Continuamos con el relato
de la guerra de Espartaco según el texto del historiador romano Aneo
Floro. Aunque su relato es sumamente breve Floro se toma su tiempo
para subrayar varias veces el grave deshonor que significó para Roma
este acontecimiento. Floro precisa que no es tanto motivo de
vergüenza combatir contra esclavos sino que estos hayan sido
comandados por gladiadores, que eran considerados como la
quintaesencia de los peores criminales.
Tengamos en cuenta que los gladiadores en tiempos de Espartaco estaban formados casi exclusivamente por criminales y prisioneros de guerra y todavía no existían grandes coliseos ni grandes juegos. Muy distinta ya era la situación en tiempos de Floro, en que los emperadores rivalizaban por construir grandes anfiteatros y ofrecer al pueblo espectáculos cada vez más sangrientos y exóticos. De todos modos entre la élite intelectual romana, entre los cuales parece colocarse Floro, siempre se reprobó las luchas de gladiadores y que se les considerase como estrellas. Para él no son más que "fieras rabiosas", gente de la peor calaña y que sin embargo puso en jaque a la mayor potencia militar de la época.
Tengamos en cuenta que los gladiadores en tiempos de Espartaco estaban formados casi exclusivamente por criminales y prisioneros de guerra y todavía no existían grandes coliseos ni grandes juegos. Muy distinta ya era la situación en tiempos de Floro, en que los emperadores rivalizaban por construir grandes anfiteatros y ofrecer al pueblo espectáculos cada vez más sangrientos y exóticos. De todos modos entre la élite intelectual romana, entre los cuales parece colocarse Floro, siempre se reprobó las luchas de gladiadores y que se les considerase como estrellas. Para él no son más que "fieras rabiosas", gente de la peor calaña y que sin embargo puso en jaque a la mayor potencia militar de la época.
Pues aunque empezó como
una simple revuelta en una escuela provincial de gladiadores pronto
se convirtió en una auténtica guerra que puso en peligro incluso la
capital del imperio. Floro constata que "los hombres que sólo
se hubiesen contentado con huir, ahora también querían vengarse".
Este éxito inicial de los sublevados tiene su explicación en una serie de circunstancias favorables. Las tropas veteranas y los mejores generales romanos estaban fuera de Italia (Pompeyo en España y Licinio Lúculo en Grecia) cuando estalló la revuelta y los gladiadores al principio sólo combatieron contra tropas provinciales formadas mayoritariamente por reclutas sin experiencia: por eso pudieron recorrer toda Italia de sur a norte. A esto se suma la equivocada evaluación que el Senado hizo de sus enemigos: considerándolos simplemente una banda de esclavos fugitivos creyeron que podía resolverse con el uso de tropas locales. Después de varias derrotas iniciales el prestigio ya se inclinaba más hacia los rebeldes, rodeados de un aura de invencibles, por lo cual incluso las tropas consulares de M. Licinio Craso en las primeras escaramuzas arrojaron las armas y huyeron ante el enemigo.
Este éxito inicial de los sublevados tiene su explicación en una serie de circunstancias favorables. Las tropas veteranas y los mejores generales romanos estaban fuera de Italia (Pompeyo en España y Licinio Lúculo en Grecia) cuando estalló la revuelta y los gladiadores al principio sólo combatieron contra tropas provinciales formadas mayoritariamente por reclutas sin experiencia: por eso pudieron recorrer toda Italia de sur a norte. A esto se suma la equivocada evaluación que el Senado hizo de sus enemigos: considerándolos simplemente una banda de esclavos fugitivos creyeron que podía resolverse con el uso de tropas locales. Después de varias derrotas iniciales el prestigio ya se inclinaba más hacia los rebeldes, rodeados de un aura de invencibles, por lo cual incluso las tropas consulares de M. Licinio Craso en las primeras escaramuzas arrojaron las armas y huyeron ante el enemigo.
