miércoles, 6 de enero de 2021

La Iglesia ante los poderes mágicos (III): el fundamento doctrinal

Una característica notable de la Iglesia católica es su esfuerzo por organizar sus creencias en un conjunto sistemático y razonado que fundamenta y rige la liturgia y la moral. Tengamos en cuenta que el cristianismo se desarrolló en medio de poderosas escuelas filosóficas que tenían sólidas doctrinas sobre Dios y sobre la moral (estoicismo, epicureísmo, neoplatonismo) y también existieron otras religiones que unían lo filosófico, lo místico y lo moral (misterios, gnosticismo, maniqueísmo, etc.), sin olvidar las corrientes heréticas (arrianismo, pelagianismo, etc.). Frente a ellos el cristianismo naciente por un lado tiene que defenderse de las críticas, a la vez que explicar y justificar sus creencias, por otro lado los autores cristianos tomaron prestados del tesoro cultural de la Antigüedad todas las ideas que eran útiles para la construcción de su edificio teológico, pero manteniendo y subrayando su propia identidad. Así como la Iglesia fue ocupando los templos y festividades paganas, desplazando el paganismo de la vida cotidiana, del mismo modo los autores cristianos eran optimistas en que se podía concordar la admirable sabiduría pagana con la verdad de Cristo. Este optimismo es el causante, en gran medida, de la producción de ese colosal tesoro intelectual que es la teología católica. Pero no siempre ha reinado este optimismo. Desde san Pablo que salió del Areópago de Atenas entre abucheos y burlas, muchos ascetas y místicos católicos han considerado ese optimismo como una arrogancia y que la sabiduría humana es necedad, pues el único saber útil es la palabra de Dios, la cual no necesita que venga a explicarla o a fundamentarla ni la filosofía ni ningún otro saber humano. Esa visión negativa es la que ha triunfado en el protestantismo y luego en las iglesias evangélicas, donde todo el esfuerzo intelectual se agota en la recitación del texto sagrado y su exégesis, quedándose en los mismos límites que el judaísmo y el mahometismo.

Quiero detener aquí esta reflexión porque es suficiente como introducción al tema de esta entrada. Retenga el lector solamente estas ideas: 1) la Iglesia siempre ha querido mantener todas sus enseñanzas como un conjunto coherente y se ha preocupado por explicar las dificultades; 2) aunque los puntos más esenciales de la fe siempre han estado bastante claros, muchos otros aspectos han ido modelándose poco a poco.

Respecto a la brujería y la adivinación debemos tener en cuenta que son fenómenos que aparecen en todas las culturas, y como ya dijimos en el primer artículo, tienen su fuente más profunda en el anhelo de poder y saber del ser humano. Y la explicación tradicional de este poder se puede resumir así: el brujo y el adivino pretenden saber el modo de entrar en contacto con fuerzas sobrenaturales y ponerlas a su servicio a través de ciertos ritos y fórmulas. Por lo tanto cuando el cristianismo surge en la Palestina romana y se expande por el mundo mediterráneo, no nos sorprende que el cristianismo asuma con total naturalidad la existencia de estos fenómenos, cuya creencia estaba bien arraigada en la cultura judía y pagana.

El cristianismo asumió la creencia en ángeles del judaísmo, que a su vez lo había tomado del zoroastrismo. Imagen de la Hofbibliothek Aschaffenburg ms. 27, f. 141r

Centremos ahora la atención en la fuente de ese poder. El cristianismo naciente adoptó del judaísmo la creencia en ángeles buenos y malos. El judaísmo había tomado esa noción del zoroastrismo, cuando gran parte de la élite de Israel entró en contacto con dicha religión durante el destierro en Babilonia. Pero mientras en el zoroastrismo los ángeles malignos son expresión de un dualismo radical, en el estricto monoteísmo judío solo puede existir un ser supremo con un poder indiscutible y por lo tanto los ángeles buenos y malos son criaturas totalmente sometidas al Dios único. Esta idea del total sometimiento del demonio a Dios es una idea muy presente en la reflexión cristiana: el demonio solo puede realizar las cosas que Dios por un designio misterioso le permite. Frente a sus rivales el cristianismo naciente usa la categoría "demonio" para explicar todo lo maravilloso que no venía de la Iglesia = de Dios. Si los milagros y profecías de los apóstoles y santos eran prueba clara del poder de Dios testificando a favor de la Iglesia, en cambio los milagros y predicciones que se obraban en los santuarios paganos eran obra del diablo tratando de confundir a la humanidad. Los primeros cristianos en ningún momento ponían en duda la veracidad de las curaciones de Esculapio y la adivinación que realizaban los oráculos paganos, pero lo atribuían al demonio. Por lo tanto (y aquí pasamos a la cuestión de la magia) los magos y adivinos necesariamente eran peones del diablo, aunque los escritores cristianos admiten que los paganos mayoritariamente obran engañados: creyendo servir auténticos dioses (Afrodita, Apolo, etc) en realidad están sirviendo al diablo, que los llevan al error y la depravación.

