sábado, 31 de marzo de 2012

Pange Lingua: pronunciación y traducción

Es uno de los himnos eucarísticos medievales que todavía sigue usándose con cierta frecuencia en la liturgia católica actual.
Su autor es el famoso teólogo Tomás de Aquino (1225-1274), quien la escribió el año 1264 por encargo del papa Urbano IV. Ese año había ocurrido un milagro en Bolsena (ciudad italiana en la región del Lazio): durante la misa, en el momento de la fracción de la hostia, ésta había sangrado abundantemente empapando el caliz y los corporales. Ese milagro y las revelaciones de la monja belga Juliana de Cornillon movieron al Papa a instaurar la fiesta del Corpus Christi, encargándose a Tomás de Aquino la elaboración de los textos litúrgicos de la nueva festividad.
Tomás de Aquino se inspiró para la elaboración del Pange Lingua en un texto de Claudio Mamertino (muerto hacia el 473), autor de escritos teológicos e himnos litúrgicos, entre los cuales estaba uno dedicado a la pasión de Cristo, que comienza así: Pange lingua gloriosi proelium certaminis.(PL 53, Hymnus de passione Domini), aunque erróneamente muchos por mucho tiempo lo atribuían a Venancio Honorio, un poeta de la Italia merovingia del s. VI.
También los versos genitori genitoque procedenti ab utroque, son tomados prestados de un himno para Pentecostés de Adam de San Víctor (finales del s. XII).


"Retable de l'agneau mystique" (1432) de Hubert y Jan Van Eyck. En la Catedral de san Babón, Gantes.

En la liturgia suele cantarse con una melodía gregoriana, aunque también existen composiciones polifónicas de músicos renacentistas como Josquin des Prez, y del Romanticismo como Anton Bruckner.
A continuación presento el texto latino, resaltando en negrita la sílaba que lleva el acento (sólo en las frases de tres o más sílabas) y colocando en la columna central cómo deben sonar las palabras que no siguen las reglas de pronunciación castellana:

Pange, lingua, gloriosi
Corporis mysterium
Sanguinisque pretiosi,
quem in mundi pretium,
fructus ventris generosi,
rex effudit gentium.
Pan-ye
.....
san-güi-nís-cue; pred-sio-si
cuem; pred-sium
ye-ne-ró-si
yen-tium
Canta, oh lengua, del glorioso
cuerpo el misterio
y el de la sangre preciosa,
que para rescate del mundo
el fruto de un noble vientre,
el rey de las naciones, derramó.
Nobis datus, nobis natus
ex intacta Virgine,
et in mundo conversatus,
sparso verbi semine,
sui moras incolatus
miro clausit ordine.
. . . .
vír-yi-ne
. . .
. . .
. . .
. . .
Dado a nosotros, nacido para nosotros
de una virgen intacta,
vivió en el mundo
esparciendo la semilla de la palabra,
y el tiempo de su residencia
lo concluyó de modo admirable.
In supremæ nocte cenæ,
recumbens cum fratribus,
observata lege plene,
cibis in legalibus,
cibum turbæ duode
se dat suis manibus.
su-pre-me; che-ne
...
le-ye
chi-bis
chi-bum, tur-be; duo-de-ne
. . .
En la noche de la última cena,
reclinado con sus hermanos,
observada plenamente la ley
en la comida de la Ley,
como alimento del grupo de los doce
se entrega con sus manos.
Verbum caro, panem verum
verbo carnem efficit,
fitque sanguis Christi merum,
et si sensus deficit,
ad firmandum cor sincerum
sola fides sufficit.
. . .
ef-fi-chit
fit-cue; san-güis, Kristi
de-fi-chit
sin-che-rum
suf-fi-chit
El Verbo hecho carne, un pan verdadero
convierte en su carne con su palabra,
y el vino se vuelve sangre de Cristo;
y si los sentidos fallan,
para reafirmar el corazón sincero
la sola fe basta.
Tantum ergo sacramentum
veneremur cernui;
et antiquum documentum
novo cedat ritui;
præstet fides supplementum
sensuum defectui.
. . .
chér-nu-i
an-ti-cu-um
che-dat; rí-tu-i
. . .
sén-su-um; de-féc-tu-i
Así pues tan gran sacramento
veneremos inclinados;
y el Antiguo Testamento
ceda paso al nuevo rito;
la fe preste auxilio
a la debilidad de los sentidos.
Genitori Genitoque
laus et iubilatio,
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio;
procedenti ab utroque
compar sit laudatio.
ye-ni-to-ri; ye-ni-to-cue
la-us; yu-bi-lad-sio
cuo-cue
be-ne-dic-sio
pro-che-den-ti; u-tro-cue
lau-dad-sio
Al Progenitor y al Primogénito
loas y cantos de júbilo,
también salud, honor, fuerza
y bendición,
y Aquél que procede de ambos
tenga la misma alabanza.
Amen.

