Seguramente todos hemos oído
hablar de filósofos de la Antigüedad como Sócrates, Platón,
Aristóteles o Séneca. También escritores como Cicerón o poetas
como Virgilio. Pero a pocos les será familiar el nombre del filósofo
y poeta romano Tito Lucrecio Caro (99 - 55 a.C.).
A Lucrecio le tocó vivir los sombríos años de las guerras civiles y la sublevación de Espartaco que finalizó con la crucifixión de 6000 prisioneros en la vía Apia. Mientras la sociedad romana caía en un torbellino de crueldad, traiciones, desenfreno y ambiciones, Lucrecio encuentra en la filosofía de Epicuro un camino de paz interior y fraternidad universal.
Fervientemente convencido que toda Roma necesita seguir esta doctrina, pone su talento poético al servicio de la predica epicúrea y compone su monumental poema De rerum natura (Sobre la naturaleza) en la que trata de explicar que a partir de los átomos y determinadas leyes universales se ha generado todo lo existente, explica el funcionamiento de los sentidos y la formación de las ideas, los fenómenos naturales, la aparición de la vida sobre la Tierra y la formación de pueblos y gobiernos.
Toda esa exposición no busca una mera ilustración científica sino una enseñanza moral: una vez conocida la explicación de todo lo existente, su origen y destino, el hombre puede librarse de vanas ambiciones y temores para vivir en paz consigo mismo.
A Lucrecio le tocó vivir los sombríos años de las guerras civiles y la sublevación de Espartaco que finalizó con la crucifixión de 6000 prisioneros en la vía Apia. Mientras la sociedad romana caía en un torbellino de crueldad, traiciones, desenfreno y ambiciones, Lucrecio encuentra en la filosofía de Epicuro un camino de paz interior y fraternidad universal.
Fervientemente convencido que toda Roma necesita seguir esta doctrina, pone su talento poético al servicio de la predica epicúrea y compone su monumental poema De rerum natura (Sobre la naturaleza) en la que trata de explicar que a partir de los átomos y determinadas leyes universales se ha generado todo lo existente, explica el funcionamiento de los sentidos y la formación de las ideas, los fenómenos naturales, la aparición de la vida sobre la Tierra y la formación de pueblos y gobiernos.
Toda esa exposición no busca una mera ilustración científica sino una enseñanza moral: una vez conocida la explicación de todo lo existente, su origen y destino, el hombre puede librarse de vanas ambiciones y temores para vivir en paz consigo mismo.
A continuación les ofrezco un
fragmento de la poesía de Lucrecio, en la que podemos apreciar su
gran capacidad de observación, su habilidad para describir lugares y
emociones, su honda sensibilidad, incluso hacia los animales como en
este caso, en el que describe la incansable búsqueda de un ternero
perdido por su madre.
Lucrecio, De rerum natura, libro 2, v. 349 - 366
Lucrecio, De rerum natura, libro 2, v. 349 - 366
Y
no es por otra razón que la prole puede conocer a la madre
y
la madre a la prole: vemos que pueden
no
menos que los humanos reconocerse entre ellos.
|
Nec
ratione alia proles cognoscere matrem
nec
mater posset prolem: quod posse uidemus
nec
minus atque homines inter se nota cluere
|
Pues
a menudo ante los bellos templos de los dioses un ternero
cae
sacrificado junto a los altares humeantes de incienso
exhalando
un cálido río de sangre del pecho;
|
Nam
saepe ante deum uitulus delubra decora
turicremas
propter mactatus concidit aras
sanguinis
expirans calidum de pectore flumen;
|
pero
la madre privada del juvenil salto, yendo por los campos
conoce
las huellas impresas en la tierra por las patas hendidas,
examinando
todos los lugares con los ojos por si en alguna
parte
puede ver la cría perdida, y llena con sus quejas
el
frondoso bosque al alejarse y una y otra vez vuelve
al
establo atravesada por la ausencia de su ternero,
|
at
mater uiridis saltus orbata peragrans
noscit
humi pedibus uestigia pressa bisulcis,
omnia
conuisens oculis loca si queat usquam
conspicere
amissum fetum, completque querellis
frondiferum
nemus absistens et crebra reuisit
ad
stabulum desiderio perfixa iuuenci,
|
y
ni los tiernos sauces ni la hierba floreciente de rocío
ni
los mismos ríos contenidos en altas orillas pueden
deleitar
su ánimo y alejar la imprevista aflicción,
y
ni la imagen de otros terneros por los alegres campos
puede
cambiar su ánimo y aliviar su aflicción:
|
nec
tenerae salices atque herbae rore uigentes
fluminaque
illa queunt summis habentia ripis
oblectare
animum subitamque auertere curam,
nec uitulorum aliae species per pabula laeta
deriuare
queunt animum curaque leuare:
|
¡hasta tal punto echa de menos aquél propio y conocido! |
usque
adeo quiddam proprium notumque requirit.
|
"Fire Forest" (1505) de Piero di Cosimo, en el Ashmolean Museum de Oxford. El redescubrimiento del poema de Lucrecio influyó en muchos artistas del Renacimiento. |
En la traducción he tratado, en
lo posible, de mantener la correspondencia de la traducción con cada
verso, para que sea al que estudia latín le sea más fácil
comprender la estructura y significado.
Quien esté interesado en saber más sobre la vida de Lucrecio y la filosofía epicúrea puede acudir a mi página, en la sección de Filosofía:
Quien esté interesado en saber más sobre la vida de Lucrecio y la filosofía epicúrea puede acudir a mi página, en la sección de Filosofía:
Allí también he iniciado una sección para colocar textos selectos de Lucrecio, con traducción y notas, que espero próximamente seguir incrementando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario