martes, 28 de agosto de 2012

Espartaco según los romanos (II)


Continuamos con el relato de la guerra de Espartaco según el texto del historiador romano Aneo Floro. Aunque su relato es sumamente breve Floro se toma su tiempo para subrayar varias veces el grave deshonor que significó para Roma este acontecimiento. Floro precisa que no es tanto motivo de vergüenza combatir contra esclavos sino que estos hayan sido comandados por gladiadores, que eran considerados como la quintaesencia de los peores criminales.
Tengamos en cuenta que los gladiadores en tiempos de Espartaco estaban formados casi exclusivamente por criminales y prisioneros de guerra y todavía no existían grandes coliseos ni grandes juegos. Muy distinta ya era la situación en tiempos de Floro, en que los emperadores rivalizaban por construir grandes anfiteatros y ofrecer al pueblo espectáculos cada vez más sangrientos y exóticos. De todos modos entre la élite intelectual romana, entre los cuales parece colocarse Floro, siempre se reprobó las luchas de gladiadores y que se les considerase como estrellas. Para él no son más que "fieras rabiosas", gente de la peor calaña y que sin embargo puso en jaque a la mayor potencia militar de la época.
Pues aunque empezó como una simple revuelta en una escuela provincial de gladiadores pronto se convirtió en una auténtica guerra que puso en peligro incluso la capital del imperio. Floro constata que "los hombres que sólo se hubiesen contentado con huir, ahora también querían vengarse".
Este éxito inicial de los sublevados tiene su explicación en una serie de circunstancias favorables. Las tropas veteranas y los mejores generales romanos estaban fuera de Italia (Pompeyo en España y Licinio Lúculo en Grecia) cuando estalló la revuelta y los gladiadores al principio sólo combatieron contra tropas provinciales formadas mayoritariamente por reclutas sin experiencia: por eso pudieron recorrer toda Italia de sur a norte. A esto se suma la equivocada evaluación que el Senado hizo de sus enemigos: considerándolos simplemente una banda de esclavos fugitivos creyeron que podía resolverse con el uso de tropas locales. Después de varias derrotas iniciales el prestigio ya se inclinaba más hacia los rebeldes, rodeados de un aura de invencibles, por lo cual incluso las tropas consulares de M. Licinio Craso en las primeras escaramuzas arrojaron las armas y huyeron ante el enemigo.
Naturalmente el mérito principal fue de los líderes rebeldes: el tracio Espartaco y los galos Crixo y Enómao. Pues se requiere una notable clarividencia para que un grupo de fugitivos, en lugar de simplemente tratar de dispersarse y pasar desapercibidos, quieran prender la mecha de una revuelta y se lancen a liberar todos los esclavos que hallaban a su paso. Y todavía más difícil es el proyecto de querer reunir todos esos esclavos y descontentos y con ellos lograr formar un ejército y prácticamente un pueblo en marcha, pues es sabido que entre ellos iban miles de mujeres y niños, y se calcula que en su momento culmen habrían congregado hasta 120000 personas. Una hazaña que parece más increíble si recordamos que desde el Vesuvio (unos 200 km al sur de Roma) llegaron hasta los Apeninos (al norte de Italia) y luego volvieron al extremo sur de la península con la intención de pasar a Sicilia y convertirla en su bastión inexpugnable.
Aunque los historiadores romanos discrepan en varios aspectos de la vida y personalidad de Espartaco, sin embargo todos son unánimes en reconocer que era un soldado valeroso y murió combatiendo como un héroe.

Mosaico del retiario Montanus (en la Villa dei Quintili del emperador Cómodo, en la 5ª milla de la vía Appia Antica, Roma).

A continuación el final del relato de la guerra de Espartaco.