Amén.

Aunque mucho podría escribirse para explicar este himno lleno de referencias teológicas (no en vano fue escrito por el teólogo más célebre de la Iglesia católica), sin embargo sólo aclararemos las dudas que más patentes se pueden presentar al lector moderno.
El sentido de la primera estrofa queda más claro si nos liberamos de la traducción línea por línea: "Canta, oh lengua, el misterio del glorioso cuerpo y el de la sangre preciosa, la cual el fruto de un vientre generoso, el rey de las naciones, derramó para rescate del mundo". Nótese que "fruto de un vientre generoso" equivale a "hijo de María", mientras que "rey de las naciones" es Jesús como Señor glorificado: el misterio del débil y humilde hombre que es Dios todopoderoso. En seis breves versos Tomás propone encarnación, redención y eucaristía.
Al final de la segunda estrofa se hace referencia al "modo admirable" en que concluyó la vida terrena de Jesús y con ello se refiere a la institución de la Eucaristía (en la última cena) y su pasión, lo cual en teología son vistos como un todo unitario.
En la tercera estrofa se refiere a la ley del Antiguo Testamento que ordenaba la celebración de la Pascua (como celebración de la salida de Egipto): en los evangelios se pone énfasis en el hecho que Jesús cumplió esa norma y luego instituyó la eucaristía, y por lo tanto que se trata de dos ritos diferentes, reemplazando el nuevo al antiguo (tal como se dice en la quinta estrofa).
Los primeros versos de la cuarta estrofa  quedan un poco oscuros con la traducción línea a línea. Léase así: "El Verbo hecho carne (o sea un hombre mortal) convierte con su palabra un pan verdadero en su carne ..."
En la cuarta y quinta estrofa hay referencia a la "debilidad de los sentidos" pues se supone que aunque vemos pan y vino se debe creer que es el cuerpo y sangre de Cristo.
Finalmente en la última estrofa se hace referencia, sin nombrarlo, al Espíritu Santo, que según el Credo es quien "procede del Padre y del Hijo", con lo cual se cierra todo el himno con una invocación a la Trinidad.

lunes, 26 de marzo de 2012

O Domine Iesu Christe : Traducción y pronunciación

El O Domine Iesu Christe es un himno medieval conocido sobre todo porque fue el tema de famosas composiciones polifónicas renacentistas, como las de Josquin des Prez (¿1455 - 1521) o del italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525 - 1594), aunque ellos usaron solo algunas de las oraciones del himno.

El himno pertenece al tipo de oraciones que en los breviarios solían recibir el nombre genérico de De Passione Domini. Como tantas otras oraciones medievales, era atribuida al papa Gregorio Magno (540 - 604). Sin embargo su origen quizás debe buscarse en el entorno franciscano, y es probable que el autor de las cinco primeras estrofas sea Nicolas IV (1227 - 1292), primer papa franciscano, y el papa Sixto IV (1414 - 1484), que también fue franciscano, sería el autor de la cuarta y quinta estrofa (que claramente tienen otro estilo).

Esta oración la encontramos en los manuscritos desde finales del s. XIV y fue muy popular en toda Europa, apareciendo frecuentemente en los devocionarios llamados Horae, porque estaban estructurados según la llamada "Liturgia de las Horas", que eran las oraciones que se realizaban en las catedrales y en los monasterios a lo largo del día (el oficio completo incluía: Matutinae, Laudes, Prima, Tertia, Sexta, Nona, Vesperae y Completae).
Por su contenido el himno O Domine Iesu Christe se prestaba para ser usado en actos penitenciales públicos y privados durante la Cuaresma o la Semana Santa. Y aunque esta oración no fue incluida ni en el Breviarium Romanum ni en la liturgia reformada por el concilio de Trento (s. XVI), se mantuvo viva como una oración privada, gracias a la difusión de breviarios que se multiplicaron con la aparición de la imprenta.

Hore beate virginis Marie ad usum Sarum , p. 95-96 (París, hacia 1505, pergamino 19, 4 º, en Det Kongelige Bibliotek de Copenhague), en la que podemos leer una versión del O Domine Iesu Criste.

