Un amigo de Facebook nos
sugirió que el carácter primaveral y festivo del mes de mayo era un
marco ideal para recordar el “Vivamus, mea Lesbia” de Catulo. La
sugerencia me pareció óptima y con ese pretexto podemos recordar la
figura del poeta y algunos retazos de su obra.
Gayo Valerio Catulo (†
c. 54 a. C.) nació en Verona, en una familia acomodada y con
contactos con hombres ilustres y poderosos del imperio (su padre era
amigo de Julio César). Se trasladó a Roma para estudiar y luego se
introdujo en los círculos literarios (quizás de la mano de Cornelio
Nepote). Su temperamento apasionado y su talento poético encontraron
incentivo y aplauso en la vida agitada y voluptuosa de la gran urbe.
Ahí encontraría una mujer que le haría experimentar emociones tan dispares que, por atracción o aversión, sería su gran musa y el tema dominante de sus poemas. Catulo dice que era una mujer casada y la llama con el seudónimo de Lesbia. Aunque él nunca revela la identidad de su amor imposible, sin embargo pronto ella fue identificada con una cierta Clodia (Apuleius, Apología, 10) y los estudiosos, a partir de diferentes indicios, han llegado a la convicción que se trataba de la esposa del poderoso Quinto Metelo Céler, cónsul el a. 60 a. C. Esta Clodia es conocida por su romance con Marco Celio Rufo, al que terminó acusando de intento de asesinato. El abogado del acusado fue el gran orador Cicerón (cf. Pro Marco Caelio Oratio), que nos ha dejado un detallado retrato de Clodia como una mujer lujuriosa, cruel e intrigante (y así logró la absolución de su defendido).
Ahí encontraría una mujer que le haría experimentar emociones tan dispares que, por atracción o aversión, sería su gran musa y el tema dominante de sus poemas. Catulo dice que era una mujer casada y la llama con el seudónimo de Lesbia. Aunque él nunca revela la identidad de su amor imposible, sin embargo pronto ella fue identificada con una cierta Clodia (Apuleius, Apología, 10) y los estudiosos, a partir de diferentes indicios, han llegado a la convicción que se trataba de la esposa del poderoso Quinto Metelo Céler, cónsul el a. 60 a. C. Esta Clodia es conocida por su romance con Marco Celio Rufo, al que terminó acusando de intento de asesinato. El abogado del acusado fue el gran orador Cicerón (cf. Pro Marco Caelio Oratio), que nos ha dejado un detallado retrato de Clodia como una mujer lujuriosa, cruel e intrigante (y así logró la absolución de su defendido).
Tras la ruptura final con
Clodia, Catulo se embarcó en una expedición a la provincia de
Bitinia (norte de la actual Turquía), en parte para apartarse de
Clodia, en parte con la esperanza de ganar dinero (siempre
insuficiente por su prodigalidad), y sobre todo para honrar la tumba
de su hermano que había muerto solo en aquellas tierras lejanas.
A su vuelta a Roma pudo
darse el gusto de darle un portazo a Clodia, que buscaba restablecer
las antiguas cadenas, y vislumbrar un futuro brillante bajo la
protección de Julio César, pero todo quedó truncado con su muerte,
cuando tenía unos treinta años.
Con el final del imperio
romano la memoria del poeta cayó casi en el completo olvido. De su
obra solo existe un manuscrito del s. X que contiene un solo poema
(el 62). Sin embargo existió otro volumen que contenía toda su
colección de poemas. De ese ejemplar (hoy perdido) se hicieron dos
copias en el s. XIV, que subsisten hasta hoy, y son las fuentes de
toda la obra que poseemos de Catulo.
"Catulo en casa de Lesbia" (1875). Óleo de sir Lawrence Alma-Tadema. Foto de WikiArt. |
Los tres textos que
presento a continuación los he construido a partir de esos dos
manuscritos: el Bodleian Library, Canonicianus Class. Lat. 30 (O), y
el BNF Ms. lat. 14137 (G). Adjunto las variantes más notables y una
breve explicación de aspectos oscuros para el principiante.
Carmen 5
Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
y a todas las habladurías de los viejos ceñudos
démosles el valor de un as.