Veamos ahora unos fragmentos sobre la naturaleza del demonio, su actividad dañina y su relación con la magia en dos teólogos que en su momento escribieron los manuales de teología que marcaron el rumbo de la reflexión católica: san Isidoro de Sevilla († 636) y Pedro Lombardo († 1160). En los textos de ambos se alude directa o indirectamente al teólogo más grande del primer milenio: san Agustín de Hipona († 430), el cual escribió la primera gran reflexión teológica sobre el demonio (el que esté interesado en conocer más sobre ese primer estadio debe leer el "De divinatione daemonum" de san Agustín, del que he hecho una edición que se puede leer libremente en mi página web).

 

Isidorus, Sententiarum liber, lib. 1, cap. 10, n. 17-19 (St. Gallen, Stiftsbibliothek, Cod. Sang. 229, p. 48-50. MIGNE PL 83, col. 556-557).

17. En la palabra de Dios los ángeles conocen todo antes que se haga realidad; y las cosas que para los hombres todavía son futuras, los ángeles ya las han conocido por revelación de Dios.

17. Angeli in uerbo Dei cognoscunt omnia antequam in re fiant; et quae apud homines adhuc futura sunt, angeli iam, reuelante Deo, nouerunt.

Los ángeles pecadores, aunque perdieron la santidad, sin embargo no perdieron su aguda percepción de criatura angélica. Pues de un triple modo gozan de una aguda presciencia, a saber: por la sutileza de su ser, por su experiencia secular, por revelación de las potestades superiores.

Praeuaricatores angeli, etiam sanctitate amissa, non tamen amiserunt uiuacem creaturae angelicae sensum. Triplici enim modo praescientiae acumine uigent, id est: subtilitate naturae, experientia temporum, reuelatione supernorum potestatum.

18. Cada vez que Dios descarga algún castigo a este mundo, los ángeles apóstatas son enviados para administrar la pena. Pero ellos son coartados por el poder divino, para que no dañen tanto cuanto desean

18. Quotiens Deus quocunque flagello huic mundo irascitur, ad ministerium uindictae apostatae angeli mittuntur. Qui tamen diuina potestate coercentur, ne tantum noceant quantum cupiunt ......

19. Del aire superior los ángeles asumen cuerpos, con los que se aparecen a los hombres, y de un elemento celestial se revisten de una especie sólida, por la cual se muestran de modo más evidente a la mirada humana.

19. Angeli corpora, in quibus hominibus apparent, de superno aere sumunt solidamque speciem ex coelesti elemento induunt, per quam humanis obtutibus manifestius demonstrentur.

 

 

Isidorus, Sententiarum liber, lib. 3, cap. 5, n. 5 y 13 (St. Gallen, Stiftsbibliothek, Cod. Sang. 229, p. 285-286; 289. MIGNE PL 83, col. 661-662) 

5. Las insidias y astucias del diablo, aunque se derraman aquí y allá buscando a quien devorar, sin embargo por el poder divino no progresan ni dañan tanto como pretenden maliciosamente. Pues ¿alguna vez la virtud de los santos hubiese podido soportar tanto, si el gobierno celestial no frenase con piadosa mano la maldad de los demonios?

5. Insidiae diaboli atque astutiae, quamuis huc atque illuc quaerentes quem deuorent diffundantur, a potestate tamen diuina non egrediuntur, ne tantum noceant, quantum malitiose contendunt. Nam quando sanctorum uirtus tanta tolerare potuisset, si superna dispensatio pio moderamine nequitiam daemonum non frenaret?

Y aunque el diablo siempre desea poner tentaciones al justo, sin embargo si no recibe de Dios tal potestad, de ningún modo puede realizar lo que desea .......