Anneus Florus, Epitome de gestis romanorum, 2, 8 [20]
Luego en seguida también atacó [tropas] consulares y abatió el ejército de Léntulo en el Apenino, y cerca de Módena destruyó el campamento de Publio Craso.
(10) Inde iam consulares quoque adgressus in Appenino Lentuli exercitum cecidit, apud Mutinam Publi Crassi castra delevit.
Animado por esas victorias llegó a plantearse lo cual es bastante vergüenza para nosotros— invadir la ciudad de Roma.
(11) Quibus elatus victoriis de invadenda urbe Romana — quod satis est turpitudini nostrae — deliberavit.
Finalmente contra el mirmillón se alzó Licinio Craso con todas las fuerzas del imperio y mantuvo el honor romano: derrotados y puestos en fuga por éste —da vergüenza decirlo— los enemigos se refugiaron en el extremo [sur] de Italia.
(12) Tandem enim totis imperii viribus contra myrmillonem consurgitur pudoremque Romanum Licinius Crassus adseruit; a quo pulsi fugatique — pudet dicere — hostes in extrema Italiae refugerunt.
Allí encerrados en un ángulo de Calabria, habiendo proyectado una fuga hacia Sicilia y ya que no tenían naves, probaron balsas de leños y toneles unidos con ramas infructuosamente a causa del impetuoso mar, finalmente hicieron una salida para encontrar una muerte digna de hombres y, tal como convenía bajo un líder gladiador, se combatió a muerte. El mismo Espartaco, luchando valerosamente en primera fila, murió como un general.
(13) Ibi circa Bruttium angulum clusi, cum fugam in Siciliam pararent neque navigia suppeterent, ratesque ex trabibus et dolia conexa virgultis rapidissimo freto frustra experirentur, tamen eruptione facta dignam viris obiere mortem et, (14) quod sub gladiatore duce oportuit, sine missione pugnatum est.
Spartacus ipse, in primo agmine fortissime dimicans, quasi imperator occisus est.

Unas pocas aclaraciones al texto:
consulares quoque adgressus: hay divergencias en los relatos de los historiadores sobre las batallas y los que participaron. Aquí Floro parece que se refiere a la derrota de Cornelio Léntulo Clodiano y su colega Lucio Gelio Publícola, cónsules el a. 72. Léntulo salió para impedir el paso de los Apeninos mientras Publícola acechaba la retaguardia del ejército de esclavos, pero Espartaco los derrotó por separado. La mención de Publio (¿Gayo?) Craso sería un error de Floro. Esa doble derrota hizo que el Senado los apartase del mando militar y lo entregase a Licinio Craso.
contra mymillonem (en 12): se supone que Espartaco como gladiador luchaba de mirmillón.
pudet dicere (en 12): se refiere a llamar hostes (ejército enemigo) a aquella armada de esclavos comandados por gladiadores
rapidissimo freto (en 13): las fuertes corrientes del estrecho de Mesina impedían atravesarlo con medios de fortuna.
sine missione (en 13): es decir, sin perdón. Es un término técnico usado en los combates de gladiadores para indicar que la pelea era a muerte y el vencido no podía ser indultado.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Espartaco según los romanos (I)


Para todos nosotros la figura de Espartaco está ligada al famoso film de Stanley Kubrick "Spartacus" (1960), pero los escritores romanos, en mayor o menor grado, lo presentan como un hombre cruel y sediento de venganza, un alborotador que rompió la paz y puso en peligro el estado.
El primero que leyó la historia de Espartaco bajo una luz positiva fue el dramaturgo francés Bernard-Joseph Saurin (1706 - 1781) que le dedicó una tragedia en 5 actos, en la que por primera vez lo presentan como un héroe de la libertad.
Pero el gran impulsor de la figura de Espartaco fue Karl Marx, el padre del comunismo moderno, pues en su guerra veía la más genuina expresión de la clase trabajadora (esclavizada) que lucha por su liberación. Por eso posteriormente en los círculos marxistas Espartaco se convirtió en un héroe comunista.
Aunque la maquinaria de Hollywood ha sido la que finalmente ha impuesto la idea que actualmente tiene la mayoría de personas acerca del gladiador rebelde, sin embargo debemos tener en cuenta que el autor del libreto, el afamado guionista norteamericano Dalton Trumbo (1905-1976), perteneció al partido comunista y fue perseguido durante el macartismo. De hecho la American Legion, una asociación conservadora de veteranos, hizo una amplia campaña contra el film por supuestas "influencias comunistas".
Este film también fue el causante, sin fundamento, que Espartaco se haya convertido en icono del mundo gay. Todo surgió a partir de una sugestiva escena (en su día censurada) en la que el esclavo Antonino (Tony Curtis) baña a su amo, el pretor Licinio Craso (Laurence Oliver) mientras éste le explica la diferencia entre una elección basada sobre la moral y otra basada meramente en el gusto. Esta velada defensa del amor homosexual convirtió el film, y por asociación, al mismo Espartaco, en bandera de la lucha por la igualdad de derechos de la comunidad homosexual.

Lápida del gladiador Diodoro (s. II-III), hallada en Turquía y actualmente en el  Cinquantenaire Museum, Bruselas, Bélgica.


