Con razón entre los
valencianos es muy popular el nombre Vicente (= victorioso), pues la
ciudad tiene como santo patrono a Vicente diácono y mártir (†
c. 304), cuya fiesta, cada 22 de enero, es día no laborable en
Valencia capital (también tienen otro Vicente, este nacido en
Valencia, san Vicente Ferrer, que fue famosísimo en la Europa del s.
XIV-XV, y actualmente es patrón de la Comunidad Valenciana).
En diciembre presentamos
la hagiografía de santa Bárbara, un personaje que no aparece en
ninguno de las antiguas listas de santos y mártires, cuyos rasgos
son más legendarios que históricos. En cambio en el caso del
martirio del diácono Vicente existen testimonios fidedignos desde el
s. IV (Prudencio, Paulino de Nola, Agustín de Hipona) y su culto
está atestiguado en los más antiguos martirologios.
Todos los documentos
también coinciden en las líneas básicas del relato: en tiempos de
la persecución de Diocleciano, Galerio y Maximiano (el primer edicto
fue dado en febrero del 303 en Oriente y gradualmente se aplicó
también en Occidente e iba dirigido principalmente contra la
jerarquía, y no pretendía tanto su exterminio sino la apostasía)
fueron apresados en Zaragoza el obispo Valerio y su diácono Vicente.
Ambos fueron cargados de cadenas y llevados a Valencia, donde fueron
encarcelados rigurosamente (técnicas habituales para agotar al reo
antes del juicio, aislarlo de sus potenciales seguidores y conseguir
su colaboración). El comportamiento reservado del obispo ante el
tribunal del gobernador Daciano le valió solamente la pena de
destierro (también se ha especulado a partir de su nombre que quizás
pertenecía a la ilustre gens Valeria, por lo cual habría sido
tratado con más indulgencia). En cambio el fogoso discurso del joven
Vicente produjo que fuese sometido a tortura para doblegar su
voluntad. Parece seguro que se le sometió a tres tipos de tortura
habitual. Primero el ecúleo (equuleus = caballito) una
especie de potro primitivo en el que por medio de pesas y cuerdas se
descoyuntaba los miembros de la víctima (el aspa con la que suele
representarse a san Vicente es una variante de esto). Luego, si el
reo permanecía obstinado, se clavaba en los costados ganchos y una
especie de peines o rastrillos de púas afiladas para arrancarle poco
a poco la piel y la carne. Por último a Vicente se le aplicó algún
tipo de tortura con aplicación de objetos candentes (que era muy
variada, según la imaginación sádica de los verdugos y la
fortaleza de la víctima). Es muy probable (tal como atestiguan los
relatos del martirio) que no fue torturado hasta la muerte, sino que
fue llevado de vuelta a prisión y ahí falleció por las heridas
sufridas.
El poeta Aurelio
Prudencio († c. 413), su
compatriota (Tarragona, Zaragoza y Calahorra afirman ser su cuna),
fue el primero en componer un poema en honor a san Vicente (Liber
Peristephanon, carmen 5) en el cual ya se delinean todos los
elementos característicos del héroe: habla sonriendo en medio de
los tormentos, el furor demencial del gobernador romano, la tenebrosa
celda que se ilumina y llena de flores y cantos, el cuervo que
protege su cadáver, el mar que lo devuelve a la playa, etc. Más
tarde san Agustín hace eco de varios detalles de la pasión de san
Vicente en sus sermones en la fiesta del mártir (Sermón 274, 275,
276 y 277). A partir de estos la fantasía de los escritores
medievales solo tuvieron que completar algunos datos biográficos,
añadir más diálogos, componer datos sobre milagros y reliquias, y
por supuesto agudizar todavía más los tormentos.
El gusto medieval por
hacer padecer al santo héroe, llevarlo hasta límites increíbles de
sufrimiento para luego salir triunfante, no nos debe extrañar pues
algo similar todavía consumimos en los modernos Rocky, Rambo, la
Novia de Kill Bill, Jackie Chan, por mencionar algunos, pues en
general estamos habituados que todo héroe sea indefinidamente
golpeado, tiroteado, apuñalado, y aún así corra kilómetros sin
cansarse, haga malabarismos y mantenga intacta su capacidad de
combate, todo esto sin despeinarse ni perder la sonrisa.