Et licet diabolus temptationem iustis semper inferre cupiat, tamen si a Deo potestatem non acceperit, nullatenus adipisci potest quod appetit. ......

13. A ojos de los seres carnales el diablo es terrible, a ojos de los elegidos su terror es ínfimo. Los incrédulos lo temen como a un león, los fuertes en la fe lo desprecian como a un gusano, y cuando se manifiesta es repelido al instante.

13. In oculis carnalium diabolus terribilis est, in electorum oculis terror eius uilis est. Ab incredulis ut leo timetur; a fortibus in fide ut uermis contemnitur, atque ad momentum ostensus repellitur.

 

Petrus Lombardus, Sententiarum libri, lib. 2, dist. 7 (BSB Hofbibliothek Aschaffenburg ms 27, f. 88v - 89r. MIGNE PL 192, col 665) 

5. Y aunque los ángeles malos se han endurecido así por su malicia, sin embargo para nada están privados de un agudo sentido. ....

5. Et licet mali angeli ita per malitiam sint obdurati, uiuaci tamen sensu non penitus sunt priuati. .....

Sobre esto también dice Agustín [en "Sobre el Génesis", lib. 2, cap. 17]: "Los espíritus malos llegan a saber algunas cosas verdaderas sobre hechos futuros: en parte por la sutileza de sus sentidos, en parte por su experiencia secular, más astutos por su gran longevidad, en parte por los santos ángeles, que lo saben por Dios omnipotente y que se lo revelan por orden de Él. Pero a veces estos espíritus impíos predicen lo que ellos mismos van a hacer, como si adivinasen".

De hoc etiam Augustinus ait: "Spiritus mali quaedam uera de temporalibus rebus noscere permittuntur: partim subtilitate sensus, partim experientia temporum, callidiores propter tam magnam longitudinem uitae, partim sanctis angelis, quod ipsi ab omnipotenti Deo discunt, iussu Eius sibi reuelantibus. Aliquando autem iidem nefandi spiritus et quae ipsi acturi sunt, uelud diuinando, praedicunt".

6. Por el saber y poder de ellos también se ejercen las artes mágicas; pero a ellos Dios les da tanto el saber como el poder, o para engañar a los pérfidos, o para amonestar a los fieles, o para que los justos ejerzan y pongan a prueba su paciencia.

6. Quorum scientia atque uirtute etiam magicae artes exercentur; quibus tamen tam scientia quam potestas a Deo data est, uel ad fallendum fallaces, uel ad monendum fideles, et ad exercendam probandamque iustorum patientiam.

Por eso Agustín dice en "Sobre la Trinidad", lib. 3, [cap. 7]: "Veo que una mente débil puede plantearse una duda: ¿Por qué pueden hacerse estos milagros también por artes mágicas? En verdad los magos del faraón hicieron serpientes y otras cosas semejantes. Pero hay algo más sorprendente: ¿Cómo el poder de los magos, que pudo hacer serpientes, fracasó por completo cuando se trató de unas moscas diminutas, llamadas zancudos, que fue la tercera plaga que sufrió Egipto? Ahí sin duda fracasaron los magos que dijeron: Aquí está la mano de Dios".

Unde Agustinus in lib. 3 De Trinitate: "Uideo, inquit, infirmae cogitationi quid possit occurrere: cur scilicet ista miracula etiam magicis artibus fiant? Nam et magi pharaonis serpentes fecerunt et alia. Sed illud est amplius admirandum: Quomodo magorum potentia quae serpentes facere potuit, ubi ad muscas minutissimas, scilicet sciniphes uentum est, omnino defecit, qua tertia plaga Aegyptus caedebatur? Ibi certe defecerunt magi, dicentes: Digitus Dei est hic".

"De ahí se deduce que ni lo mismos ángeles y potestades aéreas transgresoras, arrojadas de la morada de sublime pureza etérea de Dios a estas profundas tinieblas como en una cárcel singular, por quienes las artes mágicas pueden lo que pueden, nada pueden, si no les es dada potestad desde lo alto. Tal poder es dado o para engañar a los que engañan, tal como se hizo contra los egipcios y los mismos magos, para que se viesen admirados por los prodigios de esos espíritus por medio de los cuales lo hacían, y condenados por la verdad divina; o para amonestar a los fieles para que no deseen hacer tal cosa como si fuese algo digno, por lo cual además nos lo han expuesto en las Escrituras; o para ejercer, probar y mostrar la paciencia de los justos".