Volviendo a la Antigüedad hay que recordar que los principales escritos que han sobrevivido acerca de la guerra de Espartaco están escritos en griego, por lo cual no tienen sitio en nuestro blog de latín. Nos conformamos pues con el breve relato del historiador Anneus Florus (entre el s. I-II) que presentaremos en dos partes

Anneus Florus, Epitome de gestis romanorum, 2, 8 (20)
Sin duda también aguantes la vergüenza de una guerra contra esclavos; pues aunque sometidos en todo por la fortuna, sin embargo son como una segunda clase de hombres y son acogidos en los bienes de nuestra libertad: pero no sé con qué nombre llamar a la guerra surgida bajo la guía de Espartaco; ya que, habiendo combatido siervos y comandado gladiadores, aquéllos, hombres de ínfima clase, éstos, de la peor, aumentaron con [sus] ultrajes la desgracia romana.
(1) Enimvero et servilium armorum dedecus feras; nam etsi per fortunam in omnia obnoxii, tamen quasi secundum hominum genus sunt et in bona libertatis nostrae adoptantur: bellum Spartaco duce concitatum quo nomine appellem nescio; (2) quippe cum servi militaverint, gladiatores imperaverint, illi infimae sortis homines, hi pessumae, auxere ludibriis calamitatem Romanam.
Espartaco, Crixo y Enómao, forzada la escuela gladiatoria de Léntulo, salen de Capua con treinta o más hombres de su misma clase; y tras convocar a los siervos bajo su estandarte, habiéndose reunido de inmediato más de diez mil, los hombres que solo se hubiesen contentado con huir, ahora también querían vengarse.
(3) Spartacus, Crixus, Oenomaus, effracto Lentuli ludo, cum triginta aut amplius eiusdem fortunae viris erupere Capua; servisque ad vexillum vocatis, cum statim decem milia amplius coissent, homines modo effugisse contenti, iam et vindicari volebant.
Como fieras rabiosas les pareció bien el Monte Vesuvio como primera sede. Allí, estando sitiados por Clodio Glabro, descolgándose con ramas de vid por la garganta de una cavidad del monte, bajaron hasta sus primeras faldas y por una salida oculta, que [nuestro] general no imaginó, con un ataque sorpresa asolaron el campamento. Luego [atacaron] otros campamentos: el de Vareniana y luego el de Torani, extendiéndose por toda Campania. No contentos con la devastación de casas rurales y villas, asolaron Nola y Nuceria, Turio y Metaponto con terribles matanzas.
(4) Prima sedes velut rabidis beluis mons Vesuvius placuit. Ibi cum obsiderentur a Clodio Glabro, per fauces cavi montis vitineis delapsi vinculis ad imas eius descendere radices et exitu inviso nihil tale opinantis ducis subito impetu castra rapuerunt. (5) Inde alia castra: Vareniana, deinceps Thorani, totamque pervagantur Campaniam. Nec villarum atque vicorum vastatione contenti Nolam atque Nuceriam, Thurios atque Metapontum terribili strage populantur.
Siendo ya un auténtico ejército con la llegada diaria de refuerzos, se hicieron toscos escudos de juncos y de pieles del ganado y con hierro refundido de los calabozos espadas y lanzas.
(6) Adfluentibus in diem copiis cum iam esset iustus exercitus, e viminibus pecudumque tegumentis inconditos sibi clipeos et ferro ergastulorum recocto gladios ac tela fecerunt.
Y para que no faltase el esplendor de un auténtico ejército, se procuró caballería de manadas cogidas por el camino, y ofrecieron a su líder las insignias y las haces arrebatadas a los pretores.
(7) Ac ne quod decus iusto deesset exercitui, domitis obviis etiam gregibus paratur equitatus, captaque de praetoribus insignia et fasces ad ducem detulere.
Y no las rehusó aquél que de mercenario tracio [se hizo] soldado, de soldado desertor, luego ladrón, y finalmente en virtud de su fuerza gladiador.
(8) Nec abnuit ille de stipendiario Thrace miles, de milite desertor, inde latro, deinde in honorem virium gladiator.
Es más, también celebró los funerales de sus jefes muertos en batalla con exequias de generales, y ordenó que los cautivos peleasen con armas junto a la pira fúnebre, como si realmente fuese a expiar todo el deshonor pasado, si fuese el organizador de un [combate] de gladiadores.
(9) Quin defunctorum quoque proelio ducum funera imperatoriis celebravit exsequiis, captivosque circa rogum iussit armis depugnare, quasi plane expiaturus omne praeteritum dedecus, si de gladiatore munerarius fuisset.