De todos modos los
barnices dorados de la imaginación medieval no puede hacernos
olvidar el terrible sufrimiento y el genuino heroísmo del joven
Vicente, cuyo recuerdo desde el s. IV y por toda la Edad Media puso
el nombre de Valencia en la memoria colectiva europea.
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| Maurits Cornells Escher († 1972): Il Corvo Nero, Italia 1925, (xilografía sobre el cuervo que defendió el cuerpo del mártir san Vicente), en National Gallery of Art, Washington. | 
A continuación el relato
del martirio de san Vicente tal como aparece en el "Catalogus sanctorum" de Petrus de Natalibus († c. 1405), cuya obra aunque de poco rigor histórico, gozó de amplia popularidad. Su versión es un relato abreviado de otro más largo.
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De san Vicente, diácono y mártir. Cap. 111 | 
De sancto Uincentio, leuita et martire. Cap. CXI. | 
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Vicente, eclesiástico y mártir, hispano de
   nación, de la ciudad de Zaragoza, fue engendrado por Euticio, su
   padre, hijo del nobilísimo ex-cónsul Agrestio, y su madre Enola.
   El cual desde la niñez era erudito en las Sagradas Escrituras y
   destacaba por su conducta y sabiduría siendo Valerio obispo de
   Zaragoza. Por ello, siendo aún joven, es ordenado archidiácono,
   y el obispo, ya que era tartamudo, le había encargado predicar en
   su lugar, pues carecía de talento oratorio. | 
Uincentius, leuita et martir, genere yspanus, de
   ciuitate caesaraugustana, patre Euticio, Agrestis olim nobilissimi
   et consulis filio, matre Enola, progenitus est. Qui a pueritia
   Sacris Litteris eruditus erat, et sub Ualerio caesaraugustano
   episcopo moribus et sapientia clarebat; a quo et adhuc iuuenis
   archidiaconus eius ordinatur; cui episcopus, quia impeditioris
   linguae fuerat, praedicandum uices suas commiserat, ipse uero
   orationi uacabat. | 
| 
Así pues en tiempos de los emperadores
   Diocleciano y Maximiano, habiendo entrado en la ciudad de Zaragoza
   el impiísimo Daciano, gobernador de Hispania, para obligar con
   tormentos a los cristianos a sacrificar, y oyese la elogiosa fama
   de Vicente, hizo que él con el obispo Valerio fuesen detenidos en
   la cárcel. | 
Tempore igitur Diocletiani et Maximiani
   imperatorum, cum Dacianus, yspaniarum praeses, nequissimus
   ciuitatem caesaraugustanam esset ingressus, ut christianos ad
   sacrificia tormentis compelleret, et Uincentii laudabilem famam
   audiret, fecit eum una cum episcopo Ualerio in carcere detineri. | 
| 
Luego prosiguiendo a Valencia, los trajo consigo
   atados con cadenas en cuello y manos, y los tuvo ahí  en durísima
   prisión, y por varios días los mortificó con hambre y
   privaciones, y después cuando se los presentaron, ya que no los
   vio para nada afligidos, reprendía a los carceleros, pensando que
   los reconfortaban en el calabozo. | 
Deinde pergens Ualentiam, cathenis uinctos in
   collo et manibus post se trahi, ipsosque ibidem custodiae durissime
   mancipari, et fame ac inopia diebus pluribus macerari, quos
   postmodum sibi praesentatos, cum in nullo conspexisset afflictos,
   custodes redarguebat, putans quod ipsos in ergastulo refouissent. | 
| 
Y enfurecido preguntó a Valerio por qué osaba
   actuar contra las leyes de los emperadores. Habiendo este, rudo e
   inhábil para hablar, respondido casi con un murmullo, Vicente
   pidió al obispo permiso para responder. Una vez obtenido, con voz
   libre e inalterable afirmó que los dioses de los paganos eran
   demonios y dijo que nunca renegarían de Cristo nuestro Señor. | 
Et iratus Ualerium interrogauit cur contra
   praecepta principum agere praesumpsisset. Qui cum linguae rudis et
   imperitus quasi sub murmure responderet, Uincentius ab episcopo
   licentiam petiit respondendi. Qua obtenta, libera et