"Unde datur intelligi nec ipsos quidem angelos transgressores et aerias potestates, in imam istam caliginem tanquam in sui generis carcerem ab Illius sublimis aetheriae puritatis habitatione detrusos, per quos magicae artes possunt quicquid possunt, ualere aliquid, nisi data desuper potestate. Datur autem uel ad fallendum fallaces, sicut in aegyptios et in ipsos etiam magos data est, ut in eorum spirituum operatione* uiderentur admirandi, a quibus fiebant, a Dei ueritate dampnandi; uel ad monendum fideles, ne tale aliquid facere pro magno desiderent, propter quod etiam nobis in Scriptura sunt prodita; uel ad exercendam, probandam manifestandamque iustorum patientiam".

7. "Y no se debe de pensar que la materia de las cosas visibles están sujetas al capricho de estos ángeles transgresores, sino más bien a Dios, que concede este poder, en la medida que así lo decreta el Eterno".

7. "Nec putandum est istis transgressoribus angelis ad nutum seruire hanc uisibilium rerum materiam, sed Deo potius, a quo haec potestas datur quantum Incommutabilis iudicat".

 De todo lo dicho en estas dos citas solo quiero subrayar estas ideas: 1) el poder del demonio para predecir el futuro, obrar maravillas o causar daño, siempre y completamente se ejerce bajo la supervisión de Dios, que es el que le permite, o no, realizarlas. 2) Por lo tanto el buen cristiano no mira con temor sino con desprecio al demonio, pues el demonio nada puede, y cuando puede, es porque Dios así lo decreta, y por lo tanto siempre será algo que de algún modo edifica al cristiano y lo hace mejor. 3) De lo anterior podemos deducir que para estos autores el brujo y el adivino, que es el peón del demonio, todavía es más risible, pues vive en una ilusión de poder, que en realidad no poseen ni su mentor, el diablo, ni mucho menos ellos. Esta deducción concuerda muy bien con lo que hemos visto en los dos artículos anteriores, en los que la magia se reduce casi por completo a mera superchería y delirios.

 

Pedro Lombardo imparte una lección magistral. Imagen de la Hofbibliothek Aschaffenburg ms. 27, f. 3r.

Pasemos a otra cuestión, que no quedó bien resuelta: ¿los demonios son seres meramente espirituales o poseen algún tipo de cuerpo? La primera respuesta fue afirmativa. Influyó en ello por un lado algunos textos bíblicos, por ejemplo en el libro de Tobías se dice que el ángel Rafael se presentó en aspecto humano (cap. 5) y que el demonio Asmodeo huyó a Egipto al oler el pez quemado y que Rafael lo encadenó (cap. 8, 1-3); por otro lado la mezcla de platonismo y la creencia judía en ángeles (Is 6, 1-7; Ez 10) aceptada por los escritores del Nuevo Testamento (cf. Ef 1, 19-21; Col 1, 16), conducirá a la idea de una "jerarquía" celestial e infernal: si Dios está en lo más alto, como espíritu puro, todos los demás seres creados deben tener alguna mezcla con la materia, y en el caso de los ángeles su cuerpo estaría formado por la materia más sutil, que es el aire; en tercer lugar, atribuir cuerpo a los ángeles y demonios ayudaba a explicar muchos relatos bíblicos y como ellos intervenían en el mundo humano, y en especial explicaba como era posible la magia, pues parecía que si eran meros espíritus, entonces de ningún modo podrían actuar directamente en el mundo material (provocando una tormenta, un derrumbe, o una enfermedad).

Dios crea los seres vivientes, el hombre y la mujer. Imagen de la Hofbibliothek Aschaffenburg ms. 27, f. 78v.

Esta explicación más primitiva será impulsada por el gran teólogo Orígenes († 254), del cual por desgracia se han perdido la mayor parte de sus obras, y muchas de las que han sobrevivido solo han llegado en traducciones latinas no siempre muy fiables. También san Agustín acogió esta idea, pero pronto la mayoría de autores preferirá la solución contraria: una razón de peso fue que si aceptaban que era corpóreo, se aceptaba que era histórico, y así como el hombre puede pecar pero luego convertirse y salvarse, también parecía que, si el demonio era corpóreo, se debía conceder esa posibilidad al demonio, lo cual iba en abierta oposición a varios textos bíblicos.