El texto definitivo del himno contiene siete oraciones, pero como es habitual, existen variaciones del texto según qué manuscrito consultemos. Aquí sigo el texto usado por Palestrina (él usó solo la segunda estrofa) y por Josquin (él uso todas excepto la 4ª y 5ª estrofas).
Las variantes más comunes se hallan en la 3ª estrofa (sit vita animae meae) y al final de la 7ª estrofa (quando anima tua nobilissima de benedicto corpore tuo est egressa).

O Domine Iesu Christe,
adoro te in cruce pendentem
et coronam spineam in capite portantem.
Deprecor te, ut ipsa crux liberet me
ab angelo percutiente.
Oh señor Jesucristo,
te adoro colgado en la cruz
y llevando una corona espinosa en la cabeza.
Te ruego que tu cruz me libere
del ángel castigador.
O Domine Iesu Christe,
adoro te in cruce vulneratum,
felle et aceto potatum.
Deprecor te, ut tua vulnera
sint remedium animae meae.
Oh Señor Jesucristo,
te adoro herido en la cruz,
abrevado con hiel y vinagre.
Te ruego que tus heridas
sean remedio de mi alma.
O Domine Iesu Christe,
adoro te in sepulchro positum,
myrra et aromatibus conditum.
Deprecor te ut mors tua
sit vita meae.
Oh Señor Jesucristo,
te adoro puesto en el sepulcro,
embalsamado con mirra y perfumes.
Te ruego que tu muerte
sea mi vida.
O Domine Iesu Christe,
adoro te descendentem ad inferos
liberantemque captivos.
Deprecor te ne permittas
me illuc introire.
Oh Señor Jesucristo,
te adoro pues bajaste al infierno
y liberaste a los cautivos.
Te ruego que no permitas
que yo entre allí.
O Domine Iesu Christe,
adoro te resurgentem a mortuis,
ascendentem in coelis
et sedentem a dextris Dei Patris.
Deprecor te miserere mei.
Oh Señor Jesucristo,
te adoro resucitando de entre los muertos,
ascendiendo al cielo
y sentado a la diestra de Dios Padre.
Te ruego tengas piedad de mí.
O Domine Iesu Christe,
pastor bone, iustos conserva,
peccatores iustifica,
omnibus fidelibus miserere,
et propitius esto mihi peccatori.
Oh Señor Jesucristo,
oh buen pastor, salva a los justos,
justifica a los pecadores,
apiádate de todos los fieles
y sé benigno conmigo, pecador.
O Domine Iesu Christe,
propter illam amaritudinem,
quam pro me sustinuisti in cruce,
maxime in illa hora,
quando sanctissima anima tua
egressa est de corpore tuo:
miserere animae meae in egressu suo.
Amen.
Oh Señor Jesucristo,
por aquella amargura
que por mí soportaste en la cruz,
sobre todo en aquella hora,
cuando tu santísima alma
salió de tu cuerpo:
apiádate de mi alma en su final.
Amén.


Las cinco primeras estrofas tienen una estructura bien definida que se divide en tres partes: se abre con una invocación a Cristo, luego se contempla una escena de su pasión, y finalmente concluye con una súplica.
En la 2ª estrofa el verso felle et aceto potatum hace referencia al detalle relatado por los Evangelios, en que un soldado le acerca una esponja empapada con vinagre (Mt. 27, 48; Mc. 15, 36; Lc. 23, 36; Jn. 19, 29). La referencia a la hiel no aparece en los Evangelios, pero es frecuente incluirla por el salmo 69, 22: et dederunt in escam meam fel et in siti mea potaverunt me aceto (en mi comida pusieron hiel y abrevaron mi sed con vinagre), que es interpretado como un anuncio de la pasión de Cristo.

Por último hay que notar que, aunque en los textos del s. XVI-XIX suele escribirse Jesus (con J, según una deformación muy arraigada en aquella época), es una inútil fidelidad mantener esa escritura errónea en las nuevas ediciones. También en los textos litúrgicos oficiales de la Iglesia católica se ha desterrado el uso de la J. En cualquier caso la pronunciación es la misma.

