A. Praefcke. |
Quintiliano, Institutiones Oratorias, lib. 6, cap. 3, n. 79
Augusto, a los tarragonenses que le anunciaban
que en su altar había brotado una palma, les dice: “Parece que
la encendéis a menudo”.
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Augustus, nuntiantibus tarraconensibus palmam in
ara eius enatam: “Apparet -inquit- quam saepe accendatis”.
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Hispania y las Galias
estuvieron entre los primeros lugares donde se empezó a implantar el
culto al genio del emperador, estando atestiguado también por
Quintiliano la existencia en Tarragona de un altar dedicado a
Augusto, cuando este todavía vivía. Era visto como un signo de
buena fortuna que hubiese brotado una palma junto al altar, y ese
hecho sería un buen argumento para los aduladores delegados de
Tarragona; sin embargo Augusto frivoliza el asunto anotando con
ironía que simplemente puede ser señal de la poca frecuencia o poca
monta de los sacrificios que ahí se realizaban. Nótese que dice "encender" porque los sacrificios se quemaban sobre el altar.
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