En su vejez, siendo ya primer virrey de Nápoles, también recaerán sospechas sobre sus manejos financieros, esta vez por un airado Fernando el Católico, al ser informado por los cuestores reales que existía gran disparidad entre el gasto real y el justificado. Gonzalo simplemente dijo que al día siguiente presentaría unas cuentas más detalladas. En efecto al día siguiente presentó un escrito en el que solo había dos rúbricas pero con el cual los números cuadraban perfectamente: uno era el dinero dado en limosnas a pobres, sacerdotes y monjas, y el otro dado en secreto a espías con el cual se habían ganado batallas y conquistado el reino de Nápoles. “Entendiendo la argucia, Fernando impuso silencio al infame asunto”.
El Gran Capitán tras la batalla de Ceriñola encuentra el cadáver de su rival Luis de Armagnac. Cuadro al óleo de Federico de Madrazo |
Como es habitual con los grandes personajes, alrededor de sus hechos reales se entretejieron dichos y anécdotas que exaltaban su personalidad. Una de esas historias populares era el supuesto amor platónico entre la reina Isabel y Gonzalo, la cual fue recogida por su primer biógrafo, y que fue contemporáneo, el historiador italiano Paolo Giovio († 1552), el cual escribió la biografía hacia el 1525 (aunque no fue publicada hasta 1549). Posteriormente otros autores en diferentes idiomas lo repetirán. Incluso algunos tratarán de buscar esa supuesta mutua atracción entre ambos a los años juveniles. Giovio no dice nada al respecto, pero quizás esa idea la sacaron otros autores de una mala interpretación del pasaje donde Giovio dice que Gonzalo “a regina tenerius adamari”. Teniendo en cuenta que “tener, tenera” puede significar “joven”, algunos quizás pudieron traducir mal y entender que Gonzalo “era amado por la reina desde joven”. O quizás simplemente fue producto de una elucubración basada en la efectiva cercanía de Gonzalo en los círculos cercanos a Isabel.
Un hecho que es indudable es que, al menos tras la muerte de Gonzalo, esos rumores existían, aunque coincidiendo en que se habría tratado de un amor “cortés”, es decir aquella devoción casta, aunque erótica, exaltada en la literatura medieval.
Paolo Giovio, Elogia Illustrium Virorum Vitae, De Vita et Rebus Gestis Consalui Ferdinandi Cordubae Cognomento Magni, Florencia 1549, lib. 1, p. 182-183. (También he tenido en cuenta la edición de Florencia 1551).
No careció aquella victoria de un memorable
prodigio, pues no mucho antes que se entregase Granada, saltando una llama nocturna desde un candelabro y atizada por el soplo de la
brisa, lamiendo poco a poco las cortinas, devoró de tal modo la
tienda de la reina que la espaciosa estancia regia se incendió
antes que pudiesen socorrerla echando cubos de agua, quemándose
casi todo el ajuar de las habitaciones.
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Non caruit ea victoria memorabili ostento, nam
non multo antequam Granata dederetur, ex nocturni luminis
candelabro flamma emicans et ventilata aurae flatibus, vela sensim
lambens, reginae tabernaculum ita corripuit vt regia magni ambitus
tentoria priusquam allatis hydriis
succurri posset, incenderentur concrematoque toto penitus lectorum
instrumento.
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La reina casi desnuda se arrojó fuera, y no le
quedó absolutamente nada de los selectos adornos femeninos de su
ajuar de lino con que cubrirse; pero el rey aunque asustado, tras
superar el miedo, en la brillante llama vio el buen presagio de una próxima victoria.
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Regina fere nuda in apertum se proriperet, nec ei
quicquam ex muliebri secretiore cultu linteae
suppellectilis quo se contegeret, omnino
relinqueretur; rege quidem exterrito, sed mox extra metum posito,
paratae victoriae ex elucente flamma omen accipiente.
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Entonces Gonzalo, viendo ocasión de alcanzar el
favor de la reina, mandó a su mujer [María] Manrique, que estaba
en el vecino castillo de Íllora, que entregase a la reina,
despojada de toda la necesaria gala de túnicas y mantas, todo lo
que ella tuviese de su ajuar nupcial, y la abundancia de trajes de
lino del trabajo casero de muchas criadas bordando.