   constantissima uoce deos gentium daemonia esse asseruit et Christum
   Dominum se nunquam abnegaturos expressit. | 
| 
Entonces el gobernador furioso mandó al exilio
   al obispo, donde tiempo después descansó en paz. Pero a Vicente,
   como joven rebelde y temerario, lo mandó torturar con terribles
   tormentos. | 
Tunc praeses iratus episcopum in exilium misit,
   ubi et post tempus in pace quieuit. Uincentium uero uti rebellem
   et iuuenem temerarium grauissimis tormentis cruciari mandauit. | 
| 
Y primero lo hizo colocar sobre un ecúleo, le
   dislocó los miembros y le descoyuntó todo el cuerpo. Ya que
   preguntó cómo notaba su cuerpo lastimado, y aquel sonriendo
   decía que siempre había deseado eso y que el gobernador
   plenamente se ajustaba a sus deseos, furioso Daciano azotaba a los
   verdugos porque fracasaban en torturarlo, rugiendo con rechinar de
   dientes al expresar sus órdenes, como si él fuese torturado más
   que el mártir de Dios. | 
Et primo quidem illum fecit in eculeo leuari et
   membris [col.] distendi totoque corpore dissipari. Interrogans cum ubinam
   corpus suum miserabile cerneret, qui cum subridendo diceret hoc
   sempre optasse et praesidem suis uotis optime concordare, iratus
   Dacianus tortores flagellabat, eo quod ipsum in torquendo
   deficiebant, stridore dentium fremens, ac quasi se magis quam Dei
   martirem torqueri, nutibus ostendens. | 
| 
En verdad los verdugos clavaron hondamente peines
   y ganchos de hierro en los costados de modo que la sangre brotaba
   de todo el cuerpo y rotas las junturas se veían las entrañas. Y
   cuando cansados los verdugos cesaron, él ya se mostraba invicto
   en todo. | 
Carnifices uero pectines et ungulas ferreas usque
   ad intima costarum fixerunt ita ut de toto corpore sanguis
   efflueret et solutis compagibus uiscera interna paterent. Et cum
   ministri lassi deficerent, ipse iam inuictus in omnibus apparebat. | 
| 
Tras esto, por orden del gobernador, se le baja
   del ecúleo y se le lleva al patíbulo del fuego. Él censuraba la
   tardanza de los verdugos e iba con gozo al tormento. Así pues
   subiendo sobre la parrilla ardiente, ahí es asado, quemado e
   incinerado, y se le clava en todos los miembros ganchos de hierro:
   la llama se baña de sangre, las heridas se renuevan con las
   heridas. Además se echa sal en el fuego, para que saltando al
   cuerpo llagado dañe y queme más cruelmente con las violentas llamas,
   y los chispas ya no van a los miembros sino a la vísceras
   expuestas, y las mismas entrañas se deslizan fuera de su cuerpo. | 
Post haec, iubente praeside, eculeo deponitur et
   ad ignis patibulum ducitur. Qui moras carnificum arguebat et ad
   poenam alacriter properabat. Craticulam igitur candentem ultro
   conscendens, ibidem assatur, exuritur et crematur, membrisque
   omnibus uncinis ferreis infigitur: flamma sanguine conspergitur,
   uulnera uulneribus instaurantur. Sal insuper in ignem mittitur, ut
   in corpus uulneratum insiliens, stridentibus flammis crudelius flagellatur et
   comburatur, iamque non ad artus sed ad nudata uiscera tela
   iaciuntur, ipseque fibrae de eius corpore extra labuntur. | 
| 
En medio de esto él permanece inmóvil y,
   alzando los ojos al cielo, oraba al Señor. Cuando esto fue
   comunicado a Daciano ordenó que fuese encerrado en la más
   horrible celda, que ahí se amontonase agudísimos trozos de
   ladrillo, que se pusiese sus pies en el cepo, y que lo dejasen
   echado sobre los ladrillos. | 
Inter haec manet immotus et, erectis in caelum
   oculis, Dominum precabatur. Cumque haec Daciano nuntiata fuisset,
   iussit eum in carcere teterrimo recludi, et ibi testas acutissimas
   congeri, pedesque eius in ligno configi, et extensum super testas
   relinqui. | 
| 
Cuando se cumplió todo esto, el castigo se
   transforma en gloria, pues las tinieblas de la cárcel son
