viernes, 3 de agosto de 2012

Los versos sacrílegos de Lucrecio

Habitualmente la mayoría nos inclinamos a pensar que la poesía es algo puramente afectivo, una mera estética de formas sin fondo: un fuego artificial que produce mucho ruido y luces pero que es básicamente inofensivo. Sin embargo existe poesía "comprometida", con una carga de pólvora demoledora, donde el poeta no busca simplemente la forma virtuosa y el entretenimiento sino abatir las corazas de sus oyentes y atraerlos hacia sus ideales, se trate de la vida contemplativa como san Juan de la Cruz o del feminismo como Adrienne Rich, pasando por la revolución francesa, la independencia americana, el marxismo y un largo etcétera.
Pues bien, el poeta romano Lucrecio, debe de contarse entre los "poetas activistas" y seguramente que fue el primer romano que unió el arte poético y la finalidad proselitista. Cuando escribía no buscaba sólo entretener sino también convencer a sus oyentes para que siguieran el camino del epicureísmo. Y cuando su doctrina iba en contra de ideas tradicionales y firmemente arraigadas en la mente de sus oyentes, el poeta no dudaba en encarar con claridad las dificultades. Y ciertamente la doctrina epicúrea era revolucionaria, quizás demasiado para la tradicional sociedad romana.
Lucrecio enseña que el universo no ha sido creado por los dioses sino que procede de la agrupación de los átomos (primordia rerum). Además los dioses no gobiernan el mundo ni han dispuesto las cosas al servicio del hombre. A Lucrecio no le tiembla la mano cuando destruye una de las ideas más ingenuas pero arraigadas en la mente de todos los hombres: que somos el centro del universo y que todo está hecho a nuestra medida, por nosotros y para nosotros, que en la naturaleza existe una racionalidad que es benigna y favorable con el hombre.
Con razón la religión romana, y mucho más la cristiana, vieron esta doctrina como sacrílega y blasfema y persiguieron implacablemente la poesía de Lucrecio: aunque el epicureísmo no negaba a Dios, sin embargo negaba la religión, pues los dioses viven en un mundo perfecto y feliz, completamente ajenos al curso del mundo y desinteresados por las vicisitudes de cada individuo. Si la naturaleza sigue unas leyes implacables y los dioses no nos atienden, eso significa que el hombre está solo en el mundo y así debe buscar el camino de su felicidad.
Madonna del cardellino de Rafael Sanzio (1483-1520) , en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El Renacimiento vio la naturaleza como algo profano, comprensible y que podía ser puesto al servicio del hombre.

A continuación sólo os presento la conclusión de esa reflexión de Lucrecio (5, 222- 234), unos versos universalmente famosos, en la que con insuperable talento describe la indefensión del hombre en comparación con los animales.

Pero el niño, como un marinero arrojado por crueles olas,
yace en tierra desnudo, sin habla, falto de todo auxilio vital,
cuando por primera vez a las costas de la luz
la naturaleza lo ha sacado con penas del vientre materno,
y con un triste llanto llena el lugar, como es justo
a quien le resta pasar tantos males en la vida.
Tum porro puer, ut saeuis proiectus ab undis
nauita, nudus humi iacet, infans, indigus omni
uitali auxilio, cum primum in luminis oras
nixibus ex aluo matris natura profudit,
uagituque locum lugubri complet, ut aecumst
cui tantum in uita restet transire malorum.
En cambio las distintas bestias, ganado y salvajes crecen
sin necesidad de sonajas y no atienden
los tiernos y entrecortados murmullos de una nodriza,
ni necesitan distintas vestiduras según las estaciones,
en fin, no necesitan de armas ni altas murallas
para proteger lo suyo pues todo en abundancia para todos
produce la tierra misma y la ingeniosa naturaleza.
At uariae crescunt pecudes armenta feraeque 
nec crepitacillis opus est nec cuiquam adhibendast
almae nutricis blanda atque infracta loquella,
nec uarias quaerunt uestis pro tempore caeli,
denique non armis opus est, non moenibus altis,
qui sua tutentur, quando omnibus omnia large
tellus ipsa parit naturaque daedala rerum.

Si quieres leer toda esta sección (5, 156-234) o quieres saber más sobre Lucrecio y el epicureísmo, puedes hacerlo en mi página: https://sites.google.com/site/magisterhumanitatis/filosofia

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