Naturalmente el mérito
principal fue de los líderes rebeldes: el tracio Espartaco y los
galos Crixo y Enómao. Pues se requiere una notable clarividencia
para que un grupo de fugitivos, en lugar de simplemente tratar de
dispersarse y pasar desapercibidos, quieran prender la mecha de una
revuelta y se lancen a liberar todos los esclavos que hallaban a su
paso. Y todavía más difícil es el proyecto de querer reunir todos
esos esclavos y descontentos y con ellos lograr formar un ejército y
prácticamente un pueblo en marcha, pues es sabido que entre ellos
iban miles de mujeres y niños, y se calcula que en su momento
culmen habrían congregado hasta 120000 personas. Una hazaña que
parece más increíble si recordamos que desde el Vesuvio (unos 200
km al sur de Roma) llegaron hasta los Apeninos (al norte de Italia) y
luego volvieron al extremo sur de la península con la intención de
pasar a Sicilia y convertirla en su bastión inexpugnable.
Aunque los historiadores
romanos discrepan en varios aspectos de la vida y personalidad de
Espartaco, sin embargo todos son unánimes en reconocer que era un
soldado valeroso y murió combatiendo como un héroe.
Mosaico del retiario Montanus (en la Villa dei Quintili del emperador Cómodo, en la 5ª milla de la vía Appia Antica, Roma). |
A continuación el final
del relato de la guerra de Espartaco.
Anneus Florus, Epitome de
gestis romanorum, 2, 8 [20]
Luego en seguida también atacó [tropas]
consulares y abatió el ejército de Léntulo en el Apenino, y
cerca de Módena destruyó el campamento de Publio Craso.
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(10) Inde
iam consulares quoque adgressus in Appenino Lentuli exercitum
cecidit, apud Mutinam Publi Crassi castra delevit.
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Animado por esas victorias llegó a plantearse
—lo
cual es bastante vergüenza para nosotros—
invadir la ciudad de Roma.
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(11) Quibus
elatus victoriis de invadenda urbe Romana — quod satis est
turpitudini nostrae — deliberavit.
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Finalmente contra el mirmillón se alzó Licinio Craso con todas las fuerzas del imperio y mantuvo el honor
romano: derrotados y puestos en fuga por éste —da
vergüenza decirlo— los enemigos se refugiaron en el extremo
[sur] de Italia.
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(12) Tandem
enim totis imperii viribus contra myrmillonem
consurgitur pudoremque Romanum Licinius Crassus adseruit;
a quo pulsi fugatique — pudet dicere — hostes in extrema
Italiae refugerunt.
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Allí encerrados en un ángulo de Calabria,
habiendo proyectado una fuga hacia Sicilia y ya que no tenían
naves, probaron balsas de leños y toneles unidos con ramas
infructuosamente a causa del impetuoso mar, finalmente hicieron
una salida para encontrar una muerte digna de hombres y, tal como
convenía bajo un líder gladiador, se combatió a muerte. El
mismo Espartaco, luchando valerosamente en primera fila, murió
como un general.
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(13) Ibi
circa Bruttium angulum clusi, cum fugam in Siciliam
pararent neque navigia suppeterent, ratesque ex trabibus et dolia
conexa virgultis rapidissimo freto frustra experirentur, tamen
eruptione facta dignam viris obiere mortem et, (14) quod sub
gladiatore duce oportuit, sine missione pugnatum est.
Spartacus
ipse, in primo agmine fortissime dimicans, quasi imperator occisus
est.
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Unas pocas aclaraciones
al texto:
consulares quoque
adgressus: hay divergencias en los relatos de los historiadores
sobre las batallas y los que participaron. Aquí Floro parece que se
refiere a la derrota de Cornelio Léntulo Clodiano y su colega Lucio
Gelio Publícola, cónsules el a. 72. Léntulo salió para impedir el
paso de los Apeninos mientras Publícola acechaba la retaguardia del
ejército de esclavos, pero Espartaco los derrotó por separado. La
mención de Publio (¿Gayo?) Craso sería un error de Floro. Esa doble derrota hizo que el Senado los apartase del mando militar y lo entregase a Licinio Craso.
contra mymillonem
(en 12): se supone que Espartaco como gladiador luchaba de mirmillón.
pudet dicere (en
12): se refiere a llamar hostes (ejército enemigo) a aquella
armada de esclavos comandados por gladiadores
rapidissimo freto
(en 13): las fuertes corrientes del estrecho de Mesina impedían
atravesarlo con medios de fortuna.
sine missione (en
13): es decir, sin perdón. Es un término técnico usado en los
combates de gladiadores para indicar que la pelea era a muerte y el
vencido no podía ser indultado.
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