viernes, 23 de marzo de 2012

Vere languores: traducción y pronunciación

El motete Vere languores del genial compositor español Tomás de Vitoria (1548-1611) ha inmortalizado y popularizado entre los amantes de la música coral un fragmento de la liturgia católica de la Semana Santa.
En el momento central de la solemne celebración de Viernes Santo el sacerdote descubre y ofrece la cruz a la veneración de los fieles, con la antífona: Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit. Venite, adoremus. (He aquí el madero de la cruz, en el que colgó la salvación del mundo. Venid, adorémosla). Y a continuación todo el pueblo se acerca para adorar la cruz: es la llamada "Adoración de la Cruz".
Ya que este momento de veneración podía requerir bastante tiempo, solía acompañarse principalmente con dos himnos: los Improperios (Populus meus, quid fecit tibi) y el Hymnus de Passione Domini (Pange lingua gloriosi proelium certaminis). Pero hasta el s. XVI además eran frecuente usar variaciones de esos himnos, mezclados con textos bíblicos.
La letra del célebre motete de Vitoria es un buen ejemplo de esto último:


Vere
languores nostros
ipse tulit,
et dolores nostros
ipse portavit,
cuius livore
sanati sumus.

Ve-re
lan-guo-res nos-tros
ip-se tu-lit,
et do-lo-res nos-tros
ip-se por-ta-vit,
cu-ius li-vo-re
sa-na-ti su-mus.

En verdad
nuestras dolencias
él las llevó,
y nuestros dolores
él los cargó,
por sus llagas
hemos sido sanados.

Dulce lignum,
dulces clavos,
dulcia ferens pondera,
quae sola
fuisti digna sustinere
regem caelorum et Dominum.
Dul-che li-ñum,
dul-ches cla-vos,
dul-chia fe-rens pon-de-ra
cue so-la
fuis-ti di-ña sus-ti-ne-re
re-yem che-lo-rum et Do-mi-num.
Dulce leño,
que dulces clavos
llevas y un dulce peso,
el único
que fuiste digno de sostener
al Rey y Señor de los cielos.

En el texto del motete se distingue claramente dos partes. La primera está formada por dos fragmentos del profeta Isaías, según la lectura de la Vulgata:
Vere languores nostros ipse tulit et dolores nostros ipse portavit; et nos putavimus eum quasi leprosum, et percussum a Deo, et humiliatum. Ipse autem vulneratus est propter iniquitates nostras ... et livore eius sanati sumus (Is. 53, 4-5).
Un texto que pertenece al ciclo de los llamados "poemas del siervo sufriente", que los judíos interpretan como aplicado al sufrimiento de Israel y los cristianos como anuncio de la pasión de Jesucristo. Es un texto que en la liturgia católica actual ya no se usa durante la "adoración de la cruz". Hemos de recordar que los textos litúrgicos católicos no se uniformaron definitivamente hasta después del Concilio de Trento, especialmente con la publicación del Missale Romanum (1570), promulgado por el papa Pío V.
La segunda parte del motete está inspirado en el Hymnus de Passione Domini del antiguo escritor cristiano Claudio Mamertino (siglo V), en el cual encontramos los siguientes versos:
Dulce lignum, dulce signum, dulce pondus sustinet. [...]
Sola digna tu fuisti ferre pretium saeculi [...]
El problema es que quien refundió el texto usado en el motete tenía poca destreza con el latín y es un claro ejemplo de las deformaciones medievales. Aunque el "dulces clavos" (ac. plural) puede referirse forzadamente al participio ferens, sin embargo está claro que allí se esperaba más bien un "dulces clavi" (nom. plural), en modo análogo al original, pues lo lógico es que el leño y los clavos sostienen el dulce peso. También es inexplicable el uso del plural en "dulcia pondera" cuando lo lógico es "dulce pondus" (de hecho así se usa en la liturgia actual). Por último, la frase final "quae sola ..." también queda desprovista de lógica pues no puede referirse ni a lignum, ni a clavus, ni a pondus; mientras que en el original se refería al sustantivo femenino arbor, con lo cual la concordancia era correcta.


Antiphonarium fratrum minorum (inicio del s. XIV), Convento de los franciscanos, Freiburg.
En el segundo pentagrama se halla la antífona: "vere languores", pero no está seguida por "dulce lignum".