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Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus* assis.
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Los astros pueden ocultarse y volver; pero
una vez que se apaga la breve luz para nosotros,
debemos dormir una única noche perpetua.
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Soles occidere* et redire possunt;
nobis cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
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Dame mil besos, luego cien,
luego otros mil, luego otros cien,
luego hasta otros mil, luego cien.
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Da mi basia mille, deinde centum,
dein** mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
|
Luego, cuando nos hayamos dado muchos miles,
los revolveremos, para que no sepamos,
ni ningún desgraciado pueda envidiar
al saber, cuántos besos nos dimos.
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Dein,* cum milia multa fecerimus,
conturbabimus* illa, ne sciamus,
aut ne quis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
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* O: estinemus; G:
extimemus. O: ocidere.
** O: deinde mille altera
deinde secunda centum; G: deinde mi altera da secunda centum.
* OG: deinde; G: millia;
OG: conturbauimus; OG: tantus.
5,3: un as era la moneda
de menor valor.
5, 11-13: se revuelve de
modo que ni ellos ni los envidiosos sepan cuántos besos se han dado.
Carmen 92
Lesbia siempre habla mal de mí y no deja de
hablar sobre mí, ¡pero que me muera si Lesbia no me ama!
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Lesbia mi dicit semper male nec tacet umquam*
de me, Lesbia me dispeream nisi amat!**
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¿Cómo lo sé? Porque lo mismo me pasa. La
insulto a menudo ¡pero que me muera si no la amo!
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Quo* signo? Quia sunt totidem mea.* Deprecor
illam
assidue, uerum* dispeream nisi amo!
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* G: unquam.
** G: amo.
* Estas dos últimas
líneas faltan en G. O: ea. O: uero.
92, 3: Signo: es
el verbo “signo, signavi”; no el sustantivo neutro “signum,
signi”.
Carmen 101
Tras atravesar muchos pueblos y anchos mares
llego, oh hermano, a estas tristes exequias,
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Multas per gentes et multa aequora uectus
aduenio has miseras, frater, ad inferias,
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para darte el último servicio fúnebre
y hablar en vano a tus mudas cenizas,
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ut te postremo donarem munere mortis
et mutam nequiquam* alloquerer cinerem,
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pues el destino me arrebató a ti,
ay pobre hermano, apartado injustamente de mí.
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quandoquidem fortuna mihi* tete abstulit ipsum,
heu miser indigne frater adempte mihi.*
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Pero ahora entretanto recibe esto, que según la vieja usanza
paterna
por triste deber se ofrece en las exequias,
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Nunc tamen interea haec,* prisco quae* more
parentum
tradita sunt tristi munere ad inferias,
|
con el fraternal llanto derramado en
abundancia
y por siempre, oh hermano. Adiós y cuídate.
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accipe, fraterno multum manantia fletu
atque in perpetuum, frater. Aue atque uale.**
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* OG: ne quicquam. G:
michi. G: hoc. OG: priscoque.
** O: valle.
101, 2: has miseras
inferias: un rito religioso por el difunto.
101, 3: donarem munere
mortis; la misma idea. Nótese que rige ablativo y no acusativo.
101, 6: indigne: injustamente porque el hermano ha muerto prematuramente.
101, 7: haec: estas cosas son las ofrendas de vino, leche, miel, flores, etc., que solían ofrecerse a los difuntos. Esto es dado como un adelanto de una ofrenda mayor, probablemente un monumento conmemorativo en su tierra natal.
101, 6: indigne: injustamente porque el hermano ha muerto prematuramente.
101, 7: haec: estas cosas son las ofrendas de vino, leche, miel, flores, etc., que solían ofrecerse a los difuntos. Esto es dado como un adelanto de una ofrenda mayor, probablemente un monumento conmemorativo en su tierra natal.
101, 7-10: la oración
principal es: “nunc tamen interea accipe haec, frater”. Esta
oración principal está interrumpida por dos subordinadas: “quae prisco more parentum tradita sunt tristi munere ad
inferias”. Y la segunda: “fraterno manantia fletu multum atque in
perpetuum”.
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