Algunas observaciones para los estudiosos de latín:
secundum genus (en 1): en derecho romano se dividía los hombres en tres clases: los libres, los esclavos y los libertos. No se refiere pues a una "raza inferior", sino a una distinción jurídica.
in bona libertatis nostrae adoptantur (en 1): los esclavos podían alcanzar la libertad gracias a la manumisión. En el plano teórico los romanos siempre tuvieron claro que no existía diferencia esencial entre los hombres sino meramente jurídica, la cual surgía per fortunam.
auxere (en 2): forma abreviada de la 3ª pl. del perfecto indicativo de augeo.
captivosque circa rogum iussit armis depugnare (en 9): los estudiosos creen que las luchas de gladiadores nacieron como una costumbre funeraria; naturalmente entonces se trataba de unas pocas parejas de combatientes y sólo podían permitírselo los más adinerados.



viernes, 3 de agosto de 2012

Los versos sacrílegos de Lucrecio

Habitualmente la mayoría nos inclinamos a pensar que la poesía es algo puramente afectivo, una mera estética de formas sin fondo: un fuego artificial que produce mucho ruido y luces pero que es básicamente inofensivo. Sin embargo existe poesía "comprometida", con una carga de pólvora demoledora, donde el poeta no busca simplemente la forma virtuosa y el entretenimiento sino abatir las corazas de sus oyentes y atraerlos hacia sus ideales, se trate de la vida contemplativa como san Juan de la Cruz o del feminismo como Adrienne Rich, pasando por la revolución francesa, la independencia americana, el marxismo y un largo etcétera.
Pues bien, el poeta romano Lucrecio, debe de contarse entre los "poetas activistas" y seguramente que fue el primer romano que unió el arte poético y la finalidad proselitista. Cuando escribía no buscaba sólo entretener sino también convencer a sus oyentes para que siguieran el camino del epicureísmo. Y cuando su doctrina iba en contra de ideas tradicionales y firmemente arraigadas en la mente de sus oyentes, el poeta no dudaba en encarar con claridad las dificultades. Y ciertamente la doctrina epicúrea era revolucionaria, quizás demasiado para la tradicional sociedad romana.
Lucrecio enseña que el universo no ha sido creado por los dioses sino que procede de la agrupación de los átomos (primordia rerum). Además los dioses no gobiernan el mundo ni han dispuesto las cosas al servicio del hombre. A Lucrecio no le tiembla la mano cuando destruye una de las ideas más ingenuas pero arraigadas en la mente de todos los hombres: que somos el centro del universo y que todo está hecho a nuestra medida, por nosotros y para nosotros, que en la naturaleza existe una racionalidad que es benigna y favorable con el hombre.
Con razón la religión romana, y mucho más la cristiana, vieron esta doctrina como sacrílega y blasfema y persiguieron implacablemente la poesía de Lucrecio: aunque el epicureísmo no negaba a Dios, sin embargo negaba la religión, pues los dioses viven en un mundo perfecto y feliz, completamente ajenos al curso del mundo y desinteresados por las vicisitudes de cada individuo. Si la naturaleza sigue unas leyes implacables y los dioses no nos atienden, eso significa que el hombre está solo en el mundo y así debe buscar el camino de su felicidad.
Madonna del cardellino de Rafael Sanzio (1483-1520) , en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El Renacimiento vio la naturaleza como algo profano, comprensible y que podía ser puesto al servicio del hombre.

A continuación sólo os presento la conclusión de esa reflexión de Lucrecio (5, 222- 234), unos versos universalmente famosos, en la que con insuperable talento describe la indefensión del hombre en comparación con los animales.

Pero el niño, como un marinero arrojado por crueles olas,
yace en tierra desnudo, sin habla, falto de todo auxilio vital,
cuando por primera vez a las costas de la luz
la naturaleza lo ha sacado con penas del vientre materno,
y con un triste llanto llena el lugar, como es justo
a quien le resta pasar tantos males en la vida.
Tum porro puer, ut saeuis proiectus ab undis
nauita, nudus humi iacet, infans, indigus omni
uitali auxilio, cum primum in luminis oras
nixibus ex aluo matris natura profudit,
uagituque locum lugubri complet, ut aecumst
cui tantum in uita restet transire malorum.
En cambio las distintas bestias, ganado y salvajes crecen
sin necesidad de sonajas y no atienden
los tiernos y entrecortados murmullos de una nodriza,
ni necesitan distintas vestiduras según las estaciones,
en fin, no necesitan de armas ni altas murallas
para proteger lo suyo pues todo en abundancia para todos
produce la tierra misma y la ingeniosa naturaleza.
At uariae crescunt pecudes armenta feraeque 
nec crepitacillis opus est nec cuiquam adhibendast
almae nutricis blanda atque infracta loquella,
nec uarias quaerunt uestis pro tempore caeli,
denique non armis opus est, non moenibus altis,
qui sua tutentur, quando omnibus omnia large
tellus ipsa parit naturaque daedala rerum.

Si quieres leer toda esta sección (5, 156-234) o quieres saber más sobre Lucrecio y el epicureísmo, puedes hacerlo en mi página: https://sites.google.com/site/magisterhumanitatis/filosofia