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Tum Consaluus, parandae ab regina gratiae
occasionem agnoscens, Mauricam vxorem, in proximo Hilorae
castello considentem, admonuit vt reginae, toto tunicarum et
lodicum necessario ornatu exutae, quicquid ipsa haberet ex mundo
maritali, et domestico multarum ancillarum acu pingentium labore
linteae vestis copiam
largiretur.
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No faltó en la opulenta casa de esta generosa
mujer más esplendida (si es posible decirlo) que su liberalísimo
esposo, cosas para cumplir el deber de una inmensa y pronta
generosidad por encima de la expectativa de Gonzalo y el deseo de
la reina. Pues en la ofrenda se mandaron rápida y oportunamente
tantos y tales adornos femeninos que se pensaría que podían
igualar la opulencia regia.
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Non defuere in opulenta domo apud generosam
foeminam (si dici fas est) ipso coniuge liberalissimo
splendidiorem, quae supra spem Consalui votumque reginae immensae
atque expeditae liberalitatis munus implerent. Dono enim celerrime
opportuneque transmissa sunt tot et tanta muliebris vsus ornamenta
vt regiae opulentiae aequari posse censerentur.
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Entre ellos habían cortinas de preciosas telas y
trabajo, con juntas reticulares, bordado por doquiera con oro y
adornado con púrpura en todos los bordes, dignísimos de lechos
nupciales de reyes.
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In his erant pretiosi operis textilisque materiae
conopaea, reticularis commissuris, insutoque passim auro et
purpura vndique limbos depingente, nuptialibus regum thoris
dignissima.
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Y la reina hasta tal punto contempló con mirada
feliz los elaborados detalles de camisas, túnicas, mantas y
pañuelos de toda clase finísimamente bordados, que aunque
juzgándolo un inestimable derroche de arte precioso y delicado,
sobre todo quedó admirada por la diligencia y celeridad, ya que
esos dones parecían como si hubiesen sido oportunamente previstos
y hechos hace muchos años en vista de aquel incendio.
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Sed interularum, tunicarum et lodicum
sudariorumque omnis generis scitissime acu pictorum operosas
amoenitates vsque adeo regina laetis oculis mirata est vt, quum
sumptum subtilissimae pretiosaeque artis inaestimabilem iudicaret,
vna maxime diligentiae et celeritatis admiratione teneretur, vt ea
dona tanquam in eum incendii casum multis ante annis opportune
prouisa atque elaborata crederentur.
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Al llegar Gonzalo la reina le dijo en broma
cariñosamente que el repentino azar del incendio le había
redundado a ella en gran beneficio, porque desde su incendiada
tienda el inoportuno fuego había invadido con rapaz violencia la
casa del mismo Gonzalo.
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Superueniente autem Consaluo regina cum eo his
erga eum verbis blande iocata est, repentinum eius incendii casum
sibi magno commodo cessisse, quod ab incenso tentorio suo
importunus ignis in ipsius Consalui domum rapaci violentia
peruasisset.
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Aquella generosidad, siendo un don inesperado, de
tal modo obligó el ánimo de la reina que ella en todas sus
conversaciones no dudaba en alabar efusivamente a Gonzalo y
anteponerlo a todos en cuanto a valor y gentileza, hasta el punto
que muchos creyeron que Gonzalo era amado tiernamente por la
reina; sin embargo ella era de una indudable e invencible
castidad, y Gonzalo mismo acababa todas las bromas con insigne
modestia.
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Ea liberalitas, inexpectato munere, reginae
animum ita obstrinxit vt ea omnibus sermonibus vnum Consaluum
virtutis atque elegantiae nomine cunctis praeferre effuseque
laudare non dubitaret, vsque adeo vt nonnulli Consaluum a regina
tenerius adamari crederent; quanquam ea esset certissimae atque
inpenetrabilis pudicitiae, et ipse Consaluus iocos omnes
insigni verecundia terminaret.
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