   ahuyentadas por una abundante luz divina, la aspereza del cascote
   cambia por la suavidad de las flores, los pies son liberados y el
   mártir del Señor es consolado por el dulce canto de los ángeles. | 
Quae cum adimpleta fuissent, poena mutatur in
   gloriam, nam tenebre carceris diuina superfusa luce fugantur,
   testarum asperitas in florum suauitatem mutatur, pedes soluuntur
   et martir Domini angelorum dulci modulatione consolatur. | 
| 
Los guardias que vieron esto por las rendijas se
   convirtieron. Pero algunos avisaron de esto al gobernador. Pero
   este viéndose vencido, ordenó trasladar al mártir a un lecho y
   abrigarlo con suaves mantas, pensando que lo haría más glorioso, si
   moría entre tormentos. Así, habiendo reposado apenas en el
   lecho, orando emitió su espíritu. | 
Quae custodes per rimas aspicientes, conuersi
   sunt. Quidam uero haec praesidi nuntiarunt. At ille se uictum
   reputans, iussit martirem ad lectum transferri et mollibus
   stramentis foueri, reputans eum magis gloriosum faceret, si
   deficeret in tormentis. Cum ergo in lectulo paululum quieuisset,
   orans emisit spiritum. | 
| 
Al saber esto Daciano se disgustó, y al que no
   pudo vencer vivo, pensó vencerlo al menos muerto. Así pues
   ordenó llevar el cuerpo al campo y dejarlo para ser devorado por
   las aves y fieras. Y al instante un cuervo, celosamente dedicado a
   custodiar el cuerpo, echó otras aves más grandes que él con el
   ímpetu de sus alas y ahuyentó al lobo con picotazos y graznidos.
   Y ante el sagrado cuerpo se le veía inmóvil, pues admiraba ahí
   la custodia de los ángeles. | 
Quod audiens Dacianus doluit, et quem non ualuit
   uincere uiuum, putauit uincere uel defunctum. Iussit igitur corpus
   in campum deduci, et auibus ac feris deuorandum exponi. Statimque
   coruus ingluuie deditus corpus custodiens, alias aues se maiores
   impetu alarum abegit, et lupum morsibus et clamoribus effugauit.
   Et in conspectu sacri corporis fixus cernitur, utpote qui ibi
   angelorum custodiam mirabatur. | 
| 
Entonces por orden del gobernador, que supo esto,
   se ata al cuerpo una inmensa muela y lo arrojan mar adentro, para
   que al menos sea pasto de los peces. Pero antes que los marineros
   que habían afondado el cuerpo en el mar volviesen a la costa, el
   cadáver liberado es llevado por las olas a la playa. El cual es
   hallado, por revelación de él mismo, por una matrona viuda, y
   ella junto con algunos fieles lo entierran en una pequeña
   iglesia. | 
Tunc iussu praesidis haec audientis, ingens mola
   corpori alligatur et in pelagus proicitur, ut saltem piscibus in
   pastum daretur. Sed antequam nautae qui corpus in mare demerserant,
   ad litus deuenirent, cadauer solutum in litus a fluctibus
   deductum est. Quod a quadam matrona uidua, ipso reuelante,
   repertum est, et ab ipsa una cum quibusdam fidelibus in modica
   basilica sepultum est. | 
| 
En verdad una vez cesó la persecución, el
   cuerpo es llevado a la ciudad de Valencia y enterrado
   honoríficamente junto a las murallas. El mártir de Cristo fue
   sacrificado el 11º día antes de las calendas de febrero. | 
Cessante uero persecutione, [39v] corpus ad ciuitatem Ualentiam deducitur, et iuxta muros honorificentius tumulatur.
   Passus est autem Christi martyr XI kal. februarii. | 
Sigo el texto del ms. ott.lat.225 redactado en 1408 y que es uno de los más antiguos ejemplares de esta obra. Por desgracia la copia digital es antigua y de calidad muy baja, Por ello uso de forma subsidiaria la edición príncipe de Vicenza 1493 (p. 90-91). El texto subrayado está tomado de 1493. Las peculiaridades ortográficas están puestas en cursiva. También he tenido a la vista el "acta ex plurimis ueteribus manuscriptis" editada por los bolandistas en las Acta Sanctorum ianuarii, t. 3, p. 7-10.
 
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