 

Petrus Lombardus, Sententiarum libri, lib. 2, dist. 8 (BSB Hofbibliothek Aschaffenburg ms 27, f. 89v - 90r. MIGNE PL 192, col 667-668) 

1. También suele debatirse entre los doctores si todos los ángeles, o sea buenos y malos, son corpóreos, es decir están unidos a un cuerpo. Algunos lo afirman, apoyados en las palabras de Agustín, el cual parece decir que todos los ángeles antes de su confirmación o su caída tuvieron cuerpos aéreos, formados del aire más puro y superior, aptos para actuar, no para sufrir, y que a los ángeles buenos que perseveraron, se le ha mantenido tales cuerpos, para que con ellos puedan obrar y no sufrir, cuerpos que son tan tenues que no pueden ser vistos por los mortales, salvo que estén revestido de alguna forma más gruesa: al asumirla se ven, y al quitarla dejan de ser visibles.

1. Solet etiam in quaestione uersari apud doctores utrum angeli omnes, boni scilicet ac mali, corporei sint, id est corpora habeant sibi unita. Quod aliqui putant, innitentes uerbis Augustini, qui dicere uidetur quod angeli omnes ante confirmationem uel lapsum corpora aeria habuerint, de puriore ac superiore aeris parte formata, ad faciendum habilia, non ad patiendum, et angelis bonis qui perstiterunt, talia obseruata sunt corpora, ut in eis possint facere et non pati, quae tantae sunt tenuitatis ut a mortalibus uideri non ualeant, nisi superuestita aliqua grossiori forma: qua assumpta uidentur, depositaque uideri desinunt.

En cambio con la caída los cuerpos de los ángeles malos han pasado a una peor calidad de espesor aéreo. Pues así como fueron arrojados de un lugar más digno a un lugar inferior, o sea al aire tenebroso, así aquellos cuerpos tenues se han convertido en cuerpos peores y más espesos, en los cuales pueden padecer a causa de un elemento superior, es decir por el fuego .....

Angelis uero malis mutata sunt in casu corpora in deteriorem qualitatem spissioris aeris. Sicut enim a loco digniori in inferiorem locum, id est caliginosum aerem, deiecti sunt, ita illi corpora tenuia transformata sunt in deteriora corpora et spissiora, in quibus possint pati a superiori elemento, id est ab igne. ..........

También dicen que la mayoría de autores católicos están de acuerdo y enseñan de modo concorde que los ángeles son incorpóreos y no tienen cuerpos. Pero a veces asumen cuerpos, que Dios les prepara, para realizar una misión que Dios les impone, y tras cumplirla dejan aquellos cuerpos con los que aparecieron y hablaron a los hombres. .......

Dicunt quoque plurimos catholicos tractatores in hoc conuenisse atque id concorditer docuisse quod angeli incorporei sunt, nec corpora habeant sibi unita. Assumunt autem aliquando corpora, Deo praeparante, ad impletionem ministerii sui sibi a Deo iniuncti, eademque post expletionem deponunt, in quibus corporibus hominibus apparuerunt atque locuti sunt. ....

Un siglo más tarde santo Tomás de Aquino (Super Sent. lib. 2 d. 8) buscará dar más solidez a la idea que los ángeles son incorpóreos. En el actual Catecismo de la Iglesia Católica (15/08/1997) leemos: "La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe" (n. 328). Y sobre el demonio: "No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura" (n. 395).

Inicio del "Sententiarum libri" de san Isidoro de Sevilla. Imagen del Cod. Sang. 229, f. 1r
 Una nota sobre el texto latino:

Para el texto de san Isidoro sigo el manuscrito del s. VIII-IX: St. Gallen, Stiftsbibliothek, Cod. Sang. 229 que no tiene diferencias notables con el texto de Migne. Para la cita de Pedro Lombardo sigo el manuscrito del s. XIII: BSB Hofbibliothek Aschaffenburg ms 27, que tiene diferencias importantes respecto al Migne. De todos modos en un par de pasajes (los que están subrayados) he preferido el texto de Migne, pues he comprobado la cita de san Agustín con el manuscrito del s. IX: St. Gallen, Stiftsbibliothek, Cod. Sang. 175, p. 81-82.