Finalmente hay que observar que suele adscribirse este motete a la "feria quinta in Coena Domini", lo cual quizás se debe a que el texto de Isaías ("vere languores") se usó en algunos antifonarios medievales en esa fiesta de Jueves santo, pero lo más probable es que la obra de Vitoria, con el añadido del "dulce lignum", fue pensada y utilizada para el Viernes santo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Ave verum corpus: pronunciación y traducción

El Ave Verum Corpus es uno de los himnos eucarísticos medievales que ha mantenido gran popularidad hasta el día de hoy, sobre todo gracias a que fue musicalizado magistralmente por A. Mozart (KV 618 en Re mayor, coro, cuerdas y órgano) el año 1791.
Se desconoce la fecha exacta de su creación pero existen manuscritos que la atestiguan desde finales del s. XIII, ya entonces con ligeras variantes. Respecto al autor, tradicionalmente se atribuía al papa Inocencio VI (1282/95-1362), pero eso es improbable, aunque quizás fue en la corte papal de Avignon donde se impulsó la popularidad de ella. Los otros dos candidatos son el papa Inocencio III (1160-1216), autor de escritos ascéticos y litúrgicos, y el papa Inocencio IV (1195-1254), uno de los grandes canonistas medievales.
Al no existir una "versión original" el texto se transmite con algunas ligeras variantes y añadidos, pero podemos estar seguros que el siguiente texto lo representa con gran fidelidad.

Ave verum corpus,
natum de Maria virgine,
vere passum,
immolatum in cruce
pro homine,
cuius latus perforatum
fluxit aqua et sanguine,
esto nobis praegustatum
in mortis examine.
Salve verdadero cuerpo,
nacido de María virgen,
que de verdad has sufrido,
[te has] inmolado en la cruz
por el hombre, [y]
de cuyo costado perforado
fluyó agua y sangre:
que seas pregustado por nosotros
en el trance de la muerte.


El 6º verso de la versión usada por Mozart tiene una variante: unda fluxit et sanguine (unda = agua).

El texto dividido en sílabas y en negrita la acentuada en palabras de tres o más sílabas :

A-ve  ve-rum  cor-pus,  na-tum
de  Ma-ri-a  vir-gi-ne (vír-yi-ne),
ve-re  pas-sum,  im-mo-la-tum
in  cru-ce (cru-che) pro  ho-mi-ne,
cu-ius  la-tus  per-fo-ra-tum
flu-xit (fluk-sit) a-qua  et  san-gui-ne (sán-güi-ne),
es-to  no-bis  prae-gus-ta-tum (pre-gus-ta-tum)
in  mor-tis  e-xa-mi-ne (ek-sá-mi-ne).


"Tríptico de los siete sacramentos" de Rogier van der Weyden (1400-1464) en el Museo de Bellas Artes de Amberes

Este texto tiene dos partes muy claras: un saludo/ invocación en los seis primeros versos y una petición en las dos últimas estrofas. Siendo un texto con alto contenido teológico no siempre es evidente su significado para el lector moderno por lo cual es útil un breve comentario.
En la primera parte la invocación se dirige al corpus (implícito, de Cristo), es decir que en lugar de dirigirse directamente a Jesucristo, se dirige a su cuerpo, en último término, a la hostia consagrada. Este desplazamiento de la atención es característico de la piedad medieval y su gusto por buscar o resaltar "cosas concretas" del cristianismo (la humanidad de Cristo, las reliquias, las imágenes, las indulgencias, etc).
La frase verum corpus incluye una clara referencia al debate teológico sobre la presencia real de Cristo en la eucaristía (el cuerpo de Cristo). También el vere passum es un subrayado contra la herejía docetista (la cual negaba que Cristo realmente hubiese tenido cuerpo humano y por tanto que tampoco había padecido ni muerto). Precisamente el texto fluxit aqua et sanguine está inspirado en un pasaje del Evangelio de San Juan (Jn 19, 34: sed unus militum lancea latus eius aperit, et continuo exivit sanguis et aqua), un escrito con varias referencias antidocetistas.
Hay que notar que ya que corpus es un sustantivo neutro por eso todos los participios van en neutro (natum, passum, immolatum, perforatum, praegustatum), pues todos ellos se refieren a corpus. También se note que la expresión pro homine significa "a favor de, en lugar de", que resalta la idea de sacrificio.
La segunda parte se abre con un imperativo futuro: esto ... praegustatum (como bien sabemos, el imperativo no sólo expresa órdenes sino también exhortación y súplica) que nos remite a dos ideas: la obvia, es decir, la gracia de poder recibir la comunión antes de morir, lo cual junto con la confesión eran vistos como signos de una "buena muerte", en cuanto los sacramentos asegurarían la vida eterna; y por otro lado también la idea que la comunión es un "anticipo" de los bienes celestiales.
Finalmente otra idea muy presente, casi obsesiva, en la piedad medieval: el examen mortis, es decir la prueba o trance final de la muerte: una fórmula similar a la conclusiva del Ave Maria (... in hora mortis nostrae). Una visión según la cual el destino del creyente se decide no tanto por lo hecho a lo largo de su vida sino en el momento de su muerte.